jueves, 31 de octubre de 2013

Evangélicos (parte 1)


Tengo aversión a las ceremonias, llámese bodas, funerales, cumpleaños y otras que no deseo nombrar para que no me tilden de anacoreta, misógina o que habito una burbuja (como ya me lo han dicho). 
Sin embargo la vida, la sociedad, los amigos, el amor, le quiebran a una los moldes con los que se ha construido el castillo de prejuicios. 
Cedo. 

La voz en el teléfono invita a una ceremonia evangélica que, a mi parecer, puede resultar pintoresca e impredecible. Nunca sé si se subirá al podio un latoso (perdone, Señor, no es por ofender), o tal vez uno que nos adormezca con su mejor cháchara política –estamos en época de campañas electorales-, o alguien que nos represente dignamente, mejor dicho, que no nos deje en vergüenza pública. 

Porque claro está, los periodistas se solazan con los evangélicos que “meten la pata”, aunque sea una falta menor, un término inexacto, una corbata extravagante o ese típico lenguaje que solo nosotros entendemos. 
Asisto al Congreso de la República, me mueve un poco la curiosidad, conocer un palacio histórico no es menor, además habrá un recordatorio a mi amiga Li, galvano incluido, notas en algún periódico, fotos y –obviamente- la foto oficial. (Lamento que ella no esté presente, hace dos años fue su funeral).

 “¿Quién lo iba a pensar?”, decía mi santa madre cuando sucedía algo sorprendente, ¿quién diría que esta sureña venida a menos, tímida y revoltosa estaría sentada donde alguna vez estuvieron los próceres de la patria? 

¡Vaya! 


  ------------------------------------------------------------------------------------- 
No me avergüenzo del evangelio, 
porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: 
en primer lugar, para los judíos, 
y también para los que no lo son. 

Romanos 1:16
 ---------------------------------------------------------------------------------------- 

2 comentarios:

Fernando dijo...

Entiendo que el Congreso ha cedido sus salas para un acto privado de recuerdo a alguien, ¿no, Ojo Humano?

Qué hermosa foto. No es el salón de Plenos, ¿verdad?

Ahora lo pienso: no he vuelto al Palacio del Congreso de los Diputados desde que empecé la carrera, en 1983. No creo que haya cambiado mucho.

ojo humano dijo...

Sip, es el Salón donde se dictaron las leyes. Los senadores y diputados se cambiaron a Valparaíso así que este edifico se ocupa en ceremonias diversas, como esa a la que fui. Es como la foto, amplio, muy lindo.