¿Quién iba a adivinar que el uso de mascarilla volvería a estar de moda?
En el barrio Meiggs (nuestro personal "china town") a mitad de año las liquidaron a precios irrisorios, tal vez pensando que con la apertura -fase 4-, nunca las usaríamos de nuevo.
Error.
Han perdido una buena ganancia; ahora de nuevo las calles se llenan de variados modelos y colores, regresando al mercado en gloria y majestad.
Vida impredecible.
Misteriosa.
Caprichosa
Como sea, gracias a la mascarilla no he sufrido el resfrío alérgico de primavera con su clásica e incómoda secreción nasal.
Observemos el ambiente mundial, las máscaras serán gran moda el año próximo.
Como decían nuestras abuelas, "y si está de moda, no incomoda".
La historia es un caleidoscopio de información imperfecta que, dependiendo quien la cuente, nos acercará o nos alejará de la verdad.
La pretensión falaz es exhibir como verdadero aquello que escuchamos, leímos o percibimos sin un análisis exhaustivo de los hechos. Así es que partimos de la premisa que la historia es una interpretación más o menos cercana a la realidad. Todavía somos aprendices en busca de una imagen completa, como un bordado donde todos damos algunas puntadas sin lograr verlo en su totalidad.
Las epidemias han sido un tema constante en la historia de los seres humanos, seguramente algunas generaciones no las experimentarán y otras pueden tenerlas repetidas como ha pasado en Corea del Sur con el SARS (2003) y ahora con el covid-19 (2020), distantes por 17 años.
La Biblia relata algunas muertes masivas, en el libro de Éxodo las 10 plagas de Egipto (12:13) que cobró la vida de los primogénitos; la mortandad en el desierto (Números 16:47) o la ocasión cuando el rey David realiza un censo (2 Samuel 24).
Lo que más se recuerda en la historia del mundo es la peste bubónica (541-542), la peste negra (1347-1353), la primera pandemia de cólera (1817-1824), la gripe española (influenza virus A subtipo H1N1) (1918-1919).
Hay un resultado de todas las epidemias, más o menos positivo en el cambio del ordenamiento mundial o medidas sanitarias para exterminarlas –en lo posible- de raíz.
Durante y después de algunas pandemias se produjo un acercamiento de las personas a Dios, a la vida monástica o a la vida interior en familia. La esperanza que tenemos hoy es que el mundo reflexione con la calma que da estar más tiempo en casa y se desarrolle una forma espiritual de apreciar la vida.
Quizás en el futuro se vuelva a respirar con confianza en la certeza de ambientes menos peligrosos; es posible que desarrollemos defensas en cuerpos más resistentes, aprenderemos a vivir de formas que aun están en perfeccionamiento y haya más creyentes alabando y dando gracias a Dios.
¿Qué nos enseña la historia con todas sus representaciones?
El apóstol Pablo lo explica ampliamente en su carta a los Corintios:
"Todos estos son marcadores de advertencia (¡peligro!). Nuestros libros de historia fueron escritos para que no repitamos sus errores. Nuestra posición en la historia es paralela, ellos al principio, nosotros al final; somos tan capaces de estropearlo como ellos lo hicieron. No seas tan ingenuo y seguro de ti mismo. No estás exento. Podrías caer de bruces tan fácilmente como cualquier otra persona. Olvídate de la autoconfianza; es inutil. Cultiva la confianza de Dios." (Una paráfrasis de 1 Corintios 10:11-12)
Las interrogantes flotan en el aire ¿Qué tanto nos acercará a la fe en Dios este dolor que estamos viviendo o se radicalizarán las posiciones de incredulidad?
Alguien dijo que "el mismo sol que derrite la mantequilla, endurece el cemento".
Miro y observo con cuidado cada planta, el prado, las flores y estoy convencida que cada hierba tiene alguna propiedad benéfica, aunque muchas pueden enfermar y hasta matarte, la dosis es la esencia de cada una.
Crece -a pesar de la sequía primaveral- este pequeño tilo o tila que tal vez el año próximo será un árbol (eso espero) con todos los beneficios que desde ahora disfruto.
Me preguntó
la historia de mi vida.
Pensé, pregunta sospechosa
Intrigante
¿Por qué estaría alguien
Interesado en mí?
Y ¿cómo podría relatar los días
Los años, las veces que lloré
Las mil horas de espera
Las humillaciones
La intensa alegría
La soberana paz
Las olas tocando el borde, amenazantes
La tierra moviendo su estructura?
¿Cómo explicar la perplejidad que provoca
el amor de Dios?
¿Cómo contar la resplandeciente mañana
De la revelación?
Toda historia es sesgada
Una imagen detenida en el tiempo
El boceto de un pintor tenaz
La pobre interpretación de un momento inasible.
Ni con todo empeño
Ni con todas las palabras
De una vida solo se sabe
Fechas, anécdotas, notas al margen.
Como las cartas manuscritas, las tarjetas de cumpleaños o saludos de Navidad enviados por correo tradicional –con sus correspondientes estampillas de papel-, muchos sostienen que la poesía es un artículo demodé, obsoleto, arcaico, propio de almas anticuadas, por no decir viejas, casi indignas de vivir en el siglo de la modernidad.
Nada más lejos de la realidad cotidiana.
Como tan bien lo dijo don Nicanor: “La poesía… para nosotros
es un artículo de primera necesidad…”
Ha quedado más que demostrado en la semana pasada con la noticia que hizo muy felices a muchos, “otorgan Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan”.
Con seguridad algunos no estarán conformes, cuando hay varios postulantes a un premio, sucede. Unos aplauden, otros critican con acidez.
En particular, contenta -muy contenta- que la poesía se ponga de moda, que leamos poesía, que la vivamos.
Sin duda, la poesía (y la música) hace las situaciones del mundo más soportables.
Abandona las longanizas, le dijo el médico.
Sordo a las indicaciones, las tripas se enrollaron en sus tripas en una sinuosa hermandad.
Cuando quiere conversar un sonido gutural a cerdo de corral lo acompaña a toda reunión.
Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes, feriado nacional.
¿Qué queda al final de este día?
Unos organizaron seminarios.
Otros encuentros regionales.
Congresos de jóvenes, reuniones en hogares.
O se fueron de paseo a la playa. Algunos concurrieron al clásico de fútbol.
Y laMarcha por Jesús.
Todavía, después de un siglo viviendo y trabajando en el país como cristianos evangélicos, no somos capaces de ponernos de acuerdo y realizar una actividad en conjunto.
Nuestra endémica desunión no nos honra para nada.
“Mano de guagua”, le decían.
Él alegaba que era ahorrativo, que la vida de pobreza es dura, que nadie te da una mano cuando caes en la indigencia.
Gran error.
La vida de pobreza no es más cruel que cualquiera de los males que aquejan la raza humana.
Es más sencillo soportar la necesidad económica que la falta de amor, la incredulidad, una enfermedad terminal en plena juventud, la consternación al perder un hijo, el abismo de la soledad, la perversidad de un enemigo.
Aquella historia deljoven rico es tan vigente hoy como lo fue en otra época.
Y la orden de vivir dando no se ha derogado para este siglo, por el contario, sigue siendo una fuente de bendición para el donador.
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Que cada uno dé como propuso en su corazón,
no de mala gana
ni por obligación,
porque Dios ama al que da con alegría.
Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes,
a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente
en todas las cosas,
Tambaleándose y sostenido en un hilo invisible a punto de cortarse, entró en el templo.
Sentado en la última banca escuchó el sermón.
Entre la embriaguez y el razonamiento sacó un pañuelo y rompió en llanto, ese lamento típico de ebrio arrepentido al que nadie le cree.
Hasta que sucede lo inesperado.
El Espíritu Santo le da un toque y el hombre salta de su asiento glorificando a Dios sin una pizca de vacilación.
Desde ese día Rigo hizo un giro en 180 grados.
Abandonó el alcohol –se hizo “canuto” ríen los amigos-, se dedicó a la familia, compró una Biblia y se matriculó en unos cursos por Internet para entender lo que leía.
Fanático susurran en el trabajo.
Te lavaron el cerebro, le dicen los más cercanos.
Él, como si escuchara llover.
Sabe que su vida es otra, que recuperó el respeto de su familia y su propia estima.
Sabe que su encuentro con Dios fue real e imborrable.
El verano avanza y la dejadez se apodera de la ciudad.
Muchos emigran a veranear.
Yo siembro, aporco, limpio, riego.
Entre las regalos que brotan exuberantes –la tierra y el agua son una dupla maravillosa-, una mata de stevia levanta sus hojas al aire con derroche.
La gracia de la stevia es su extrema dulzura que la habilita para agregarla al té, café o mate, sin aporte calórico, aunque un amigo sostiene que el cuerpo humano no necesita adiciones de azúcar o sal que solo originan daños en el sistema (según él).
Tal vez este es un verano histórico. La cosecha ha sido abundante, hemos compartido el sabor de los duraznos, la sombra de la parra, el color de los hibiscos, la invasión del zapallo que trepa hasta el sitio vecino, la belleza de la buganvilla, el perfume de las albahacas, el beneficio del aloe, la diversidad de los cactus, la amarga propiedad de las olivas, los granos demaqui, la novedad de los melones que se arrastran apoderándose del espacio.
Sí, definitivamente, la huerta es una fuente de alegría. Parece que este año la playa se quedará esperándonos.
“¿Cuál es la única cosa que la iglesia puede ofrecer
y que el mundo no puede conseguir en ningún otro lugar?
Gracia.”
(John Ortberg)
Diciembre presagia buen tiempo. Algunos ya van de vacaciones. O hacen viajes cortos a la Costa Pacífico los fines de semana. Yo leo. Nada tan gratificante después de admitir que el golpe de la violencia vivida recientemente nos ha dejado un poco desconcertados.
Leo sobre la gracia. De las 199 veces que aparece (en mi versión Reina Valera '60), el apóstol Pablo se refiere a ella 20 veces en su carta a los Romanos.
Digo gracia y recuerdo la canción “Sublime Gracia”. Pienso en mi madre que renunció a un esposo para no darme un padrastro. Me viene a la mente “mi amiga de milicia” en el sudeste asiático. Cuando digo “gracia” me inclino con gratitud delante de Dios porque ha cercado mi vida de afectos inmerecidos, regalos luminosos, días de gloria que jamás soñé. Una infancia que, aun carente de bienes materiales, fue rica en alegrías, amistades y cariño. Digo gracia y evoco los días donde aprendí a leer, el momento de la revelación de las palabras, la tarde cuando inclinada sobre el silabario algo gatilló en la mente y se abrió al prodigio desconocido y asombroso.
La gracia de Dios me ha regalado millones de momentos extraordinarios, sencillos, ingenuos, exuberantes, cada uno distinto. Cuando en noches insomnes me tiendo a esperar el sueño, cuento una a una las bendiciones, me quedo dormida antes de poder recopilarlas todas. Y por sobre todo lo que ha ocurrido, lo que ocurre o ocurrirá, está la mayor gracia, el día inigualable que nace el pequeño Jesús, como un mortal, sujeto a nuestras mismas opciones y costumbres. Crecer, estudiar, escribir, comer, jugar, reír, llorar, los mil verbos que se conjugan en un niño y forman una vida.
(No puedo negarlo, Juan Luis Guerra ha compuesto canciones que han hecho historia en nuestros países, en el corazón de Latinoamérica y tal vez en otros lugares ¿por qué no? Doy gracias a Dios por este álbum y deseo que tenga grandes y preciosos frutos para el reino de los cielos.. Un video para que lo disfrutes.)
Alguien podría pensar que es una broma
Limpia-chicles, una nueva profesión urbana.
En el almuerzo familiar una amiga pone la noticia en la mesa:
“La reina Isabel II de Inglaterra, busca un "limpiador de chicles" que retire las gomas de mascar dejadas en los palacios reales por decenas de invitados oficiales…”, : http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/se-solicita-limpia-chicles-real-1412191589
-Yo estaría dispuesto a tomarlo, dice uno de los invitados.
Otro acota -el invierno inglés no le sienta bien, milord-, y todos reímos.
Otra amiga pregunta ¿qué culpa tienen los chicles?
En fin, entre bromas recordamos cuando en nuestra Comunidad tuvimos que dedicar una tarde de voluntariado para limpiar todas las sillas que tenían la famosa gomita de mascar debajo.
Y qué decir cuando vas por la calle y quedas literalmente pegado al piso.
No será un tema científico, teológico o política de estado pero ¡vaya! es una molestia pararse o sentarse sobre un chicle, peor aún, que te deje para la basura tu prenda favorita.
Sencillamente divertido. Hasta la palabra tiene un sonido humorístico: whatsappitis Tendremos que agregarla a nuestro diccionario, de lo contrario no sabremos a qué se refieren cuando nos hablen de esa debilidad humana, como otras, la nomofobia, phubbing, y cualquiera itis con que nos asombre la modernidad. Aún tenemos idioma, amigos, amigas.
Y podemos jugar con él, reinventarlo, renovarlo, actualizarlo, esa es la gracia de las palabras y la comunicación, aunque los puristas no reciben con muy buena cara los extranjerismos.
Por mí, bienvenidas todas las palabras, que hasta algunas del mapudungun han sido incorporadas. Por cierto, agradecida de la RAE.
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No hay duda de que en el mundo hay muchos idiomas,
! Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.
En la ceremonia a la que asistí se habla de “nuestras raíces”, de “nuestros precursores”, aquella antigua prédica con “lágrimas” de los pioneros, el honor negado, la ley que a los evangélicos les dio un día festivo y un supuesto reconocimiento como iglesia, aunque los legisladores apenas terminado el momento seguirán promoviendo leyes absolutamente opuestas al espíritu del evangelio con una tenacidad vergonzante.
Algunos congresistas dirán en algunos medios (prensa, tv) palabras de buena educación, de política electoral, esa vaga diplomacia característica de los que desean quedar bien con Dios y con el otro, discursos dirigidos hacia una iglesia que está en constante crecimiento y que siempre ha sido la hermana pobre del cristianismo. Por cierto, ellos saben que las nuevas generaciones están cambiando ese prototipo, muchos estudian carreras universitarias, posgrados y serán profesionales que no se avergüenzan de ser pentecostales, bautistas o presbiterianos y claro está, son votantes.
Xim, una amiga que elabora “exquisiteces” entra veloz con un paquete envuelto en papel
blanco. “Acabo de terminar un curso y te
preparé este queque de plátano”, me dice a modo desaludo.
¡Vaya!, no sé qué decir, me pilla desprevenida, pero mi
cara de alegría y el abrazo parece que son suficientes.
Que alguien piense en una, que le prepare algo y lo venga
a dejar (ni siquiera es mi cumpleaños), es puro amor de Dios que inspira actos afectuosos.
Me quedo quieta en la puerta, la mano alzada despidiéndola
mientras ella parte presurosa dejando una estela de perfumes.
¿Cómo no dar gracias al Padre por estos detalles de su
gracia?
Por cierto, el bizcocho sabía a cielo, húmedo, esponjoso
y con nueces, mis favoritas.
Oro por Xim:
“Y aquel que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá los
recursos de ustedes y los multiplicará, aumentándoles así sus frutos de
justicia, para que sean ustedes enriquecidos en todo, para toda generosidad, que
por medio de nosotros produce acción de gracias a Dios.”
Ni en los remotos y descabellados sueños. Ni con la imaginación desbocada. Ni en un desequilibrado pensamiento. Que la Iglesia se divida por equipos de fútbol es casi una herejía. Será una herejía pero es la realidad.
Una chica sale llorando en el tiempo de las alabanzas. Le pregunto cuál es su tristeza y entre sollozos me explica que acaba de perder su equipo favorito (por goleada). Discusiones entre niños, pase. Sin embargo se da entre adultos. Y no tan pacíficas como corresponde a hermanos. No solo diferencias de opinión, ausencia total de cualquier servicio a Dios cuando hay partidos, especialmente los finales.
¿Tiene algo malo el deporte? Nop, intrínsecamente no, eso creo. Solo soy yo que no atino a comprender lo incomprensible.