jueves, 8 de junio de 2017

Una y mil maneras de servir.

Acompaño a un hermano a la Posta de Urgencias, este invierno ha sido particularmente enfermizo y accidentado.
La noche es fría y la sala está llena, no hay muchas posibilidades que la atención sea rápida.
Me siento entre la gente con el ánimo de esperar. Cuando una se rinde al momento puede darse a las personas y escuchar sus múltiples historias. Uno se ha trizado el peroné jugando fútbol, otra tiene una fuerte migraña, tal vez producto de la alta contaminación del aire.

De pronto llegan unas personas, visten unas chaquetas sin manga color verde petróleo –algunos mayores, otros más jóvenes- con bandejas. En sus chaquetas está escrito “Dios es amor”.
Nos ofrecen un café caliente y un pan.
Es gratis, dice el más joven, y sonríe.
Invariablemente todos los que esperamos recibimos el regalo y damos gracias.
Reparten durante un rato, hasta que se termina todo –y no es poco-, luego se van en silencio.
La persona sentada a mi lado me explica, “los hermanos” vienen todos los jueves por la noche y regalan café y sándwich, durante el verano o el invierno, en vacaciones y días laborales, son fieles a su propósito de jueves.
Es maravilloso ver cómo una tarea tan sencilla puede ser un servicio que anime en un lugar de dolor y desaliento como lo es la Posta.
Tal vez Dios me llevó a ese lugar solo para ver este acto de amor sin pretensiones -ni vanidad- más que dar.
Mi enfermo sale sin ningún hueso roto, apenas un esguince y un paracetamol.


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  Dios, en su gracia, 
nos ha dado dones diferentes 
para hacer bien determinadas cosas. 
Por lo tanto, 
si Dios te dio la capacidad de profetizar, 
habla con toda la fe que Dios te haya concedido.  
Si tu don es servir a otros, 
sírvelos bien. 
Si eres maestro, enseña bien.  
 Si tu don consiste en animar a otros, anímalos. 
Si tu don es dar, hazlo con generosidad. 
Si Dios te ha dado la capacidad de liderar, 
toma la responsabilidad en serio. 
Y si tienes el don de mostrar bondad a otros, 
hazlo con gusto."

Romanos 12:6-8

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6 comentarios:

Susana dijo...

Quę detalle tan bonito. Un beso.

Fernando dijo...

Me alegro de que tu enfermo no tuviera nada grave.

Me parece una iniciativa curiosa. En Madrid hay gente que reparte comida o café a los pobres de la calle, pero nunca he visto eso en una sala de espera de urgencias. Uno que está en urgencias no es pobre, puede coger sus monedas y comprar un bollo o un café o lo que quiera. Es, por ello, un acto de mucho amor hacerlo, es ponerse en el lugar del otro -como recomendaba Jesús-, "si yo estuviera ahí esperando ¿Qué querría que me pasara?" A mí, al menos, nunca se me ocurriría hacer lo que hicieron esas personas. Es un buen ejemplo para los que estabais ahí y para los que leemos tu post.

ojo humano dijo...

Así es, Susana. Un lindo gesto.

ojo humano dijo...

Así es Fernando. Sorprendente que personas hagan algo sin otro interés que servir al prójimo, entendiendo que los que están en Urgencias -no solo los enfermos sino también los acompañantes- tienen una carga de dolor bien difícil. Un buen gesto de solidaridad.

Silvia Parque dijo...

Siempre Dios nos lleva a "ese lugar" para algo, ¿verdad? A mí me trajo a tu blog y a esta entrada en particular, "para algo" también.
Un abrazo fuerte. Qué bueno que la persona a quien acompañaste salió bien librada :)

ojo humano dijo...

Es verdad, querida Silvia. Hay un propósito en lo que vemos, algunas cosas dignas de imitar. Por lo pronto estoy haciendo lo mismo con los que sacan basura o las personas que barren en el barrio. Me gusta mucho retribuir un poco a lo mucho que ellos nos ayudan.
Un abrazo, buen finde...