Me gusta pensar que estaré usando este calendario.
Habrá días calurosos en enero y febrero, volveremos a clases en marzo, celebraremos a las madres en mayo y me pondré capas y capas de vestuario en junio para paliar el frío que congela los huesos. Aun esa perspectiva me ilusiona, en particular si llueve y le doy uso a los paraguas que están prácticamente nuevos por la escasez hídrica.
Habrá días calurosos en enero y febrero, volveremos a clases en marzo, celebraremos a las madres en mayo y me pondré capas y capas de vestuario en junio para paliar el frío que congela los huesos. Aun esa perspectiva me ilusiona, en particular si llueve y le doy uso a los paraguas que están prácticamente nuevos por la escasez hídrica.
Miro el calendario y marco los feriados.
Esos días serán silenciosos y dulces como una taza de leche tibia con miel. Los autos saldrán de la capital llevando familias completas al descanso de playas remotas o campos extensos de verde y brisa. Los niños correrán hasta caer rendidos y yo gozaré de la ciudad vacía (Dios así lo quiera).
Todo este ensueño dependerá si el Minsal no vuelve a confinarnos, si no hay otras variantes de contagio y la política se torna relativamente cuerda.
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Él te brindará seguridad.
Te enriquecerá con salvación,
inteligencia y conocimiento.
Te dará su tesoro: el respeto al SEÑOR.
Isaías 33:6 (PDT)
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