Los chicos de ahora con un supermercado a su disposición no rozan la satisfacción de tener hambre y saciarla de manera natural.
Pobres, tienen todo al alcance de sus manitas, pero los persiguen los famosos sellos (alto en azúcar, alto en grasas, alto en sodio…etc), tendrán que aprender a gustar una sencilla tostada con un halo de mantequilla, una manzana bien lavada o por merienda un simple y nutritivo plátano "sin nada".
Ese "sin nada" significa sin azúcar ni leche condensada o miel, costumbre que deberemos borrar de nuestro ideario.
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Jesús les dijo:
Yo soy el pan de vida;
el que a mí viene, nunca tendrá hambre;
y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Juan 6:35
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