viernes, 20 de septiembre de 2013

Prisioneros de esperanza (1)

en la serena luz
de un sol siempre radiante
en los días primaverales,
¿por qué las flores nuevas del cerezo
se dispersan como agitados pensamientos?
Ki no Tomonori

El hombre abre su negocio indiferente al cambio que empieza a rodear la calle.
Los aires se renuevan, se arremolinan los colores en las aceras, los olores viajan con esporas de frutas en ciernes, las aves trinan gozosas y enseñan a volar a los polluelos.
El hombre abre la puerta para recibir los clientes, no sabe que hay guerra en el Oriente Medio, no sabe que llegaron vecinos a los departamentos recién construidos, ni idea del brote de los árboles.
Temprano llega el pan, los trabajadores esperan la marraqueta caliente para un buen emparedado con queso. Él los atiende presuroso y amable. Sabe que en estos tiempos los negocios hay que manejarlos con prontitud, la voraz competencia arrecia contra los almacenes de barrio.
La vida transcurre delante de sus ojos, los niños van y vienen al colegio, las madres pasean por la plaza, chicos traviesos juegan en los prados, llueve, hace sol, es festivo o día laboral, él solo abre la puerta y no vuelve a salir hasta tarde, oscuro, regresa a su casa, duerme unas horas, al salir el sol del día siguiente está ahí, como una cita impostergable.
Y así pasan años.

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Algunas personas trabajan con sabiduría, conocimiento y destreza, 
pero luego tienen que dejarle el fruto de su labor a alguien que no ha trabajado para conseguirlo. 
Eso tampoco tiene sentido, es una gran tragedia. 
Entonces, 
¿qué gana la gente con tanto esfuerzo y preocupación en esta vida?  
Sus días de trabajo están llenos de dolor y angustia, 
ni siquiera de noche pueden descansar la mente.  
Nada tiene sentido. 
Entonces llegué a la conclusión de que no hay nada mejor que disfrutar 
de la comida y la bebida, 
y encontrar satisfacción en el trabajo. 
Luego me di cuenta de que esos placeres provienen de la mano de Dios.  
Pues, ¿quién puede comer o disfrutar de algo separado de Él?


Eclesiastés 2:20-25 (NTV)

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4 comentarios:

Fernando dijo...

Pues este post es muy bonito, Ojo Humano, porque refleja muy bien la realidad: la Historia no la hacen los políticos ni los grandes deportistas ni los escritores famosos, sino los millones y millones de hombres y mujeres honestos que trabajan día a día, que pelean por su familia, sin saber quién ha ganado en Alemania o dónde hubo un atentado terrorista.

Muy bonito, de verdad.

ojo humano dijo...

Gracias, Fernando.
Yo soy una de esos millones que no salen en ninguna foto-reality-periódico o tv. (Gracias a Dios)

Unknown dijo...

Saluudos Ojo Humano,

Hace tiempo no pasaba por tu blog a leer de tus escristos. Me encanta mucho este en particular. La palabra de Dios es tan fresca que nos llena día a día. De nada sirve esar angustiado o agotado, si no podemos disfrutar de la vida. Y creo que no hay mejor forma de disfrutar la vida, si no es al lado de nuestro Señor.

Dios te bendiga.

ojo humano dijo...

Un agrado tenerte por estos lados, hermano.

Bendiciones