Un país de obesos , Chile, campeón de Sudamérica, antes que la mentada Copa de triunfo de esta semana.
De pronto no sabemos qué llevarnos a la boca sin sentir remordimientos.
¡Todo aterra!
Los pescados, contaminados (la marea roja, la salmonella…)
Las frutas, mucho pesticida, que no te las comas con cáscara.
Las verduras, esa famosa escherichia coli que, semejante a un caballo del Apocalipsis, no deja títere con cabeza.
Las bebidas, altas en azúcar, demasiado carbonatadas, pobres riñones.
Las galletas, muchas calorías, nada qué decir del pan, prohibido,prohibido,prohibido.
El té, inhibe la acción del calcio.
El café, que te patea el hígado.
El chocolate -debilidad de mi amigo H.- pésimo para su colesterol.
Olvídate de las tortas, los pastelillos y esas exquisiteces.
Las carnes con hormonas, ni un asado podremos comer sin contrición.
Y ¿la sal?, pregunto con cara de inocente, “le sube la presión, dama”, me mira la nutricionista con cara de haber peleado con el marido esta mañana.
Ahora, para rematar el baile, el etiquetado nuevo, al rombo negro le falta solo la calavera.
Algunos envases tienen más etiquetas que tatuajes de futbolista.
Uno de estos días colgaremos etiquetas en el aire…porque de contaminado, caray, ese sí que lo está.
Habrá que tomar pura agüita… (y eso)
¡¡¡ Ay!!!
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"... los que vivimos en la
luz,
como hijos del día, seamos sobrios,
protegidos por la armadura de la fe y el amor...
1 Tesalonicenses 5:8
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