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viernes, 15 de diciembre de 2023

Año 2024, que seas feliz.

 

Mantengámonos firmes 

sin titubear en la esperanza que afirmamos, 

porque se puede confiar en que Dios cumplirá su promesa. 

 Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros 

a realizar actos de amor y buenas acciones. 

Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, 

sino animémonos unos a otros, 

sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca."

Hebreos 10:23-25 NTV


viernes, 10 de abril de 2020

COVID-19, preguntas que nos inquietan (parte uno)

Voces se levantan para enjuiciar la tierra a modo de dioses airados.
Los que son creyentes (y algunos no tanto) buscan propósitos en la epidemia que tiene a todo mundo de cabeza; más aún, con incertezas que mortifican llevan sus opiniones a extremos de temor; siempre habrá profetas para el desastre, con razón o sin ella.
¿Qué nos quiere decir Dios en este frenazo a la vida moderna?
¿Qué nos dice la naturaleza?
¿Qué nos dicen los científicos?
¿Qué nos dice la historia?
¿Qué decimos nosotros de lo que somos?

Podemos responder a la primera pregunta:
Hay un mensaje global y uno personal, sin duda.
El Señor ha hablado en el pasado y lo hace hoy, a los ojos, al oído, al corazón, a la mente. 
No es un mensaje que a Dios se le haya ocurrido hoy aprovechando fortuitamente esta calamidad; el mundo ha sufrido en el correr del tiempo toda clase de catástrofes y el Señor “nos ha hablado por su Hijo, mediante el cual creó los mundos y al cual ha hecho heredero de todas las cosas.” (Hebreos 1:2)

Si respondemos la primera pregunta podemos deducir que Dios nos quiere decir lo mismo que nos ha dicho siempre:  “Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes. Yo, el Señor, lo afirmo.” (Zacarías 1:3)

Todos los días y en toda circunstancia el mensaje ha sido lanzado por toda la tierra, responder es nuestra decisión. “Es lo que se nos dice: Cuando hoy escuchen la voz del Señor, no cierren herméticamente el corazón” (Hebreos 3:15)




(Fotografía: Un hombre alimentando paloma en Hyredabad, India. Abril 7, 2020.  AP., 


viernes, 14 de diciembre de 2018

Vidas paralelas.

Debo estar diciendo esto con un suspiro 
De aquí a la eternidad: 
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, 
Yo tomé el menos transitado, 
Y eso hizo toda la diferencia. 
Robert Frost) 

La mañana azul adornaba con una sombra encantadora su figura vestida con solemnidad, camino directo  al Registro Civil.
Era el día de su boda.
Frente al juez esperaba aquel hombre que aceptaba una mujer-madre con su hija de dos años a cuestas.
Para aquella cultura un hombre así era de una particular nobleza y mi madre supo que no hallaría otro de esa calidad.
Caminó bordeando la sombra matutina, solo quedaba un breve tramo y saldría del lugar con una flamante libreta de casada que borraría el estigma de madre soltera.
Titubeó un momento.
Se detuvo en una banqueta y descansó.
Miles de imágenes llenaran su cabeza.
El hombre nunca miraba a su niña.
Nunca le trajo un regalo.
El hombre ignoraba esa pequeña persona.
Ni una vez la llamó por su nombre.
 El hombre querría hijos propios.
 Su niña sufriría el desaire de los hijos legítimos.
Se paró, arregló su vestido y desanduvo el camino.
Eligió el camino más difícil, el insulto, el menosprecio, la ofensa legal de cualquier comadre de barrio.
Todo aquello sería soportable si su hija era feliz.
Y lo fue.
Cada decisión define el futuro, si mi madre hubiera elegido firmar un contrato, un hogar legalizado, una familia, mi vida hubiera sido absolutamente otra, una vida paralela se quedó en suspenso en aquella mañana azul.
Lo que otros eligen es nuestra vida, lo que elegimos nosotros es la vida de otros hasta varias generaciones.
Dios honró a mi madre (Q.E.P.D.) porque eligió el camino menos transitado.


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Dios dijo: 
«Verdaderamente te bendeciré 
y te daré muchos descendientes».

Hebreos 6:14

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viernes, 23 de marzo de 2018

La espera.

Para cuando venga Lucio
Pintaremos nuestra casa
Cambiaremos la vajilla
Puliremos las baldosas
Tan brillantes que reflejen su hermosura

Para cuando venga Lucio
Habrá música en las calles
El peldaño de la entrada bailará
Bajo sus pies y los nuestros
Las ventanas se abrirán
Dando paso al beso de la brisa
Y el sol ¡ah!, el sol se detendrá sobre su frente
Como el más esplendoroso
Día de verano

Para cuando venga Lucio
El jardín florecerá
Aunque sea invierno pleno
Las estrellas brillarán
Resplandecientes
Aun en la noche más oscura

Para cuando venga Lucio…

¿No piensas que tarda demasiado?
¿Por qué no viene?
¿Cuánto deberemos esperar
Para preparar la bienvenida?



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Lo que ustedes necesitan es tener paciencia; 
para que, una vez que hayan hecho la voluntad de Dios,
 reciban lo que él ha prometido darnos. 
 «Porque dentro de muy poco tiempo el que ha de venir, 
vendrá y no tardará. 
 Pero el justo vivirá por la fe; 
y si se vuelve atrás, no será de mi agrado.» 

 Hebreos 10: 37

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lunes, 9 de octubre de 2017

Un nuevo trabajo.

Inicié un trabajo nuevo.
Siempre lo desconocido provoca nerviosismo.
Se ha creado un proyecto en el Consultorio de Salud.
La jefa me lleva a conocer el lugar y me explica mis tareas.
Ayudar visitando a una cuidadora de personas postradas, compartiendo tiempo con ella, escuchar sus tristezas (que siempre las hay), compartir algunos ejercicios cognitivos, en fin, hacer su vida -ya dificíl- un poco más vivible.
Por cierto, nadie es dios para otro; el Dios verdadero, en el misterio de su misericordia, puede crear esperanza y descanso en este breve tiempo.
“Mi cuidadora” es una mujer esforzada y valiente.
Tiene la tarea de vigilar y atender una niña perturbada, un padre enfermo y una madre que apenas se levanta de la cama. ¡Vaya, todo el día sin parar!
Conversamos, el sol de la tarde nos pilla conociendo dos mundos distintos, intercambiamos  historias, risas, recuerdos de la memoria colectiva chilena.
En  la despedida me sonríe y dice “por favor, no me deje sola”.
Esa frase me estremece.
He prometido ser fiel a la tarea que se me ha confiado.
Me encomiendo a la gracia de Dios.



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Porque Dios no es injusto
 como para olvidarse de las obras
 y del amor que, para su gloria,
ustedes han mostrado sirviendo a los santos, 
como lo siguen haciendo.
  Deseamos, sin embargo, 
que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo empeño 
hasta la realización final 
y completa de su esperanza. 

Hebreos 6:10-11


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(Fotografía del chileno Sergio Larraín, tomada de dibam)

lunes, 7 de septiembre de 2015

Preparada para las fiestas patrias.

Somos cíclicos.
Para la política, las fiestas, la comida y las relaciones.
Lugares comunes de nuestro 18,  que la chicha debe ser dulce…y de Curacaví,  las empanadas chilenas son las mejores, que nuestro asado supera al de los argentinos, que no hay otro baile como la cueca y por supuesto que el vino chileno no sé cuántas medallas ha ganado, en fin, como dijera el sabio aquel “nada nuevo bajo el sol”.


Este año he decidido pasar por alto la parafernalia de septiembre.
Ninguna visita de cortesía que deja 3 o 4 kilos de exceso en el peso que cuesta mantener.
Nada de espectáculos televisados con un idioma manido. No me explico para qué estudian los periodistas 6 o 7 años si se copian unos a otros sin siquiera ruborizarse.

Esta vez me rebelo como cualquier opositor en ciernes.
Equipada con las más variadas armas pretendo poner defensa ante el ataque de la exageración fiestera:
Libros de cabecera: 5
Películas de video: 3
Música cristiana: 6
Y como siempre (sí, yo también me repito), una Biblia, versión RVR.


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"... reconocieron que eran extranjeros y peregrinos en esta tierra. 
Porque los que dicen esto, 
claramente dan a entender que buscan una patria;  
 pues si hubieran estado pensando en la patria de donde salieron, 
tiempo tenían para volver. 
Pero ellos anhelaban una patria mejor, es decir, la patria celestial. 
Por eso Dios no se avergüenza de llamarse su Dios; 
al contrario, les ha preparado una ciudad."
Hebreos 11:13-15 

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martes, 12 de mayo de 2015

Doctores en vía de extinción.


 (Radiografía de una flor: Nick Veasey)


Cuando se abrió la puerta de la consulta lo vi parado detrás de su escritorio con el brazo extendido hacia mi, la mano abierta como deteniendo el aire. Con voz fuerte exclamó: “No me digas nada, con solo mirarte sé lo que tienes”.

Después de ese exabrupto me quedé paralizada (yo era muy joven e impresionable). No sabía si estaba frente a un doctor o un charlatán.
El Doctor Loco, le decían.
Atendía en forma particular, solamente $ 500.- (más o menos 1 dólar) la consulta.
Obviamente la sala de espera se repletaba desde la mañana a la noche, las personas aguardaban con santa paciencia largas horas, porque "la buena fama es mejor que  el buen perfume" se extiende ni se sospecha hasta dónde. Parecía que todo el Chile enfermo se había citado en aquel lugar.

¿Un dolor de barriga?
¿Fiebre?
¿Síntomas raros?
¿Dolores de cabeza?
No había enfermedad para la que no tuviera una receta.
Nada de  muestras de sangre.
Ni  ecotomografía.
O  examen de orina.
Simplemente su ojo inquisitivo, un aparato de rayos X donde observaba con detención y ese tono de seguridad que da la experiencia. Después de atender 50 enfermos diariamente durante varios años, conocía al ser humano al revés y al derecho.
La gente sanaba.
Algunas malas lenguas decían que muchos sanaban porque "le tienen fe". 
¿Y acaso no se necesita fe para vivir?, más aún si tienes alguna debilidad, un pila de achaques o un diagnóstico terminal.  
"La fe es  la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver." (Hebreos 11:1 NTV)
 
Mi abuela contaba que el médico antiguo tenía un mamotreto con el historial de todo el pueblo, atendía nacimientos, defunciones, accidentes y un cuantuay de problemas, hasta confidencias sentimentales de alguno que padecía "el mal de amor" (decían). Las personas  veneraban aquellos seres serviciales y compasivos.

Con el advenimiento de la educación superior, los inmigrantes y aparatos sofisticados, el médico de pueblo ha desaparecido.
Hoy se va a una clínica donde hay “especialidades”,  un galeno moderno no te da ni una simple receta para el resfrío si no tiene una cantidad considerable de exámenes. Queda una peor de lo que estaba -digo- por la fortuna que se gasta.
Con justa razón nos llaman “pacientes”.

He rogado a Dios que mi paso por esos lugares –si es absolutamente necesario- sea breve.




jueves, 18 de septiembre de 2014

¿Qué es la patria?

Una niña en la clase de lectura me pregunta ¿qué es la patria?
Estos días de fiestas todos la celebramos, insertos en el regazo protector de la cordillera.
El lugar donde vivimos.
La bandera.
La canción.
Las comidas.
Las palabras que nos unen.
El baile.
El espejo verde-azul que nos invade.
La madre.
El padre.
El lugar de la oración cotidiana.

He pensado  tantas definiciones.
Entre todo recordé una frase leída por ahí: "la patria es el lugar ausente"

"Nadie es la patria (dice Borges).
Ni siquiera el tiempo cargado de batallas, 
de espadas y de éxodos 
y de la lenta población de regiones que lindan con la aurora y el ocaso, 
y de rostros que van envejeciendo en los espejos que se empañan 
y de sufridas agonías anónimas que duran hasta el alba 
y de la telaraña de la lluvia sobre negros jardines.
Nadie es la patria, pero todos lo somos."


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Antes bien, anhelaban una patria mejor, 
es decir, la celestial. 
Por lo tanto, 
Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, 
y les preparó una ciudad. 

Hebreos 11:16


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domingo, 8 de diciembre de 2013

Asedio.


El Google Alerts me envía noticias de Pakistán
De Turquía, Filipinas, Irán
Noticias que descodifico, selecciono e interpreto.
Rodeada de cifras, palabras
fotografías, imágenes atroces.
Apenas puedo respirar en este cuchitril atiborrado
Cargado de lágrimas, lamentos, gritos de júbilo
Amenazas de guerra, alaridos de hambre,
palabras extrañas, ininteligibles, sonidos confusos
Una cacofonía autónoma invade todo el espacio, 
la oración se vuelve vaga, difusa,
 angustia de lo que no veo, 
la marca de delitos inconclusos
amenaza permanente de la paz.

Suprimo la alerta. 
Me arrepiento, la vuelvo a tomar.



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Por tanto, 
también nosotros, 
que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, 
despojémonos del lastre que nos estorba, 
en especial del pecado que nos asedia, 
y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante

 Hebreos 12:1
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jueves, 7 de febrero de 2013

Tener fe.

 
Hidalgamente reconozco que soy una mujer incrédula.
Y no voy a culpar a mis antepasados, los medios, el mundo o cualquiera de esos argumentos baratos que esgrimen los que no quieren asumir sus flaquezas.
Sí, no me enorgullece en absoluto.
Lucho decididamente con mi desconfianza, pido perdón  y ruego  cada día como aquel padre de la historia: “Creo, ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24)

Me ha impresionado esta fotografía. He ahí un hombre de fe que espera confiado en medio de la nada para ganar algo de sustento.
Dios ayude, bendiga, prospere y aumente la fe de esos seres honrados que esperan, como las aves, aguardan el sustento.


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“Ahora bien,

la fe es la certeza de lo que se espera,

la convicción de lo que no se ve.”
(Biblia de las Américas)

“Ahora bien,

tener fe es estar seguro de lo que se espera;

es estar convencido de lo que no se ve.”
(Reina Valera Contemporánea)

Hebreos 11:1

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miércoles, 31 de octubre de 2012

Canuto-fobia.

Chistoso el calificativo.
Si no fuera ofensivo, claro está.
Hay una costumbre ancestral profundizada por el temor a lo desconocido, costumbre que nos incita a ofender o derechamente hacer una caricatura de aquello que tememos.
Eso ha sucedido con los evangélicos en Chile.
Crecí con la etiqueta de “canuta”. Nunca fue una gran ofensa para mis escasos años pues si uno lee la historia, ésta redime cualquier seudónimo humillante.  Recordemos el revelador ejemplo de don B. O Higgins, apodado “huacho”, término que nadie recuerda ni usa para un “padre de la patria” como se le considera.
Con la curiosidad de mis 10 años investigué como pude la palabra aquella, le pregunté a mi madre, al jefe del coro, al pastor de la iglesia y formé un cuadro mental de mis ancestros, con cierto orgullo por su valentía y pena por sus sufrimientos.
De mayor me di a la tarea de lecturas más profundas. Nunca me he sentido discriminada ni rara. Soy cristiana evangélica como otros son mormones, ateos, musulmanes, católicos o hinduistas.
Ni siquiera pido algún beneficio legal, sencillamente vivir la fe como otros viven la suya, en un país clasista ¿hay alguno que no lo sea?, un poco racista, un poco tolerante-intolerante, marcadamente político y cada día más incrédulo.


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Fijemos la mirada en Jesús,
el autor y consumador de la fe,
quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz
y menospreció el oprobio,
y se sentó a la derecha del trono de Dios.
Por lo tanto,
consideren a aquel
que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores,
para que no se cansen ni se desanimen.


Hebreos 12:2-3

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martes, 30 de agosto de 2011

El desconocido poder de la amargura.

"No deis lugar a que broten en vosotros raíces de amargura que os impidan progresar en vuestra fe y que contaminen la vida espiritual de muchos."

(Hebreos 12:15)


"Su jefe, un compañero de oficina al que siempre parece irle mejor que a usted, el vecino con la camioneta más grande de la cuadra o un viejo amigo con el que ya no cruza palabra después de una pelea, cualquiera de ellos puede ser el destinatario de una frase que cerca de la mitad de la gente ha dicho alguna vez: "¡Ese fulano me enferma!". Lo que usted no sabe es que esas palabras, que parecen no ser nada más que una exageración, pueden ser completamente ciertas, ya que su amargura o resentimiento, cuando permanece en el tiempo, puede ser una fuente de serios problemas de salud..."
siga leyendo en:






martes, 18 de enero de 2011

¿Anacrónico?

Como los zapatos taco aguja, las tacitas chinas para el té, los sombreros de copa o el himno  Castillo fuerte, un comentarista sostiene que el evangelio (y los evangélicos) es un anacronismo, algo ajeno a la modernidad, la ciencia y los medios que nos rodean. Más aún si cantan en sus reuniones masivas “Firmes y Adelante”.
Vaya.

Nada más lejos de la verdad.
¿Puede el espíritu humano prescindir del amor?
¿Pueden las personas –modernas y científicas- despreciar la misericordia como un bien?
¿Hay menos problemas mentales hoy que en el tiempo de Jesús?
¿Los hombres han resuelto sus conflictos existenciales?

¿Son más felices porque son más prósperos, saben más del mundo que les rodea y viajan a las estrellas?
¿Han resuelto sus diferencias con palabras de paz y buena voluntad?
¿Hay menos presos en las cárceles, menos enfermos en los hospitales, menos enajenados en los siquiátricos?

¡¿De qué anacronismo me están hablando, porfa?!
  

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Jesucristo es el mismo
ayer
y hoy
y por los siglos.

Hebreos 13:8
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lunes, 4 de octubre de 2010

El funeral.

Los pobres mueren, al igual que los ricos. 
De eso qué duda cabe.
Un accidente, una enfermedad, un minuto inesperado

¿Manda la muerte carta de aviso como los cobradores de deudas atrasadas? 
¿Nos llega un mensaje de texto al celular o un correo electrónico para advertirnos?

Tal vez haya muchas señales previas que no sabemos decodificar, inmersos en la vida que nos atrapa, tal vez no envía señal alguna y lo que tomamos por avisos son simples momentos cotidianos que, con lo  supersticiosos  que somos, los juntamos y armamos una premonición.

En este caso nadie le dio el aviso.
Salió ese día –como siempre- dándole un beso de despedida a su hija y otro a su mujer. Pasó por el departamento   de su madre y con la alegría de todas las mañanas levantó la mano y le gritó desde abajo el saludo acostumbrado.
Por la tarde ya no respiraba. Rápido, limpio  y letal el bus de la muerte hizo su trabajo a la perfección.

Hoy concurrimos  a su funeral.
Entierro de pueblo, caminamos detrás de la carroza, en cada esquina había aplausos y llantos. Nos acompañó un sol tibio de atardecer, triste. Los amigos regaban la urna con cerveza, a modo de ceremonial, gritaban consignas y se lamentaban.

La madre estaba como loca, pedía justicia a un cielo ceniciento, cielo de  última hora. Que la dejaran sola, rogaba, desgarrada entera. Ninguna mujer espera enterrar el hijo de sus entrañas, menos aún si está en la flor de la vida. Recordé unos versos del poeta Rilke: “Cuando nos creemos en el corazón de la vida, se atreve (la muerte), de pronto, a llorar en nosotros”.



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“… está establecido que
los seres humanos mueran una sola vez,
y después venga el juicio.”

Hebreos 7:27
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(Pintura obra de Ellis Wilson)