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viernes, 16 de mayo de 2014

Gente común.

Muchos predicadores –en el fervor de la palabra- declaran sobre los feligreses promesas difíciles de concretar. 
¿Qué hay si no llegas a ser “grande” como lo expusieron? 
O ¿no cambias el mundo, no eres famoso ni eres enviado de misionero a la Conchinchina? 
O… 
Tal vez nunca viajes más allá del Transantiago. 
Ni seas un predicador lleno de fuego. 
Menos aparecerás en la tele ni en ningún medio de comunicación. Ni serás famoso, notable y rico. 

La Juani camina con bastón, apenas sabe cantar, no atina a leer de corrido, con suerte sabe tocar el timbre, no conduce ni un minúsculo marutti y ya pasó los cincuenta. 
Ni tiene Facebook, Whatsapp o e-mail. 
Pero, por alguna razón se le ama. 
No, digo mal, se le quiere por muchas razones. 
Indefensa, amable, sonriente, optimista, dadivosa. Ríe por sí y por no, no se queja “¿en qué ayudo?” es su pregunta habitual. 
En la celebración del día de las madres llegó con pequeños paquetitos, primorosos y sencillos para algunas mujeres del grupo. 
Agradecida, eso es. 
Y desconocida para el mundo más allá de nuestro barrio. 

Pienso en los 500 seguidores de Jesús. 
Todos nos emocionamos con los 12, analizamos sus logros, sus vidas virtuosas. 
¿Qué hay de aquellos que nunca se nombran? 
¿Cómo era la forma de vivir, la devoción de los 3.000 que se unen a la naciente iglesia del libro de Los Hechos (2:41) 
La mayoría de ellos sin nombre, judíos y gentiles. 
La mayor parte de ellos no fueron apóstoles, pastores, o eclesiásticos. 
Artesanos, agricultores, pescadores, vaya a saber una. Padres de familia, madres solas, hijos abandonados, niños traviesos que crecen tan rápido. 

Gente común que cultiva un jardín o vende telas. Personas que cumplen un horario y se acuestan rendidas. Sin registro para la historia del mundo. Apenas un verso: Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 
3.000, muchos de ellos volvieron a sus hogares. A la vida rutinaria y desconocida. 

He conversado con chicos y chicas que sueñan con ser el próximo apóstol Juan del siglo XXI, Pablo, Lucas, Pedro, María, Juana –por cierto es bueno soñar-, luego los noto frustrados porque apenas pueden pasar de curso, les cuesta la disciplina, no leen ni su libro de deberes (poquito la Biblia), y sí, confían que Espíritu Santo les ayude. 

No tenemos un biógrafo que relate nuestras hazañas, cotidianas y prosaicas. 
Ni una casa editora que compre los derechos de nuestros escritos. 
Ni un mecenas que auspicie nuestra música.
Mi amigo R. ha publicado sus libros a pulso, casi siempre perdiendo dinero.

Vidas mínimas que barren la vereda para tener limpio el entorno. Manos amasan para dar pan al hambriento (parece que nunca se sacian), cocinan, cosen vestidos, atienden una oficina, cuidan abuelos, crían nietos, conducen un taxi, caminan largos trechos para llevar los hijos al colegio, se aburren en reuniones de apoderados... 

Y aman a Dios, su Palabra, ofrendan para las misiones, se aprenden un salmo, oran breves momentos y cantan en sus templos ¿no están todos ellosinscritos en el libro de la vida de Jesucristo”





P.S: Dedico este post a  mis amigas de la Iglesia donde me congrego y  a quienes amo.
Para mi amiga de Milicia en el Sudeste Asiático.
Para mi Run -Run que se fue para el Norte.
En fin, escribo para ti, Shony, Juani, Tamy, Débora, Fernando (el de España y el de acá), Carmencita de la Ofis. Nacional, María, Paty, Ramón, Gladys...y las muchas pequeñas que están creciendo.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Asedio.


El Google Alerts me envía noticias de Pakistán
De Turquía, Filipinas, Irán
Noticias que descodifico, selecciono e interpreto.
Rodeada de cifras, palabras
fotografías, imágenes atroces.
Apenas puedo respirar en este cuchitril atiborrado
Cargado de lágrimas, lamentos, gritos de júbilo
Amenazas de guerra, alaridos de hambre,
palabras extrañas, ininteligibles, sonidos confusos
Una cacofonía autónoma invade todo el espacio, 
la oración se vuelve vaga, difusa,
 angustia de lo que no veo, 
la marca de delitos inconclusos
amenaza permanente de la paz.

Suprimo la alerta. 
Me arrepiento, la vuelvo a tomar.



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Por tanto, 
también nosotros, 
que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, 
despojémonos del lastre que nos estorba, 
en especial del pecado que nos asedia, 
y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante

 Hebreos 12:1
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