viernes, 30 de noviembre de 2018

El Nombre

Cuando ya no tenga nada que decir, 
Cuando el silencio se lleve mi suspiro 
Cuando indolente el cuerpo quede abatido 
Sobre el pasto seco 
Aún ahí mi corazón dirá tu nombre 
Jesús.


-----------------------------------------------------------------




Y tendrá un hijo y lo llamarás Jesús, 

porque él salvará a su pueblo ...

Mateo 1:21


  -----------------------------------------------------------------



viernes, 23 de noviembre de 2018

Síndrome de florero.

Mi amiga Vero cataloga las personas en dos grupos:
Los que se creen el sol.
Los que son iluminados por el sol.
Tal vez todos tenemos un poco de “síndrome de florero (o de sol), por esa idea del amor propio, sin embargo llevado al extremo, la cuestión se pone "color de hormiga".

Centro de mesa.
Ombligo del mundo.
Pintamonos.
Guinda de la torta.
Ego del porte de una catedral.
Persona especial.
En fin, esos y otros adjetivos dependerán del hemisferio donde vives.
La psicología moderna (era que no, siempre la ciencia tiene algo que acotar), le llama "trastorno de la personalidad histriónica, esta página nos da unos buenos consejos para sobrevivir frente a "un centro de mesa".

Ella –la llamaremos Gina- está sentada en un extremo del comedor, conversamos, nos reímos, la camaradería une al grupo. De pronto se descompone, se levanta furiosa, me voy, dice, aquella me ha mirado feo. “Aquella” es una invitada de otra mesa que mira distraída su entorno.
Gina piensa que “todo el mundo” está preocupado de ella, a veces teme hacer el ridículo, en otras ocasiones llega hiperventilada riendo y saludando a gritos, o por el contrario, con un mutismo inusual como si llevara el peso del universo sobre sus hombros.
 -Así soy yo- asegura y si me quieren, quiéranme como soy.

------------------------------------------------------------

Vivan en armonía unos con otros. 
No sean tan orgullosos 
como para no disfrutar de la compañía de la gente común. 
¡Y no piensen que lo saben todo!

Romanos 12:16 (NTV)


------------------------------------------------------------

Foto de: Laura Bofill

viernes, 16 de noviembre de 2018

Gracia de Dios y libre albedrío (parte dos)


Tenía tantas posibilidades.
Un trono
Un reino
Todos los reinos del mundo
Pero eligió los clavos y la cruz.


-----------------------------------------------

Él, cargando su propia cruz, 
fue al sitio llamado Lugar de la Calavera 
(en hebreo, Gólgota). 
Allí lo clavaron en la cruz.

Evangelio de Juan 19:17

----------------------------------------------


: “Es por gracia que han sido salvados, 
por medio de la fe, 
y esto no de ustedes mismos, 
es el don de Dios, 
no por obras, 
para que nadie pueda jactarse”

 (Efesios 2: 8-9 NVI).

-------------------------------------------------







viernes, 9 de noviembre de 2018

Gracia de Dios y ociosidad (parte uno).

¡Qué difícil resulta no hacer nada!
En un mundo donde todo es utilitario, la ociosidad es mal vista, excepto en vacaciones que, se supone, son merecidas después de un largo período de trabajo.
La meritocracia nos gobierna.
Incluso en nuestras iglesias evangélicas, la bizantina cuestión teológica entre las obras y la gracia aún hace estragos.
Muchas personas se creen indignas porque no son tan buenas como para acercarse a un Dios Santo y se esfuerzan por alcanzar una salvación que les parece inaccesible.
“No hacer nada” perturba los parámetros humanos.
¿Cómo concebir en nuestro interior la idea del no-esfuerzo?
¿Cómo recibir un regalo que –según nuestra pequeña cabecita- no hemos hecho nada para merecerlo?
¿Cómo comprender que la gracia de Dios es eso: GRACIA?


-------------------------------------------------

 “…ya no vivo yo, 
sino que Cristo vive en mí. 
 Lo que ahora vivo en el cuerpo, 
 lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó 
y dio su vida por mí. 
No desecho la gracia de Dios. 
 Si la justicia se obtuviera mediante la ley, 
 Cristo habría muerto en vano”. 

 Gálatas 2:20-21 (CST)


 ---------------------------------------------------

viernes, 2 de noviembre de 2018

Visitar el pasado.

La naturaleza del tiempo es fascinante, pero encuentro aún más interesante la capacidad humana de detenerlo en algún punto, con fecha, imágenes y espacio definido.

Ha llegado a nuestra casa un hombre mayor -alguna vez vivió aquí- con la hija de su hermano.
(Debería decir sobrina, pero la expresión "hija de su hermano" me genera un agrado particular al describir un parentescos).
Esta es la casa de mi infancia, le explica, mostrándole la icónica mesa de roble que aún permanece en la cocina, los detalles de fierro en las ventanas, el piso de madera que se conserva intacto.
Nos relata historias de su niñez, anécdotas con su hermano que ha fallecido hace poco tiempo, entrañables recuerdos afloran en su voz que de pronto tiende a quebrarse.

Este hombre de casi dos metros, que se erige como conferencista internacional en diversos países frente a notables auditorios de sagaces intelectuales,  de pronto se ha transformado en un niño de diez años sentado -junto a su hermano- en la cocina, mientras su madre prepara mermeladas y ellos aspiran el aroma de la fruta que hierve lentamente.

Se podría escribir un libro con las historias de los habitantes de esta casa (en realidad, de cualquier casa).
Tal vez para eso es imprescindible el don de escribir, mantener vivos dentro de nosotros los que ya no están pero que seguimos amando con la misma intensidad de esos tiempos.


--------------------------------------------------
Hay quienes se quejan de que 
«todo tiempo pasado fue mejor». 
Pero esas quejas no demuestran 
mucha sabiduría.

Eclesiastés 7:10

-------------------------------------------------