viernes, 27 de febrero de 2015

27-F y las 9.968 réplicas.


Viajo al Sur.
Mientras el bus come kilómetros, miro la carretera y recuerdo aquel viaje en el 2010, a pocos días del terremoto del 27 de febrero.
Aquella vez la carretera era una cuncuna ondulante llena de grietas.
Nos desviaron muchas veces a caminos aledaños por los cortes de puentes, los forados, el desastre impredecible, la trastornada situación.
Un escenario incontrolable.
Nadie sabía por dónde empezar.
Seguía temblando.
Siguió temblando.
Hasta hoy se cuentan 9.968 sismos de baja y mediana intensidad, aunque eso es relativo, mi amiga M. que vive en un piso 18 los siente bien diferente.

Mientras viajo miro la carretera y el paisaje.
No hay huellas de una debacle o que por allí hubiese pasado la catástrofe.
Campos sembrados con profusión, viñas, maizales, frutas de exportación, tierras preparadas para la siembra, compañías fruteras en pleno movimiento, vías nuevas de impecable cemento, kilómetros de terrenos verdes.

Me gusta el país que voy recorriendo.
Siento un grado de plenitud inexplicable, muy agradecida porque Dios me permite vivir estos días preciosos.
Y comprobar que nuestras autoridades no lo han hecho tan mal como algunos quieren que creamos.

Llego a Chillán.
¡Qué ciudad más amigable!
Una boda es siempre una grata invitación, muchos instantes de alegría concentrados en un tiempo breve. Apenas un día.

Un día gozoso.


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…no hay nada mejor que disfrutar de la comida y la bebida, 
 y encontrar satisfacción en el trabajo. 
 Luego me di cuenta de que esos placeres 
provienen de la mano de Dios. 
Pues, ¿quién puede comer o disfrutar de algo separado de él? 
Dios da sabiduría, conocimiento y alegría… 



Eclesiastés 2:24-25 


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(Fotografía: Vista parcial de la Plaza de Chillán )


sábado, 21 de febrero de 2015

Discapacidad social.

Llegó al barrio con una bolsa gruesa que le servía de cobertor.
Los primeros días dormía en el hueco de un negocio cuando este cerraba.
Era verano.
Sentimos curiosidad por el hombre.  Mirada seria, rostro noble, buena piel.
Nos acercamos para conversar, contestaba con monosílabos.
Tener un vagabundo en el barrio no era una situación muy cómoda para algunos.
Nunca ha mendigado.

Indiferente a quien pasara,  leía el periódico (siempre andaba con alguno entre los bultos que empezó a cargar), a veces se sentaba en la plazuela aledaña al Banco estatal y allí dormía la siesta.
Alguien le daba algún sándwich o un café.
Él lo tomaba con cierta displicencia.
Pasó el verano y el hombre seguía donde mismo.
¿Qué buscaba de nosotros?
¿Qué pretendía?
Un indigente es sospechoso para una sociedad trabajólica que todo lo reduce a "cuánto tienes, tanto vales".
Más si es ilustrado, habla correctamente, mira con frialdad y le importa un rábano la opinión del barrio.
Hice el intento, tú sabes, por ese sentido de compasión que nos oprime y nos derrota, que nos incita a cometer los actos más descabellados, esa sensiblería agotadora que nos impide ver la realidad del otro con moderación, digo, hice el intento, me respondió con dureza.
El hombre estaba hastiado de su medio social.
Cansado del consumismo de su familia, lo único que quería era libertad y que –por favor- lo dejaran en paz.
-No molesto a nadie –me dijo- y espero que nadie me moleste. Punto.

Llegó el invierno, la administración municipal lo obligó a recluirse en un hogar, mala imagen para la comuna.
Los primeros días de la primavera volvió.

Ahí está, un poco menos orgulloso, a veces –si anda de buenas- saluda.

Transita  las calles sin prisa, incursiona en la basura, en las ferias de verduras, recorre las calles con coordenadas que solo él sabe.
Pronto llegará el otoño, la brisa helada, la nieve.
Observo su rostro enjuto, la seriedad de sus ojos ¿qué pasará con él?



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El rico y el pobre tienen un lazo común: 
el que hizo a ambos es el SEÑOR. 


Proverbios 22:2 


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miércoles, 11 de febrero de 2015

Agenda 2015...(si Dios no dispone otra cosa)

"Un camino que no te permite avanzar, no es un camino"  
(Jang Geu Rae en Misaeng) 


Pronto terminará el verano (suspiro).
Mientras escucho la banda sonora de Misaeng (una historia coreana), hago planes.
Organizo la oficina.
Ordeno la agenda del año.
Me propongo, orar con más frecuencia, leer mi Testamento -versión NTV-, más concentrada.
Ahorrar un poco más.
Volver a Pilates.
Asistir a un Retiro Espiritual.
Ayunar una vez a la semana.
Escribir un e-mail al día a alguna amiga (o) ausente.
Trabajar de voluntaria en una ONG.
Reciclar-reciclar-reciclar.
Simplificar mi taller-oficina.
Practicar juegos de memoria.
Guardar mi corazón de amarguras.
No procrastinar.
Bajar los carbohidratos (mi pan de cada día es intransable).
Respetar los horarios básicos.
 Estudiar algo.
Vender, intercambiar, regalar lo que no se usa.
Aprender diplomacia.
Mantener viva la huerta.
Sonreír más.
Reír más.
Bailar más.
Decir: Sí-yes-oui-yah- con más frecuencia.

Pronto terminará el verano (suspiro).
Mientras escucho a Vladimir Vysotsky, de la banda sonora de Misaeng (una historia coreana), planifico.
Organizo la agenda del año.


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 Y todo lo que hagan, ya sea de palabra o de hecho, 
háganlo en el nombre del Señor Jesús, 
dando gracias a Dios el Padre por medio de él.

Colosenses 3:17 (RVC)
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(Ilustración gracias a Amanda Cass) 



lunes, 9 de febrero de 2015

Prácticas obsoletas (parte 1): puntualidad.

 "No por mucho madrugar amanece más temprano".
"A quien madruga, Dios le ayuda".
"Mejor nunca que tarde". George Bernard Shaw.
"Mejor tarde que nunca"
"La puntualidad es una virtud si no te importa sentirte solo".
Autor desconocido.

He hecho una encuesta, bien básica y local.
Y he llegado a la conclusión que los chilenos somos top en impuntualidad.
En mi congregación 3% asistentes llegan media hora antes del horario establecido.
Un 10 % a la hora.
Casi un 90 % atrasados, cinco, diez, treinta minutos.
Y no falta alguno que llegue cuando nos estamos despidiendo, despistado total.

Ni hablemos de bodas, donde la novia siempre debe llegar atrasada, una amiga nos hizo esperar ¡dos horas!. Pensamos que había dejado plantado al novio.
Ser puntuales ya no es un plus, ni una virtud o una buena costumbre en mi país.
Es casi ofensivo ser puntual.
Es un reproche silencioso, es exponer la descortesía, la falta de respeto por el tiempo ajeno.
Es sacar a flote una conducta nada de considerada. Eso no se perdona.
Es como gritar en la vía pública “ladrón, ladrón” a alguien que está robando. Un amigo se ganó un puntazo en el vientre por poner en evidencia pública a un "lanza", estuvo varios días al borde de la muerte.

Exponer los defectos públicamente no deja de tener sus bemoles.
Muchas costumbres tratan de sostenerse en el tiempo - la puntualidad era bien vista, tanto como la “palabra de honor”, la austeridad, el buen nombre o la veracidad-, pero cada época tiene sus propias decadencias, tanto que se transforman en nuevas tendencias aceptadas e impulsadas por los llamados progresistas que desean cambiarlo todo.

Con el tiempo me he acomodado al cambio.
¿No es eso lo que hacemos incorporando las tecnologías y adminículos al uso hogareño?
Sería fatal vivir sin electricidad, agua potable, cocina a gas o refrigerador.
 Tal vez no vale la pena estresarse por los impuntuales –una amplia mayoría- y sentarse a esperar leyendo un buen libro, tejiendo un mantel para decorar una fiesta especial o escuchando un concierto en el celu.

Y sonreír cuando la de marras nos atosiga con excusas, que “el taco” no me dejaba avanzar, el transantiago venía a paso de tortuga, no puedo salir sin mis pestañas o tuve una llamada de última hora.

El pastor Rick Warren dice en alguna parte: “En las creencias esenciales tenemos unidad. En las creencias no esenciales tenemos libertad. En todas nuestras creencias mostramos caridad”.

¿Cambiar la praxis nacional del retraso? 
¿Se podrá?


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Pagad a todos lo que debéis: 
al que tributo, tributo; 
al que impuesto, impuesto; 
al que respeto, respeto; 
al que honra, honra.
 

Romanos 13:7

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jueves, 5 de febrero de 2015

El espino.

En la aridez de la calle solitaria crece un espino.

Nada podría tener fruto en ese lugar, alejado de casas, abandonado y seco.
Cada vez que camino cerca me detengo a mirarlo, cómo crece sin oposición o apego de otras plantas. Definitivamente de buen amigo, nada.

La generosidad del Creador ha dado belleza a este pequeño arbusto que exhibe sus flores con tenacidad y las protege con celo. Nadie podría llevarse una rama a casa para colocarla en un florero, las espinas son duras como espadas.

Invariablemente cuando lo miro recuerdo lo que dijo el Señor Jesús:
“Las semillas que cayeron entre los espinos representan a los que oyen el mensaje, pero muy pronto el mensaje queda desplazado por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida. Así que nunca crecen hasta la madurez.” (Lucas 8:14 NTV) 


Si quieres saber más del espino:
http://www.nublenaturaleza.cl/articulos/flora/arboles/espino/

http://www.planta-medicinal.com/espino.html