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viernes, 2 de junio de 2023

viernes, 31 de enero de 2020

Digresiones de verano.

(Pintura de René Magritte, Gratitud infinita)


Mi abuela fue enterrada en una fosa común.
Por estos días el alcalde de Peumo anuncia que   instalará en su comuna un “Cementerio popular”, cinco veces más barato que uno común. Tal vez ni eso hubieran podido pagar mi madre y mi tío cuando la Juanita Canales murió.
El cuerpo vuelve a la tierra desde donde fue tomado y el espíritu regresa a Dios que lo dio.
Mi abuela no necesita una tumba.
Yo, menos.

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La primera y última vez que fuimos al cementerio con mi tío -después de la muerte de mi abuela-,  ambos terminamos ebrios.
El tenía 28 años. Yo cinco.
Madre me aconsejaba  que jamás bebiera alcohol, ese día peleé con todo el mundo.
"Tienes mala cura", aseguraba.

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Dicen que habrá que votar Apruebo.
Otros dicen que habrá que votar Rechazo.
Razones más, razones menos, la controversia   disgrega a los chilenos, nos desune, nos hace tomar posiciones antinaturales.
Tanto el Si como el No pertenecen a un sistema que adoptará leyes humanistas de acuerdo a la respuesta popular.
La mayoría dará la espalda a Dios.

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Por un extraño albur, a la misma hora en que, en su vivienda de Beaconsfield, fallecía Gilbert Keith Chesterton, anunciaba George Bernard Shaw, en Newcastle, que no hablaría más en público.
Por una vez en la vida dos antagonistas convergieron en un acto conjunto, el silencio.

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Se queja por todo.
Aun en los grandes momentos de alegría busca la palabra precisa para decir “pronto terminará”

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Mi amiga P. fue operada de vesícula en un hospital capitalino.
La visito para cerciorarme que esté bien.
Nuestra vida gira entre dos o tres edificios, los bancos, los supermercados y los hospitales.
Algunos aseguran que el mayor promotor de estos últimos fue Basilio de Cesarea, obispo  que mandó construir amplios hospitales, una novedad para la época (330-379 D.C), modelos para los edificios modernos.

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La oración como un ejercicio terapéutico.
La oración como una taza de té caliente en un día de lluvia.
La oración como caminos posibles.

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"Los caminos de Dios son misteriosos. Así como no sabes cómo entra el espíritu en una criatura que está en el vientre de su madre, así tampoco sabes lo que hace Dios, creador de todo. " (Salomón)

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La renuncia voluntaria de cada día.
La renuncia necesaria y gozosa,  de lo contrario,  amarga.

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Nuevos hábitos:
Mate en pomelo.
Remojar 10 almendras.

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Coronavirus, emergencia internacional.

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Otras digresiones:
https://palabrabreve.blogspot.com/2016/05/la-felicidad-algunas-observaciones.html

Receta de mate en pomelo:
https://www.quieromate.com.ar/mate-de-pomelo/
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jueves, 20 de julio de 2017

¿Sirve de algo orar?

Nos pidieron que oráramos.
Oramos.
Unos con más fervor –sin duda-, otros con menos. Unos con más fe, otros no demasiada. Pero aun así esperábamos una respuesta positiva a nuestras oraciones.
¿Qué estuvo mal?
¿Por qué el resultado no fue exitoso como esperamos?
Oramos para que viva y se muere.
Oramos para que sane y se enferma más.
Oramos para que se legisle en justicia y se aprueba exactamente lo contrario.
¿Son infundadas nuestras peticiones?
¿Debemos dejar que los ríos fluyan con su destino establecido?
¿Sirve de algo orar?
Estas y otras preguntas me mantienen despiertan hasta la madrugada.
Poco a poco voy recordando historias de oraciones fallidas, el rey David rogando por la vida de su hijo (2 Samuel 12:16-18),  el Señor Jesús hablando con Pedro (Lucas 22:31-32).
No siempre la respuesta es un sí rotundo como nuestra futilidad desea.
A veces nos confundimos con tanta historia que leímos en las “Mil y una noches” y pretendemos de Dios esa especie de genio de la lámpara que deberá conceder nuestros deseos porque somos castos-honrados y bien pensantes.
¿Por qué no logramos conectar nuestros intereses con los propósitos de Dios?
Tal vez la oración debería ser un hábito como la comida diaria.
Como lavarse el rostro.
O andar en bici.
Un acto natural permanente, un teléfono al Padre para saber hasta cuándo debemos insistir.
A veces tenemos la certeza pero seguimos suplicando majaderamente, sin entender (o entendiendo) que no se hará nuestra voluntad –por perfecta y justa que nos parezca- sino la de Dios.
Tal vez la oración no es para que Dios "haga algo" sino para someter mi rebelde  voluntad a la suya.
Tengo mucho que cultivar todavía (y no son plantitas herbales).



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 ...yo he rogado por ti, 
para que no te falte la fe. 
Y tú, cuando hayas vuelto, 
deberás confirmar a tus hermanos.

Lucas 22:32

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viernes, 31 de marzo de 2017

Vidas de calle (parte 1)

Elizabeth alguna vez fue hermosa.  Todavía queda en ella ese aire particular de la clase social alta, un estilo de caminar,  o mover las manos, buen vocabulario que revela colegio pagado y familia noble. El paso de los años, su mente desordenada y la vida vagabunda no han mermado su buen humor.
Loca no está.
Descuidada sin duda, viviendo al alero de un árbol o en el escaño de una placita al interior de una villa, evitando el ojo municipal que de seguro se la llevaría a un asilo, o peor aún, al siquiátrico. Ha elegido la libertad de las calles, se lava en algún grifo o con la manguera de los jardineros, camina en busca de comida en las ferias de la comuna y ora.
Sí, ella ora.
Mística e inestable, sus padres -ancianos- se rindieron a la evidencia que Eli prefiere la vida andante a su casa cerca de la playa.

Racionalmente se evalúa a las personas por su cordura ¿quién puede asegurar que Dios no la oye? ¿Quién puede medir la clase de fe que las personas tienen dentro? ¿No son estos seres más creyentes que cualquiera que se llame religioso?
Eli ruega por su hermana.
-Mi hermana es maniática de su riqueza, dedicación al trabajo y a sus compromisos sociales -me explica-, no tiene tiempo para compartir con sus hijas o con su marido. Yo no quiero esa vida de apariencia, concluye.  Mucho de su discurso es atinado y cuerdo.

Observo las nubes, la llegada pronta del invierno y le pregunto cómo se las arreglará con las lluvias, el frío y la nieve que a veces cae sobre Santiago con sus menos cero grados.
Con una sonrisa responde, ya tengo una provisión. Dios me ha dado una habitación donde pasar los días helados.
La miro alejarse a pasos cortos, su mochila llena de cosas propias de una mujer, su sombrero de mezclilla puesto de lado y unos enormes lentes de sol. Se da media vuelta y me hace un gesto con la mano, "hay que orar", me grita desde lejos.
Decididamente no es un mensaje subliminal ¿verdad?


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Dar algo al pobre es dárselo al Señor; 
el Señor sabe pagar el bien que se hace.

Proverbios 19:17

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viernes, 10 de marzo de 2017

Oraciones breves.

He decidido orar un poco más en el día a día, enfocarme en todo momento hacia la presencia de Dios.
Cuando vaya a las compras. Cuando riegue las plantas. Cuando visite una amiga. Que Dios esté presente en la vida real, no solo cuando me inclino en el templo o en el dormitorio.
Algo he avanzado, pero es una  disciplina a la que hay que darle espacio.
Las distracciones  nos envuelven y de pronto tengo mil y un asunto en la cabeza.
Es necesario que vuelva a lo prioritario para la vida del espíritu.
Y encontré esta oración  muy práctica y contundente, la estoy memorizando. Es del obispo Patricio de Irlanda: 
"Cristo conmigo,
Cristo frente a mí,
Cristo tras de mí,
Cristo en mí,
Cristo a mi diestra,
Cristo a mi siniestra,
Cristo al descansar,
Cristo al levantar,
Cristo en el corazón de cada hombre que piense en mí,
Cristo en la boca de todos los que hablen de mí,
Cristo en cada ojo que me mira,
Cristo en cada oído que me escucha.
Me levanto hoy
Por medio de poderosa fuerza, la invocación de la Trinidad,
Por medio de creer en sus Tres Personas,
Por medio de confesar la Unidad,
Del Creador de la Creación."


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 Esten siempre gozosos.
Oren sin cesar.
Den gracias en todo, 
porque esta es la voluntad de Dios 
para con vosotros en Cristo Jesús. 

(1 Tesalonicenses 5:16-18)

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Ilustración de: Irena Sliwinski

miércoles, 1 de junio de 2016

Danakil, preguntas que inquietan y desvelan.

¡Vaya!, y yo estaba tan orgullosa de nuestro desierto de Atacama.
Se dice que es el más grande, el más solo, el más seco y donde las estrellas brillan mejor que en ninguna parte del mundo.
Como la reina aquella, estaba equivocada.
Hay un desierto más bello, más solo y más espantoso, donde las estrellas suspiran al ver la terrible belleza y donde cualquier persona puede visitarlo si tiene coraje, buen estado físico y el don de la aventura, de otra manera huirá atemorizado o quizás salga ... muerto.
Danakil.
Hasta el nombre es magnífico.

¿Por qué pienso en un lugar que jamás conoceré?
¿Por qué miro y vuelvo a mirar las fotografías que abundan en internet?
¿Por qué me obsesiona la imagen de los niños cargando tablas de sal, un trabajo excesivo para cualquier niño que debería estar jugando en la escuela?
“La National Geographic lo definió como el «lugar más cruel de la Tierra» ("Cruelest Place on Earth")”.
No es la belleza, es la pobreza, la vida extrema que deben soportar los seres humanos debajo del cielo.

Duele.  (En realidad duelen tantas cosas).
¿Vivirán contentos los afar en esas condiciones?
¿Se habrán acomodado al momento y circunstancias de la  vida que les ha tocado?
¿Será verdad que a todo se acostumbra el hombre?
¿Será suficiente elevar una oración y luego seguir la vida corriente?
¿Habrá para ellos el agua necesaria este año?
¿Se puede hacer algo?
¿Qué?



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Dios y Señor nuestro, ruego por los afar confiando en Tu Palabra:

Convierte el desierto en estanques de agua 
y la tierra seca en manantiales. 
Allí establece a los hambrientos 
y fundan una ciudad en que habitar. 
Siembran campos, plantan viñas y logran abundante fruto. 
Los bendice, y se multiplican en gran manera; 
y no deja que disminuya su ganado. 

Salmos 107:35-38


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jueves, 16 de abril de 2015

Lucha contra el barro.

Mi amiga S. viaja a la pre-cordillera con una brigada de muchachos.
Llevan comida, agua, palas, carretillas y todo tipo de herramientas para disponerse a luchar.
Una batalla inusual, inhóspita, fría y –como toda lucha- cruel.
Viajan a través de localidades pequeñas donde otras brigadas hacen lo mismo en una pelea contra el tiempo.
El barro no perdona, bajo el sol se endurecerá como una roca y será casi imposible sacarlo.
Codo a codo trabajan sin descanso, sin hablar, pala a pala, carretilla a carretilla, al final de la jornada han logrado despejar un hogar y dejarlo más o menos habitable.

El aluvión de marzo ha dejado miles de personas dañadas, algunos muertos y otros desaparecidos.

Chile se levanta como un solo ciudadano con ayuda, trabajo, esfuerzo.
Como en otras tragedias, como siempre,  la hermandad muestra su mejor cara, unos mandan agua,  víveres y algunos van a los lugares, regalan tiempo y esfuerzo para las necesidades de otros que ni siquiera conocen.

 ¿Cómo entender que llueva en el desierto más árido del mundo?
Los expertos lo explican y –claro está- contra la inesperada energía de la naturaleza estamos indefensos. Vivimos entre volcanes, rodeados por la cordillera y al borde del mar, más de alguno de pronto se desmadra.

 Ayudar, orar, ponerle el hombro, esa es la tarea.
Y que Dios nos provea de su gracia para recibir tanto lo bueno como lo no tanto.

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" Él...   Hizo las leyes para la lluvia
    y trazó un camino para el rayo.
 Entonces vio la sabiduría y la evaluó;
    la colocó en su lugar y la examinó cuidadosamente.
 
 Esto es lo que Dios dice a toda la humanidad:
“El temor del Señor es la verdadera sabiduría;
    apartarse del mal es el verdadero entendimiento”



Job 28:25-28


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Noticias aquí:

http://www.24horas.cl/noticiasbbc/por-que-se-inundo-el-desertico-norte-de-chile-1620734

http://www.latercera.com/noticia/nacional/2015/04/680-625091-9-una-fuerza-de-4000-hombres-y-mujeres-luchando-contra-el-barro.shtml 

 http://www.gob.cl/2015/04/08/trabajo-y-compromiso-el-balance-del-gobierno-por-tragedia-en-el-norte-del-pais/



lunes, 17 de noviembre de 2014

Orando por la ciudad.

Pienso en esa ciudad.
La ciudad donde matan cristianos.
La que los expulsa.
Una ciudad intolerante.
Un lugar en guerra, hambre y pobreza.
¿Qué será de ese lugar cuando el último hombre de Dios se extinga?
¿Morirá, Señor, toda esperanza de salvación?

 La incredulidad es como el desierto que acosa permanente las cercanías de nuestras tierras, el agua escasea, el verde que brillaba bajo el sol luce mustio y sin energía. A veces el desierto avanza con rapidez, otras las siembras prevalecen y lo detienen. Los hombres ponen todo su empeño para conservar el verdor de las fronteras y habitualmente lo consiguen. Pero la decadencia, la impunidad, el fanatismo acechan la ciudad.
La ciudad que morirá (no lo permitas).
Ruego para que el Espíritu avive lo que queda de ella, rezo por los niños inocentes, las mujeres maltratadas, tal vez como a la antigua Nínive, Dios envíe otro Jonás.


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Y el Señor (Dios) le dijo:
«Tú sientes lástima por la enredadera, 
por la cual no trabajaste, 
y a la cual no hiciste crecer; 
durante una noche creció, 
y a la noche siguiente dejó de existir. 
¿Y yo no habría de tener piedad de Nínive, 
esa gran ciudad 
con más de ciento veinte mil habitantes que no saben distinguir cuál es su mano derecha 
y cuál su mano izquierda, 
y donde hay muchos animales?»


Jonás 4:10-11
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lunes, 21 de julio de 2014

Torta de merengue y lúcuma.

Cada vez que enfermaba -especialmente en invierno-, mamá llegaba de su trabajo con un trozo de torta. 
Mamá murió hace unos años y con el invierno ha llegado el resfriado. 
Mi Padre no deja los detalles al azar (por cierto, es un decir, no creo en el azar) 

¿Por qué somos objeto de amor? 
¿Por qué se nos ama? 
¿Por qué el Padre se preocupa de nuestras vidas mínimas? 
El asombro me sobrecoge. 
El asombro y la gratitud. 

Estoy consciente de la desgracia universal, la condición deteriorada de muchas mujeres, el abandono de niños, la desventura de muchachas en la flor de la vida. 
Personas a las que destruyen sin misericordia. 

¿Merezco este amor si –al igual que miles - no he hecho nada? 
Toca el timbre. 
Mi amiga Xim extiende sus manos y me abraza. 
Luego abre la cajuela del auto y me alarga un albo paquete, la miro con un gran signo de interrogación. 
-Tú sabes que te aprecio, dice y vuelve a abrazarme. 
Como las brisas cálidas del invierno, como el Raco que baja de Los Andes y bendice la ciudad, ella llega a mi puerta con el regalo de sus manos. 
-La hice yo, me explica. 
Sus manos maravillosas endulzan la vida de otros (y a mi). 

Cierro la puerta y recuerdo al apóstol: “Pero Dios, cuya misericordia es abundante, por el gran amor con que nos amó, nos dio vida junto con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado), recuerdo a Lope de Vega: “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?/ ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío …” recuerdo las veces que Xim ha llegado, siempre con una sorpresa.

Coloco el paquete sobre la mesa, descubro su esplendor y tomo esta imagen. 
La eternidad en un clic.
Y escribo.
Escribir es mi forma de agradecer, un homenaje que puedo dar por la amistad. 

Y mi oración de cada día por ti, Xim,   "¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia!   
¡Que el Señor alce su rostro sobre ti, y ponga en ti paz!"





sábado, 12 de julio de 2014

Trabajo productivo.

La mujer que nos recibe es pequeña. 
Alguien podría pensar –a primera vista- que es frágil y dulce. 
Pero no. 
Cuando habla lo hace con pachorra, fuerte, acostumbrada a pronunciar órdenes y que se cumplan. 
Domina su tema. 
No en vano dirige un hogar de rehabilitación para mujeres adictas. 
Mujeres golpeadas. 
Abusadas. 
Enviciadas. 
Mujeres que han tocado fondo. 
Lo han perdido todo, menos esa chispa que tiene todo ser vivo, la esperanza. 
A eso se aferran. 
El día es gélido, ellas amasan, el hogar tiene un agradable olor a pan recién horneado. 
Unas decoran la mesa para el almuerzo, otras miran un video para ensayar una obra de teatro. 
-Es para presentarla cuando vengan nuestras familias- explican. 
Jóvenes, algunas hermosas a pesar de la complicación con las drogas, todas tienen esa mirada propia de los que buscan una palabra, como los cervatillos en la espesura del bosque. Una mirada indefinible, reflejo de sufrimientos atroces, de terrores, ofensas, humillaciones, prejuicios. 
Oramos juntas. 
Por primera vez comprendo la solidaridad de género, como si fueran hermanas, como si hubiéramos tenido una infancia común, los juegos, la escuela, la lumbre de un hogar de clase media en una ciudad del Sur, mojadas por la lluvia interminable o perseguidas por el viento helado de la costa. 
Familiares ellas a mí y yo a ellas, conversamos largamente de lugares comunes. 
A la hora de la despedida prometo volver, prometo escribirles. 
¿Qué será de ellas cuando cumplan el siclo? 
¿Volverán a sus hogares, al mismo barrio, al mismo marido, a las amigas que las llevaron a la disipación? 
¿Volverán a transitar el mismo camino que las trajo a este punto? 
¡Dios!, que tanto trabajo y recursos invertidos no sean vanos, infértiles o desperdiciados. 
Por el contrario, crezcan como lo prometiste “a ciento por uno”. 




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Las semillas que cayeron en la buena tierra 
representan a los que de verdad oyen
 y entienden la palabra de Dios, 
¡y producen una cosecha 
treinta, 
sesenta 
y hasta cien 
veces más numerosa de lo que se había sembrado! 


Mateo 13:23 (NTV) 

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domingo, 8 de diciembre de 2013

Asedio.


El Google Alerts me envía noticias de Pakistán
De Turquía, Filipinas, Irán
Noticias que descodifico, selecciono e interpreto.
Rodeada de cifras, palabras
fotografías, imágenes atroces.
Apenas puedo respirar en este cuchitril atiborrado
Cargado de lágrimas, lamentos, gritos de júbilo
Amenazas de guerra, alaridos de hambre,
palabras extrañas, ininteligibles, sonidos confusos
Una cacofonía autónoma invade todo el espacio, 
la oración se vuelve vaga, difusa,
 angustia de lo que no veo, 
la marca de delitos inconclusos
amenaza permanente de la paz.

Suprimo la alerta. 
Me arrepiento, la vuelvo a tomar.



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Por tanto, 
también nosotros, 
que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, 
despojémonos del lastre que nos estorba, 
en especial del pecado que nos asedia, 
y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante

 Hebreos 12:1
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domingo, 9 de diciembre de 2012

¿Qué espero esta Navidad?


Recuerdo un amigo que nos estropeó la Navidad ese año, (2001 o 2002).
Que el Viejo Pascuero era de origen pagano, que el árbol era una cuestión de los escandinavos y que el 25 de diciembre no era ni por “siaca” la fecha del nacimiento de Jesús. Que era la fecha de algo así como “fiestas saturnales” y que en un pasado remoto habían cristianizado todas aquellas celebraciones y los regalos eran…
¡Vaya!
Frontal y celoso de la ortodoxia. Si él no celebraba nada, nosotros tampoco deberíamos.
Es extraño (y peligroso) el poder que tienen algunos humanos sobre otros.
Aunque yo no estaba de acuerdo, soporté sin chistar su perorata. Tal vez porque tampoco tenía convicciones muy firmes respecto de la Navidad y ese sentido medio pagano en que ha derivado con el tiempo, un discurso ajeno a Jesucristo, regalos por compromiso social, mucho cachureo chino, cosas innecesarias que van llenando los espacios de nuestras casas hasta transformarlos en  madrigueras de cachivaches. Porque, dime si no se te origina un sentimiento de culpa desprenderte de un regalo navideño, algunos innecesarios en su totalidad.
¿Cómo quiero la Navidad aunque en estricto rigor no sea la fecha “exacta” del nacimiento de Cristo?
"Y esto pido en oración", una fiesta pacífica, alegre, solidaria, con alguna cena frugal, (con árbol y todo eso) regalos para los niños, en lo posible a mis vecinos (un Hogar de huérfanos), tarjetitas de saludo escritas con letra manuscrita, una ofrenda para mi amiga de milicia en el sudeste asiático, unas canciones del corazón, agradecimiento que Jesús haya venido,  nos haya mirado… ¿Pido demasiado?

Aún creo en un Dios que responde las oraciones y los ruegos.


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Pero cuando se cumplió el tiempo señalado,
Dios envió a su Hijo,
que nació de una mujer y sujeto a la ley,
para que redimiera a los que estaban sujetos a la ley,
a fin de que recibiéramos la adopción de hijos.

Gálatas 4:4-5

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martes, 22 de febrero de 2011

Mis mejores deseos.



“El Señor te bendiga y te guarde;  
haga resplandecer su rostro sobre ti y te ilumine,  
te beneficie con su  misericordia  dándote su favor.

      Señor te muestre su  aprobación 
haciendo resplandecer su  rostro sobre ti 
y te conceda la paz 
(tranquilidad en el  corazón a través de toda tu vida)"


(Números 16: 24-26)