miércoles, 25 de diciembre de 2013

Regalo de Navidad.


Tres años de cuidados. 
Riego. 
Vitaminas. 
¿Cuándo - me preguntaba-, dará una flor? 
Y de pronto hoy, como un regalo del cielo, sin aviso previo, ahí está la maravilla, la más extravagante belleza, una textura de cera en esas pequeñas flores parecidas a las estrellas. 
Clepia. 
Nada que agregar. 


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Pero ustedes, hermanos, 
tengan paciencia hasta la venida del Señor. 
Fíjense en el labrador, 
cómo espera el preciado fruto de la tierra, 
y cómo aguarda con paciencia 
a que lleguen las lluvias tempranas y tardías. 


Santiago 5:7 

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martes, 17 de diciembre de 2013

Tiempo perfecto.

Pero cuando se cumplió el tiempo señalado, 
Dios envió a su Hijo, 
que nació de una mujer y sujeto a la ley, 
para que comprara la libertad de los que eran esclavos de la ley, 
a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. 

Y por cuanto ustedes son hijos, 
Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, 
el cual clama: «¡Abba, Padre!» 

Así que ya no eres esclavo, sino hijo; 
y si eres hijo, también eres heredero de Dios por medio de Cristo. 


Carta del apóstol Pablo a los Gálatas 4:4-7



(Pintura gracias a Natalia Goncharova)

domingo, 8 de diciembre de 2013

Asedio.


El Google Alerts me envía noticias de Pakistán
De Turquía, Filipinas, Irán
Noticias que descodifico, selecciono e interpreto.
Rodeada de cifras, palabras
fotografías, imágenes atroces.
Apenas puedo respirar en este cuchitril atiborrado
Cargado de lágrimas, lamentos, gritos de júbilo
Amenazas de guerra, alaridos de hambre,
palabras extrañas, ininteligibles, sonidos confusos
Una cacofonía autónoma invade todo el espacio, 
la oración se vuelve vaga, difusa,
 angustia de lo que no veo, 
la marca de delitos inconclusos
amenaza permanente de la paz.

Suprimo la alerta. 
Me arrepiento, la vuelvo a tomar.



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Por tanto, 
también nosotros, 
que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, 
despojémonos del lastre que nos estorba, 
en especial del pecado que nos asedia, 
y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante

 Hebreos 12:1
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martes, 3 de diciembre de 2013

Desaire.

Observo con interés la noche estrellada 
Millones de astros saludan años luz de distancia
 
A mi lado el hibisco se esfuerza por mostrar 
Su delicado corazón. 




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"La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas;
Clama en los principales lugares de reunión, 
a la entrada de las puertas de la ciudad dice sus razones:... 
Yo os llamé, pero no quisisteis escuchar; 
tendí mi mano, pero no hubo quien atendiera, 
sino que desechasteis todos mis consejos" 

Proverbios 1:20, 24

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lunes, 25 de noviembre de 2013

¡Qué vida, mi vida!

- Pucha, mami, no me avergüences . 
-¿Qué quieres ahora? 
-Que me pases el auto. 
-¿Estás soñando?, vengo a las compras, ¿cómo quieres que las traslade? 
-Mamita, tú puedes irte en taxi. 
-Hijo, ¿no crees que te estás pasando de la raya? 
-Pero, mami, tú tienes dinero, yo soy el que ando pidiéndote siempre. 
-Bueno sería que trabajaras. 
-Sabes que las pegas están escasas. 
-Claro, cuando uno se levanta a las dos de la tarde. 
-No seas pesada. Sabís que me acuesto tarde. 
-Por salir con los amigos. 
-Ya po, mamá ¿me prestas el auto o no?
-No. 
-Pero, ¿qué te cuesta? 
-Me cuesta, ya tienes treinta años y todavía me pides dinero. 
-Por favor, no me avergüences. 
-Y tú, la carita de santo. 
-Porfa, pásame el auto, no seas tacaña. 
-Ya, ahora yo soy la tacaña. 
-Pero, mami, una vez, solo esta vez, te juro que no te molesto más. 
-Ya, déjame en un taxi. Eres un vivo. 
-Y tú, preciosa. 
-Márchate luego y pone bencina al estanque. 
-Ay, ando planchado, ¿me prestas unos billetes? 
-¡Qué vida mi vida!, ahí tienes, y no manejes ebrio, que no voy a ir de nuevo a sacarte de la comisaría. 
-No, mami. 



(Lugar: Sin querer he sido testigo de este diálogo en el estacionamiento de un supermercado.)



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La vara de la disciplina imparte sabiduría,
 pero el hijo malcriado avergüenza a su madre. 


Proverbios 29:15


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martes, 19 de noviembre de 2013

Fina.

-Debería beber agua, tiene los tobillos hinchados. 

-Perdóname, tú sabes que soy fina, solo bebo vino. 

-Pero si apenas tiene recursos para  tomar  agua.

-Por eso mismo, si alguien va a hacer caridad conmigo, que la haga a mi gusto. 

-El vino le hace mal para la sangre. 

-Y ¿crees que el agua me va a mejorar? 

-Por lo menos le aliviará esa hinchazón. 

-Hija mía, a mis años, si he de morir, que sea contenta ¿no dice tu Biblia que el vino alegra el corazón? 


(Diálogo que escuché  entre una madre y su hija 
Por cierto, algunos galenos dicen que el vino es antioxidante ¿será?) 



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No dejes que te atraiga lo rojo del vino; 
¡que no te deslumbre su brillo en la copa! 
Suavemente se desliza por la garganta, 
pero al final muerde como serpiente; 
¡causa más dolor que una víbora!
 Hará que tus ojos vean cosas extrañas, 
y que tu corazón diga cosas perversas.
Creerás estar dormido en medio del mar, 
o acostado en la punta del palo mayor, y dirás: 
«Estoy herido, pero no me duele; 
estoy molido, pero no lo siento. 
¿Cuándo voy a despertar, para ir por más?» 



 Proverbios 23:31-31 


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lunes, 11 de noviembre de 2013

Navidad en noviembre.

Entro al supermercado y ya es Navidad. 
Voy al barrio Meiggs y YA es Navidad. 
Leo mi revista favorita y todas las sugerencias son qué regalar esta…Navidad. 
Llego a la clase de niños y ensayan…sí, adivinaste, canciones de Navidad. 

Con razón al día siguiente del 25 de cada diciembre las personas se vuelven locas con las predicciones de Año Nuevo, las fiestas, los fuegos artificiales y eso de comer lentejas, usar ropa interior amarilla y brillar con los labios rojo-pasión. Los pobrecitos quedaron saturados de viejos pascueros de barba blanca y toda la parafernalia de papeles plateado-morado-dorado-grana y verde. Pasarán un año sin oír, ver, oler o comer algo que les recuerde las fiestas navideñas.
Y, claro está, sin hablar de Jesús.




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«Soberano Señor...
 He visto tu salvación, la que preparaste para toda la gente. 
Él   (Jesús)  es una luz para revelar a Dios a las naciones, 
 ¡y es la gloria de tu pueblo Israel!».


Evangelio de Lucas 2:30-32

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miércoles, 6 de noviembre de 2013

El trabajo de escribir.

"¿Qué será de mis versos? ¿Quién los leerá?", se pregunta un poeta.
Detrás de las interrogantes surgen otras. ¿Importa que alguien lea lo que escribimos?
Vaya que sí importa, el leitmotiv (*) de la vida es nuestro reflejo en los otros.

A veces nos persigue una idea, otras estamos vacíos y secos.
Nada de pensamientos brillantes, apenas imágenes y destellos que quieren hacerse palabras y no lo logran.
La mayor parte de los días luchamos con la cotidianeidad de las cosas, acostumbrados al color y  sabor de la costumbre.
Mi amigo F. siempre dice que el trabajo de crear es un 5 % de inspiración y 95% de transpiración. 
Cuando pareciera que no tenemos a qué echar mano dentro de esa rutina abrumadora,  surge una frase, unas líneas que se abren paso entre la selva y el cemento como las raíces del chamico que alucinan y purifican.
La revelación nos toca y vislumbramos la plenitud.
En ese instante solo quiero que Su ojo, la mirada que rodea la tierra, se pose en esas líneas, solo eso justificará el trabajo, las lágrimas, el desaliento y la inquietud. 
Si hay lectores fieles es un regalo adicional de Su gracia.


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Jesús fue a Nazaret, 
donde se había criado, 
y en el día de reposo entró en la sinagoga, 
como era su costumbre, 
y se levantó a leer

 Evangelio de Lucas 4:16
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 (*) http://www.wordreference.com/es/en/frames.asp?es=leitmotiv

lunes, 4 de noviembre de 2013

Evangélicos (parte 2)

En la ceremonia a la que asistí se habla de “nuestras raíces”, de “nuestros precursores”, aquella antigua prédica con “lágrimas” de los pioneros, el honor negado, la ley que a los evangélicos les dio un día festivo y un supuesto reconocimiento como iglesia, aunque los legisladores apenas terminado el momento seguirán promoviendo leyes absolutamente opuestas al espíritu del evangelio con una tenacidad vergonzante. 

Día feriado el recién pasado 31 de octubre (semejante a los vidrios de colores que trajeron los conquistadores para dar a los indígenas), una fecha donde los ciudadanos andan preocupados de hallowen, celebración extraña auspiciada por el marketing y el “retail” con amplia fanfarria; nada de Dios, Jesús o evangelio, “no junta ni pega”. 

Algunos congresistas dirán en algunos medios (prensa, tv) palabras de buena educación, de política electoral, esa vaga diplomacia característica de los que desean quedar bien con Dios y con el otro, discursos dirigidos hacia una iglesia que está en constante crecimiento y que siempre ha sido la hermana pobre del cristianismo. Por cierto, ellos saben que las nuevas generaciones están cambiando ese prototipo, muchos estudian carreras universitarias, posgrados y serán profesionales que no se avergüenzan de ser pentecostales, bautistas o presbiterianos y claro está, son votantes. 



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“Esta confianza la tenemos mediante Cristo para con Dios. 
No que estemos capacitados para hacer algo por nosotros mismos; 
al contrario, nuestra capacidad proviene de Dios, 
el cual asimismo nos capacitó para ser ministros de un nuevo pacto, 
no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, 
pero el Espíritu da vida.” 


2 Corintios 3:4-6



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jueves, 31 de octubre de 2013

Evangélicos (parte 1)


Tengo aversión a las ceremonias, llámese bodas, funerales, cumpleaños y otras que no deseo nombrar para que no me tilden de anacoreta, misógina o que habito una burbuja (como ya me lo han dicho). 
Sin embargo la vida, la sociedad, los amigos, el amor, le quiebran a una los moldes con los que se ha construido el castillo de prejuicios. 
Cedo. 

La voz en el teléfono invita a una ceremonia evangélica que, a mi parecer, puede resultar pintoresca e impredecible. Nunca sé si se subirá al podio un latoso (perdone, Señor, no es por ofender), o tal vez uno que nos adormezca con su mejor cháchara política –estamos en época de campañas electorales-, o alguien que nos represente dignamente, mejor dicho, que no nos deje en vergüenza pública. 

Porque claro está, los periodistas se solazan con los evangélicos que “meten la pata”, aunque sea una falta menor, un término inexacto, una corbata extravagante o ese típico lenguaje que solo nosotros entendemos. 
Asisto al Congreso de la República, me mueve un poco la curiosidad, conocer un palacio histórico no es menor, además habrá un recordatorio a mi amiga Li, galvano incluido, notas en algún periódico, fotos y –obviamente- la foto oficial. (Lamento que ella no esté presente, hace dos años fue su funeral).

 “¿Quién lo iba a pensar?”, decía mi santa madre cuando sucedía algo sorprendente, ¿quién diría que esta sureña venida a menos, tímida y revoltosa estaría sentada donde alguna vez estuvieron los próceres de la patria? 

¡Vaya! 


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No me avergüenzo del evangelio, 
porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: 
en primer lugar, para los judíos, 
y también para los que no lo son. 

Romanos 1:16
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jueves, 24 de octubre de 2013

El abandono.

Se casó C. el domingo pasado. 
Escribía un blog,  en aquel tiempo sorprendente donde todos queríamos componer algo destacado para la posteridad, publicar, cambiar el mundo, predicar el evangelio y desentrañar los misterios del Apocalipsis. 

Unos inventaban poemas. 
Otros cuentos hilarantes. 
Blog de fotos (a veces impresionantes). 
Mini-ficción. 
Historias reales o imaginadas. 
Comentarios de noticias o mensajes en clave. 
Hacker amigo ¿recuerdas cuando rompiste mi clave y te paseaste por mi sitio en la oscura soledad de tu PC? 

La vida –como a C. este domingo- terminó atrapándolos (atrapándonos). 
Nos sedujo con profesiones convenientes (buena paga y mal horario), la mágica televisión de cable, plasmas, celulares, tablets, poco a poco la palabra dejó de maravillarnos y se inició la parálisis del lenguaje, ninguna idea, pocos lectores. 

¿Qué significado tiene hoy escribir un poema? 
¿Cuánta trascendencia concita un cuento? 
¿Cuánta influencia tiene una frase publicada en artísticos marcos dorados? 
¿Es importante seguir publicando una página o un blog? 

Efímeros y frágiles fuimos. 
Somos. 

Ni siquiera hoy que escribo estas líneas puedo asegurar si yo también no tomaré el camino del abandono para siempre. 


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Porque no abandonará el Señor a su pueblo
ni desamparará su heredad.

Salmos 94:14

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¡Gracias a Dios  Él es fiel!

sábado, 19 de octubre de 2013

Viajar en Metro.

Pasa un carro. 
Lleno. 
El próximo. 
Lleno. 
Un tercero. 
Lleno. 
Me resigno, subo al Metro colocando el pie apenas en la puerta y ahí me quedo, no hay posibilidades de pasar más al interior. 
En la próxima estación –me digo- acomodaré mi esqueleto, ilusa, nadie baja, nadie sube. Aprieto la cartera al cuerpo no sea que se quede afuera y se vuelen mis pocos tesoros. A través del vidrio miro el techo de la ciudad antes que el tren ingrese al subterráneo, la gente se mueve por las calles de cualquier manera, en bus, en auto, en bici, a pie y –como nosotros- en esta lata de sardinas con ruedas. 
Llego a mi destino en idéntica posición, los pies encogidos, los dedos apenas respiran. 
Desciendo –me bajan- del carro y camino con la marea, donde ellos van, voy. 
Me convierto en un ente sin nombre, sin rostro, sin…solo con un propósito, llegar a mi destino. 
Como en un sueño - mientras soporto apretujada contra la puerta-, recuerdo mi barrio, las calles rodeadas de árboles donde la gente se saluda, se desean días buenos, caminan lentamente, como si tuvieran todo el tiempo del mundo, tan diferente a esta parte de la ciudad. 
Ya me lo había descrito mi amiga Jennifer, cada día por la mañana viaja desde la periferia a su trabajo, resiste esta molestia, dolor de pies y de espalda incluidos. 
Alguna vez leí que un ejecutivo estresado recomendaba: “Venda su auto" y camine. Pero la ciudad corre toda a una misma hora, se apresura en la madrugada, todos quieren llegar pronto y los tacos vuelcan a la impaciencia y de ahí un paso al estrés y todos sus males. 
¿Bicicleta? 
¿Caminar? 
¿Bici-moto? 
Un desafío para los santiaguinos que cada día soportan, no sé hasta cuándo. Tal vez elijan un trabajo cerca del hogar, tal vez se trasladen a provincias (hay muchos que emigraron al Norte), tal vez se decidan a dejar el auto en casa como un gesto de vida propia, no soy experta en políticas urbanas, sin embargo me parece que algo debe cambiar para hacer más amigables los viajes dentro de la ciudad. 


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Al ver las multitudes, 
Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, 
como ovejas que no tienen pastor.  
 Entonces dijo a sus discípulos: 
«Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores.  
 Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies.»

Mateo 9:36 (RVC)

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miércoles, 16 de octubre de 2013

Principios mentales

-Vives en tu cabecita, me dijo, como un reproche. 
Vaya, no se me había ocurrido, pero tiene razón. La mayor parte del tiempo estoy pensando, argumento en mi defensa que he procurado someterme a la disciplina de socializar con mi Comunidad cristiana, en especial con los niños. Tengo un lazo de cariño más confiable que con los adultos. 

En la clase de Teología estudiamos la epístola a los Filipenses, ya estamos en la recta final. Y se me ha cruzado este verso: 

“Por lo demás, hermanos, piensen en 
todo lo que es verdadero, 
en todo lo honesto, 
en todo lo justo, 
 en todo lo puro, 
en todo lo amable, 
en todo lo que es digno de alabanza; 
 si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, 
piensen en ello.” 

(Filipenses 4:8) 

Se nos ha propuesto hacer de esta escritura un principio de vida. Nada mal para aquellos que viven en la mente y definitivamente un desafío.



(Cuadro de ofeliafeliz.ar)  


viernes, 11 de octubre de 2013

Jardín de alcachofas

Cruzamos la frontera invisible entre la ciudad y el campo,  nos adentramos a las espaciosas casas del Valle Elqui, Norte de Chile.
Abundancia excepcional, tierra plena de verde -aunque algunos aseguran que el desierto avanza hacia el Sur-, bordeada por pequeñas piedras pulidas con el tráfico de camiones que llevan su carga a los centros urbanos.
De pronto aparece el jardín, o más que eso, un amplio huerto de ensueño, un espacioso terreno abundante de alcachofas,  en el “peak” (*) de su esplendor.
Un regalo excepcional.
Mis amigos invitan a la cosecha y mientras me inclino sobre las matas les pregunto si recolectan todo a mano.
Sí, me responden, una por una, bajo el candente sol o la grata neblina. Una a una, todos los días hasta dejar solo las ramas mustias.
Desde hoy comeré con más respeto los productos de la tierra, en especial aquellos obtenidos de manera artesanal, sacrificio incluido.
Agradecida de aquellas mujeres ignoradas que proveen para mi mesa de ciudad la abundancia de la tierra y -si bien es cierto que Dios la hace germinar-, no es menos cierto que ellas colaboran en mi bendición.


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Así como la lluvia y la nieve
descienden del cielo,
y no vuelven allá sin regar antes la tierra
y hacerla fecundar y germinar
para que dé semilla al que siembra
y pan al que come,
 así es también la palabra que sale de mi boca:
No volverá a mí vacía,
sino que hará lo que yo deseo
y cumplirá con mis propósitos.


Isaías 55:10:11 (NVI)
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martes, 8 de octubre de 2013

Una buena receta.




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"El Señor ha hecho maravillas por nosotros!
    ¡Qué alegría! " 


(Salmos 126:3)

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(Viñeta gracias a Nik, la nacion.com.ar )



jueves, 26 de septiembre de 2013

Prisioneros de esperanza (2)


La cama es espaciosa, hay que reconocerlo, años luz de aquellos catres de hospital dados de baja, altos e incómodos como monturas de caballos indómitos. 
Mullida y limpia. Al lado una chata vacía, una silla recién pintada, un modesto mueble de lata con una colonia a la mano.  
La visito por las tardes y recuerdo aquel poema de Pezoa Veliz: “Y pues solo en amplia pieza, yazgo en cama, yazgo enfermo, para espantar la tristeza, duermo.”
Me acomodo en la silla limpia y le tomo la mano. Tan susceptibles somos cuando estamos enfermos que ese solo gesto le provoca lágrimas. Espero que llore a su gusto y luego le cuento alguna historia divertida, un día sobre las fiestas nacionales, otro día acerca de las protestas o de algún crimen pasional. Nada con enfermos o enfermedades, estamos aquí para animar, hacer reír o soñar con el futuro, cuando te den el alta –digo- iremos al Mall a tomar un café  o tal vez  un helado de frutilla. Miraremos las vitrinas hasta que nos salgan callos en los pies (ríe), compraremos un pañuelo para el cuello, una cartera, un labial…en fin, cosas de mujeres.
El momento luminoso llega, veo brillar su mirada con deseos de sanar pronto y sé que el viaje no ha sido tiempo perdido. 


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El Señor lo confortará cuando esté enfermo;
lo alentará en el lecho del dolor.

Salmos 41:3
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viernes, 20 de septiembre de 2013

Prisioneros de esperanza (1)

en la serena luz
de un sol siempre radiante
en los días primaverales,
¿por qué las flores nuevas del cerezo
se dispersan como agitados pensamientos?
Ki no Tomonori

El hombre abre su negocio indiferente al cambio que empieza a rodear la calle.
Los aires se renuevan, se arremolinan los colores en las aceras, los olores viajan con esporas de frutas en ciernes, las aves trinan gozosas y enseñan a volar a los polluelos.
El hombre abre la puerta para recibir los clientes, no sabe que hay guerra en el Oriente Medio, no sabe que llegaron vecinos a los departamentos recién construidos, ni idea del brote de los árboles.
Temprano llega el pan, los trabajadores esperan la marraqueta caliente para un buen emparedado con queso. Él los atiende presuroso y amable. Sabe que en estos tiempos los negocios hay que manejarlos con prontitud, la voraz competencia arrecia contra los almacenes de barrio.
La vida transcurre delante de sus ojos, los niños van y vienen al colegio, las madres pasean por la plaza, chicos traviesos juegan en los prados, llueve, hace sol, es festivo o día laboral, él solo abre la puerta y no vuelve a salir hasta tarde, oscuro, regresa a su casa, duerme unas horas, al salir el sol del día siguiente está ahí, como una cita impostergable.
Y así pasan años.

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Algunas personas trabajan con sabiduría, conocimiento y destreza, 
pero luego tienen que dejarle el fruto de su labor a alguien que no ha trabajado para conseguirlo. 
Eso tampoco tiene sentido, es una gran tragedia. 
Entonces, 
¿qué gana la gente con tanto esfuerzo y preocupación en esta vida?  
Sus días de trabajo están llenos de dolor y angustia, 
ni siquiera de noche pueden descansar la mente.  
Nada tiene sentido. 
Entonces llegué a la conclusión de que no hay nada mejor que disfrutar 
de la comida y la bebida, 
y encontrar satisfacción en el trabajo. 
Luego me di cuenta de que esos placeres provienen de la mano de Dios.  
Pues, ¿quién puede comer o disfrutar de algo separado de Él?


Eclesiastés 2:20-25 (NTV)

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martes, 3 de septiembre de 2013

Funeral evangélico.

Me siento frente al féretro.
Un bouquet de rosas blancas luce exuberante en contraste con la vida que se extingue.

Velorio evangélico (tan distinto al que conté hace un tiempo) en toda su amplitud.

Amigos-hermanos que se reencuentran, canciones antiguas y nuevas, flores, palabras de elogio –muchas- a la difunta, de ánimo para la familia, consomé, gaseosas, abrazos. Nunca faltará una guitarra o un acordeón para cantar la música que nos identifica, "cuando allá se pase lista",  "cruzando el valle voy" o "cuán grande es Él"

¿Lágrimas? Pocas.
En nuestros funerales casi nadie llora, aun cuando la pena está en el ambiente. 
Tenemos esa certeza que la persona está en un mejor lugar, al que esperamos llegar algún día…  no tan cercano, por supuesto (aunque nunca se sabe).

Práctica inmemorial es la “ofrenda de amor”, algún dinero puesto en un sobre y extendido disimuladamente a la dueña de casa. Aliviará un poco gastos inesperados.

La muerte para nosotros es un tema tan importante como el amor, la paz y dar al que no tiene. 
Nacer a otra vida después de 30, 40 o 50 en esta es la esperanza que nos hace soportable cualquier dolor o humillación.  

En nuestras ceremonias fúnebres se habla de "un lugar mejor,  que "la difunta descansó de sus trabajos" o que "nos veremos pronto".



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Alégrense con los que están alegres 
 y lloren con los que lloran. 

(Romanos 12:15)


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jueves, 29 de agosto de 2013

¿De qué hablan las mujeres?

Me asalta esta pregunta ¿de qué hablan las mujeres? 
La primera opción, sin ninguna duda: los hijos. Cuando son pequeños exhiben sus “gracias” como si fuese un mérito personal. De mayores sus triunfos como alumnos o profesionales. “Mi hijo es médico”, se ufana una. Si son tarambanas “ay, cómo me hace sufrir”, se quejan. 

El segundo tema, los nietos (si los hay). Lo encantadores, inteligentes y graciosos, para una abuela todo nieto es la octava maravilla del mundo (tal vez lo sean). 

Por último, el marido. Si es bueno se apropian de el crédito, “gracias a mi es lo que es”. Si es un desastre, ay, mejor no encontrarse con una en las tardes de quejumbre. 

Mi amiga Angie tiene 16 años. Somos hermanas de fe y colegas en la escuelita de la iglesia, ella hace clases a los pequeños, yo a los mayores. No habla de otros, ni de sus padres o sus hermanos. A veces nombra alguna amiga del cole, tangencialmente. 
¿De qué hablamos ella y yo? 
De sus sueños, de la belleza, de las profesiones, la creación, cuándo volverá Cristo, a veces compartimos recetas –le encanta cocinar-, libros, sí, hablamos de libros, de blogs, mucha música. 
Definitivamente hay mujeres que procuran una vida en crecimiento. No sé si es mejor o peor poner el corazón en los hijos u otra familia. Un hijo se va del hogar. Los padres deciden el itinerario de los nietos. Los maridos pueden irse con otra –sucede a menudo-, el centro de la vida está en otra parte, definitivamente. 
Eso.



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Porque donde esté tu tesoro, 
allí estará también tu corazón.  


Lo dijo Jesús en Mateo 6

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sábado, 17 de agosto de 2013

Cruzar la calle.

“Instrucciones para subir una escalera” escribió el argentino Julio Cortázar. 
Por estos días (si estuviera vivo) tal vez escribiría otras, por ejemplo "instrucciones para cruzar una calle", cosa nada fácil y que se presta a mil sutilezas. 
En este fin de semana largo -con viernes sándwich incluido-, ya van más de 13 fallecidos por imprudencias al cruzar o conducir en estado de ebriedad. El peatón chileno es una especie de kamikaze vial, aunque el conductor borracho le hace la competencia en imprudencia y tontería. 
He visto personas lanzarse a un paso cebra sin siquiera mirar, provocando desde bruscas frenadas hasta violentas colisiones. 
Un muchacho del barrio me dice, el peatón tiene  “derechos” y esta última palabra la recalca con decisión. 
Sí, le respondo, pero a veces es preferible perder un “derecho” antes de terminar en la Posta con los huesos rotos. 
-En ese caso me tienen que pagar todo”, refuta. 
-Ya, ¿y quién te vuelve a renovar el cuerpo fracturado? 
Ay, Cortázar, necesitamos los oficios de un buen escritor, tal vez así podríamos aprender sabiduría en algo tan elemental que hasta los perros callejeros saben hacer. 




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Clama la sabiduría en las calles; 
en los lugares públicos levanta su voz. 
Clama en las esquinas de calles transitadas; 
a la entrada de la ciudad razona. 

(Proverbios 1:20-21 NVI)


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