viernes, 4 de octubre de 2024

Reminiscencias.

Entre las muchas fotografías, noticias y un cuantuay de palabras con las que Internet nos bombardea cada día, esta me atrapa y me regresa a algún lugar pasado.
Un lugar feliz, sin duda.

Una persona "se balancea en un columpio en el jardín Cosmos del Parque EWorld, en Corea del Sur." Fotografía gracias a EFE. 

Aquella infancia despreocupada se vivía sin apuros, sin celulares, bastantes libros y algunas lágrimas, pocas, en realidad.
Con la llegada de septiembre-octubre, nuestro jardín compartía sus perfumes con todo el barrio, en especial el naranjo de blancos azahares que exhibían sus formas caprichosas y bellas. 

¡Cuántos regalos hemos recibido -y seguimos recibiendo- de la creación que Dios nos ha permitido disfrutar!
Todavía las estaciones nos definen el tiempo y los sucesos. 
Todavía celebramos elevando volantines, bebiendo limonada con menta y bailando una cueca en honor a la patria. 
Todavía sostenemos en las manos una Biblia de papel fino y canto dorado. 
Todavía, en los atardeceres, a la luz tenue del sol que desaparece,  podemos degustar una taza de té (de hojas) y una crujiente marraqueta con mantequilla. 

Está -además-,  la maravilla de un jardín en medio de la ciudad. 
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¡Mira! 
El invierno ha pasado y con él se han ido las lluvias. 
Ya han brotado flores en el campo, 
ya ha llegado el tiempo de cantar, 
ya se escucha en nuestra tierra el arrullo de las tórtolas. 
Ya tiene higos la higuera, 
y los viñedos esparcen su aroma.

Cantares 2:11-13 DHH

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