Era el año 2015 (¡Dios, cómo vuela el tiempo! ), la pata heredada de los habitantes anteriores se quedó como una reliquia viviente, dueña del jardín.
Con el tiempo incubó unos huevos infecundos.
Para consolarla compramos un par de patitos que alegraron sus días, los adoptó tal vez creyendo que eran hijos propios. Así han vivido en libertad y vuelos breves, bañándose en la pequeña pileta y compartiendo el jardín con mirlos, palomas, zorzales y otras especies, gatos "alzados" incluidos.
Hasta que ha llegado Pancho.
Pancho es todo un joven galán. Plumas ligeramente azuladas con negro, tímido en principio, poco a poquito se ha incorporado a la vida libre después de crecer en una jaula de criadero.
Ver a Pancho disfrutar su libertad es un deleite diario, un placer difícil de describir.
Tal vez soy un ave más cuando les llamo a comer con sonidos guturales, ellos corren sabiendo que de mi mano recibirán el alimento.
Tal vez soy un ave en un rincón ignorado de la ciudad de Dios...
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"Yo soy Dios. Yo soy tu Dios.
... míos son todos los animales del bosque,
¡los miles de animales que hay en las colinas!
Mías son todas las aves de los montes;
mío es todo lo que se mueve en los campos.
... míos son todos los animales del bosque,
¡los miles de animales que hay en las colinas!
Mías son todas las aves de los montes;
mío es todo lo que se mueve en los campos.
Si yo tuviera hambre, no te lo diría,
pues el mundo y su plenitud me pertenecen."
pues el mundo y su plenitud me pertenecen."
Salmos 50: 8-12
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(Foto del jardín, mi pata coja es la que está al centro)