lunes, 4 de noviembre de 2013

Evangélicos (parte 2)

En la ceremonia a la que asistí se habla de “nuestras raíces”, de “nuestros precursores”, aquella antigua prédica con “lágrimas” de los pioneros, el honor negado, la ley que a los evangélicos les dio un día festivo y un supuesto reconocimiento como iglesia, aunque los legisladores apenas terminado el momento seguirán promoviendo leyes absolutamente opuestas al espíritu del evangelio con una tenacidad vergonzante. 

Día feriado el recién pasado 31 de octubre (semejante a los vidrios de colores que trajeron los conquistadores para dar a los indígenas), una fecha donde los ciudadanos andan preocupados de hallowen, celebración extraña auspiciada por el marketing y el “retail” con amplia fanfarria; nada de Dios, Jesús o evangelio, “no junta ni pega”. 

Algunos congresistas dirán en algunos medios (prensa, tv) palabras de buena educación, de política electoral, esa vaga diplomacia característica de los que desean quedar bien con Dios y con el otro, discursos dirigidos hacia una iglesia que está en constante crecimiento y que siempre ha sido la hermana pobre del cristianismo. Por cierto, ellos saben que las nuevas generaciones están cambiando ese prototipo, muchos estudian carreras universitarias, posgrados y serán profesionales que no se avergüenzan de ser pentecostales, bautistas o presbiterianos y claro está, son votantes. 



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“Esta confianza la tenemos mediante Cristo para con Dios. 
No que estemos capacitados para hacer algo por nosotros mismos; 
al contrario, nuestra capacidad proviene de Dios, 
el cual asimismo nos capacitó para ser ministros de un nuevo pacto, 
no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, 
pero el Espíritu da vida.” 


2 Corintios 3:4-6



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jueves, 31 de octubre de 2013

Evangélicos (parte 1)


Tengo aversión a las ceremonias, llámese bodas, funerales, cumpleaños y otras que no deseo nombrar para que no me tilden de anacoreta, misógina o que habito una burbuja (como ya me lo han dicho). 
Sin embargo la vida, la sociedad, los amigos, el amor, le quiebran a una los moldes con los que se ha construido el castillo de prejuicios. 
Cedo. 

La voz en el teléfono invita a una ceremonia evangélica que, a mi parecer, puede resultar pintoresca e impredecible. Nunca sé si se subirá al podio un latoso (perdone, Señor, no es por ofender), o tal vez uno que nos adormezca con su mejor cháchara política –estamos en época de campañas electorales-, o alguien que nos represente dignamente, mejor dicho, que no nos deje en vergüenza pública. 

Porque claro está, los periodistas se solazan con los evangélicos que “meten la pata”, aunque sea una falta menor, un término inexacto, una corbata extravagante o ese típico lenguaje que solo nosotros entendemos. 
Asisto al Congreso de la República, me mueve un poco la curiosidad, conocer un palacio histórico no es menor, además habrá un recordatorio a mi amiga Li, galvano incluido, notas en algún periódico, fotos y –obviamente- la foto oficial. (Lamento que ella no esté presente, hace dos años fue su funeral).

 “¿Quién lo iba a pensar?”, decía mi santa madre cuando sucedía algo sorprendente, ¿quién diría que esta sureña venida a menos, tímida y revoltosa estaría sentada donde alguna vez estuvieron los próceres de la patria? 

¡Vaya! 


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No me avergüenzo del evangelio, 
porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: 
en primer lugar, para los judíos, 
y también para los que no lo son. 

Romanos 1:16
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jueves, 24 de octubre de 2013

El abandono.

Se casó C. el domingo pasado. 
Escribía un blog,  en aquel tiempo sorprendente donde todos queríamos componer algo destacado para la posteridad, publicar, cambiar el mundo, predicar el evangelio y desentrañar los misterios del Apocalipsis. 

Unos inventaban poemas. 
Otros cuentos hilarantes. 
Blog de fotos (a veces impresionantes). 
Mini-ficción. 
Historias reales o imaginadas. 
Comentarios de noticias o mensajes en clave. 
Hacker amigo ¿recuerdas cuando rompiste mi clave y te paseaste por mi sitio en la oscura soledad de tu PC? 

La vida –como a C. este domingo- terminó atrapándolos (atrapándonos). 
Nos sedujo con profesiones convenientes (buena paga y mal horario), la mágica televisión de cable, plasmas, celulares, tablets, poco a poco la palabra dejó de maravillarnos y se inició la parálisis del lenguaje, ninguna idea, pocos lectores. 

¿Qué significado tiene hoy escribir un poema? 
¿Cuánta trascendencia concita un cuento? 
¿Cuánta influencia tiene una frase publicada en artísticos marcos dorados? 
¿Es importante seguir publicando una página o un blog? 

Efímeros y frágiles fuimos. 
Somos. 

Ni siquiera hoy que escribo estas líneas puedo asegurar si yo también no tomaré el camino del abandono para siempre. 


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Porque no abandonará el Señor a su pueblo
ni desamparará su heredad.

Salmos 94:14

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¡Gracias a Dios  Él es fiel!

sábado, 19 de octubre de 2013

Viajar en Metro.

Pasa un carro. 
Lleno. 
El próximo. 
Lleno. 
Un tercero. 
Lleno. 
Me resigno, subo al Metro colocando el pie apenas en la puerta y ahí me quedo, no hay posibilidades de pasar más al interior. 
En la próxima estación –me digo- acomodaré mi esqueleto, ilusa, nadie baja, nadie sube. Aprieto la cartera al cuerpo no sea que se quede afuera y se vuelen mis pocos tesoros. A través del vidrio miro el techo de la ciudad antes que el tren ingrese al subterráneo, la gente se mueve por las calles de cualquier manera, en bus, en auto, en bici, a pie y –como nosotros- en esta lata de sardinas con ruedas. 
Llego a mi destino en idéntica posición, los pies encogidos, los dedos apenas respiran. 
Desciendo –me bajan- del carro y camino con la marea, donde ellos van, voy. 
Me convierto en un ente sin nombre, sin rostro, sin…solo con un propósito, llegar a mi destino. 
Como en un sueño - mientras soporto apretujada contra la puerta-, recuerdo mi barrio, las calles rodeadas de árboles donde la gente se saluda, se desean días buenos, caminan lentamente, como si tuvieran todo el tiempo del mundo, tan diferente a esta parte de la ciudad. 
Ya me lo había descrito mi amiga Jennifer, cada día por la mañana viaja desde la periferia a su trabajo, resiste esta molestia, dolor de pies y de espalda incluidos. 
Alguna vez leí que un ejecutivo estresado recomendaba: “Venda su auto" y camine. Pero la ciudad corre toda a una misma hora, se apresura en la madrugada, todos quieren llegar pronto y los tacos vuelcan a la impaciencia y de ahí un paso al estrés y todos sus males. 
¿Bicicleta? 
¿Caminar? 
¿Bici-moto? 
Un desafío para los santiaguinos que cada día soportan, no sé hasta cuándo. Tal vez elijan un trabajo cerca del hogar, tal vez se trasladen a provincias (hay muchos que emigraron al Norte), tal vez se decidan a dejar el auto en casa como un gesto de vida propia, no soy experta en políticas urbanas, sin embargo me parece que algo debe cambiar para hacer más amigables los viajes dentro de la ciudad. 


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Al ver las multitudes, 
Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, 
como ovejas que no tienen pastor.  
 Entonces dijo a sus discípulos: 
«Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores.  
 Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies.»

Mateo 9:36 (RVC)

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miércoles, 16 de octubre de 2013

Principios mentales

-Vives en tu cabecita, me dijo, como un reproche. 
Vaya, no se me había ocurrido, pero tiene razón. La mayor parte del tiempo estoy pensando, argumento en mi defensa que he procurado someterme a la disciplina de socializar con mi Comunidad cristiana, en especial con los niños. Tengo un lazo de cariño más confiable que con los adultos. 

En la clase de Teología estudiamos la epístola a los Filipenses, ya estamos en la recta final. Y se me ha cruzado este verso: 

“Por lo demás, hermanos, piensen en 
todo lo que es verdadero, 
en todo lo honesto, 
en todo lo justo, 
 en todo lo puro, 
en todo lo amable, 
en todo lo que es digno de alabanza; 
 si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, 
piensen en ello.” 

(Filipenses 4:8) 

Se nos ha propuesto hacer de esta escritura un principio de vida. Nada mal para aquellos que viven en la mente y definitivamente un desafío.



(Cuadro de ofeliafeliz.ar)  


viernes, 11 de octubre de 2013

Jardín de alcachofas

Cruzamos la frontera invisible entre la ciudad y el campo,  nos adentramos a las espaciosas casas del Valle Elqui, Norte de Chile.
Abundancia excepcional, tierra plena de verde -aunque algunos aseguran que el desierto avanza hacia el Sur-, bordeada por pequeñas piedras pulidas con el tráfico de camiones que llevan su carga a los centros urbanos.
De pronto aparece el jardín, o más que eso, un amplio huerto de ensueño, un espacioso terreno abundante de alcachofas,  en el “peak” (*) de su esplendor.
Un regalo excepcional.
Mis amigos invitan a la cosecha y mientras me inclino sobre las matas les pregunto si recolectan todo a mano.
Sí, me responden, una por una, bajo el candente sol o la grata neblina. Una a una, todos los días hasta dejar solo las ramas mustias.
Desde hoy comeré con más respeto los productos de la tierra, en especial aquellos obtenidos de manera artesanal, sacrificio incluido.
Agradecida de aquellas mujeres ignoradas que proveen para mi mesa de ciudad la abundancia de la tierra y -si bien es cierto que Dios la hace germinar-, no es menos cierto que ellas colaboran en mi bendición.


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Así como la lluvia y la nieve
descienden del cielo,
y no vuelven allá sin regar antes la tierra
y hacerla fecundar y germinar
para que dé semilla al que siembra
y pan al que come,
 así es también la palabra que sale de mi boca:
No volverá a mí vacía,
sino que hará lo que yo deseo
y cumplirá con mis propósitos.


Isaías 55:10:11 (NVI)
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martes, 8 de octubre de 2013

Una buena receta.




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"El Señor ha hecho maravillas por nosotros!
    ¡Qué alegría! " 


(Salmos 126:3)

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(Viñeta gracias a Nik, la nacion.com.ar )



jueves, 26 de septiembre de 2013

Prisioneros de esperanza (2)


La cama es espaciosa, hay que reconocerlo, años luz de aquellos catres de hospital dados de baja, altos e incómodos como monturas de caballos indómitos. 
Mullida y limpia. Al lado una chata vacía, una silla recién pintada, un modesto mueble de lata con una colonia a la mano.  
La visito por las tardes y recuerdo aquel poema de Pezoa Veliz: “Y pues solo en amplia pieza, yazgo en cama, yazgo enfermo, para espantar la tristeza, duermo.”
Me acomodo en la silla limpia y le tomo la mano. Tan susceptibles somos cuando estamos enfermos que ese solo gesto le provoca lágrimas. Espero que llore a su gusto y luego le cuento alguna historia divertida, un día sobre las fiestas nacionales, otro día acerca de las protestas o de algún crimen pasional. Nada con enfermos o enfermedades, estamos aquí para animar, hacer reír o soñar con el futuro, cuando te den el alta –digo- iremos al Mall a tomar un café  o tal vez  un helado de frutilla. Miraremos las vitrinas hasta que nos salgan callos en los pies (ríe), compraremos un pañuelo para el cuello, una cartera, un labial…en fin, cosas de mujeres.
El momento luminoso llega, veo brillar su mirada con deseos de sanar pronto y sé que el viaje no ha sido tiempo perdido. 


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El Señor lo confortará cuando esté enfermo;
lo alentará en el lecho del dolor.

Salmos 41:3
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viernes, 20 de septiembre de 2013

Prisioneros de esperanza (1)

en la serena luz
de un sol siempre radiante
en los días primaverales,
¿por qué las flores nuevas del cerezo
se dispersan como agitados pensamientos?
Ki no Tomonori

El hombre abre su negocio indiferente al cambio que empieza a rodear la calle.
Los aires se renuevan, se arremolinan los colores en las aceras, los olores viajan con esporas de frutas en ciernes, las aves trinan gozosas y enseñan a volar a los polluelos.
El hombre abre la puerta para recibir los clientes, no sabe que hay guerra en el Oriente Medio, no sabe que llegaron vecinos a los departamentos recién construidos, ni idea del brote de los árboles.
Temprano llega el pan, los trabajadores esperan la marraqueta caliente para un buen emparedado con queso. Él los atiende presuroso y amable. Sabe que en estos tiempos los negocios hay que manejarlos con prontitud, la voraz competencia arrecia contra los almacenes de barrio.
La vida transcurre delante de sus ojos, los niños van y vienen al colegio, las madres pasean por la plaza, chicos traviesos juegan en los prados, llueve, hace sol, es festivo o día laboral, él solo abre la puerta y no vuelve a salir hasta tarde, oscuro, regresa a su casa, duerme unas horas, al salir el sol del día siguiente está ahí, como una cita impostergable.
Y así pasan años.

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Algunas personas trabajan con sabiduría, conocimiento y destreza, 
pero luego tienen que dejarle el fruto de su labor a alguien que no ha trabajado para conseguirlo. 
Eso tampoco tiene sentido, es una gran tragedia. 
Entonces, 
¿qué gana la gente con tanto esfuerzo y preocupación en esta vida?  
Sus días de trabajo están llenos de dolor y angustia, 
ni siquiera de noche pueden descansar la mente.  
Nada tiene sentido. 
Entonces llegué a la conclusión de que no hay nada mejor que disfrutar 
de la comida y la bebida, 
y encontrar satisfacción en el trabajo. 
Luego me di cuenta de que esos placeres provienen de la mano de Dios.  
Pues, ¿quién puede comer o disfrutar de algo separado de Él?


Eclesiastés 2:20-25 (NTV)

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martes, 3 de septiembre de 2013

Funeral evangélico.

Me siento frente al féretro.
Un bouquet de rosas blancas luce exuberante en contraste con la vida que se extingue.

Velorio evangélico (tan distinto al que conté hace un tiempo) en toda su amplitud.

Amigos-hermanos que se reencuentran, canciones antiguas y nuevas, flores, palabras de elogio –muchas- a la difunta, de ánimo para la familia, consomé, gaseosas, abrazos. Nunca faltará una guitarra o un acordeón para cantar la música que nos identifica, "cuando allá se pase lista",  "cruzando el valle voy" o "cuán grande es Él"

¿Lágrimas? Pocas.
En nuestros funerales casi nadie llora, aun cuando la pena está en el ambiente. 
Tenemos esa certeza que la persona está en un mejor lugar, al que esperamos llegar algún día…  no tan cercano, por supuesto (aunque nunca se sabe).

Práctica inmemorial es la “ofrenda de amor”, algún dinero puesto en un sobre y extendido disimuladamente a la dueña de casa. Aliviará un poco gastos inesperados.

La muerte para nosotros es un tema tan importante como el amor, la paz y dar al que no tiene. 
Nacer a otra vida después de 30, 40 o 50 en esta es la esperanza que nos hace soportable cualquier dolor o humillación.  

En nuestras ceremonias fúnebres se habla de "un lugar mejor,  que "la difunta descansó de sus trabajos" o que "nos veremos pronto".



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Alégrense con los que están alegres 
 y lloren con los que lloran. 

(Romanos 12:15)


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jueves, 29 de agosto de 2013

¿De qué hablan las mujeres?

Me asalta esta pregunta ¿de qué hablan las mujeres? 
La primera opción, sin ninguna duda: los hijos. Cuando son pequeños exhiben sus “gracias” como si fuese un mérito personal. De mayores sus triunfos como alumnos o profesionales. “Mi hijo es médico”, se ufana una. Si son tarambanas “ay, cómo me hace sufrir”, se quejan. 

El segundo tema, los nietos (si los hay). Lo encantadores, inteligentes y graciosos, para una abuela todo nieto es la octava maravilla del mundo (tal vez lo sean). 

Por último, el marido. Si es bueno se apropian de el crédito, “gracias a mi es lo que es”. Si es un desastre, ay, mejor no encontrarse con una en las tardes de quejumbre. 

Mi amiga Angie tiene 16 años. Somos hermanas de fe y colegas en la escuelita de la iglesia, ella hace clases a los pequeños, yo a los mayores. No habla de otros, ni de sus padres o sus hermanos. A veces nombra alguna amiga del cole, tangencialmente. 
¿De qué hablamos ella y yo? 
De sus sueños, de la belleza, de las profesiones, la creación, cuándo volverá Cristo, a veces compartimos recetas –le encanta cocinar-, libros, sí, hablamos de libros, de blogs, mucha música. 
Definitivamente hay mujeres que procuran una vida en crecimiento. No sé si es mejor o peor poner el corazón en los hijos u otra familia. Un hijo se va del hogar. Los padres deciden el itinerario de los nietos. Los maridos pueden irse con otra –sucede a menudo-, el centro de la vida está en otra parte, definitivamente. 
Eso.



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Porque donde esté tu tesoro, 
allí estará también tu corazón.  


Lo dijo Jesús en Mateo 6

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sábado, 17 de agosto de 2013

Cruzar la calle.

“Instrucciones para subir una escalera” escribió el argentino Julio Cortázar. 
Por estos días (si estuviera vivo) tal vez escribiría otras, por ejemplo "instrucciones para cruzar una calle", cosa nada fácil y que se presta a mil sutilezas. 
En este fin de semana largo -con viernes sándwich incluido-, ya van más de 13 fallecidos por imprudencias al cruzar o conducir en estado de ebriedad. El peatón chileno es una especie de kamikaze vial, aunque el conductor borracho le hace la competencia en imprudencia y tontería. 
He visto personas lanzarse a un paso cebra sin siquiera mirar, provocando desde bruscas frenadas hasta violentas colisiones. 
Un muchacho del barrio me dice, el peatón tiene  “derechos” y esta última palabra la recalca con decisión. 
Sí, le respondo, pero a veces es preferible perder un “derecho” antes de terminar en la Posta con los huesos rotos. 
-En ese caso me tienen que pagar todo”, refuta. 
-Ya, ¿y quién te vuelve a renovar el cuerpo fracturado? 
Ay, Cortázar, necesitamos los oficios de un buen escritor, tal vez así podríamos aprender sabiduría en algo tan elemental que hasta los perros callejeros saben hacer. 




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Clama la sabiduría en las calles; 
en los lugares públicos levanta su voz. 
Clama en las esquinas de calles transitadas; 
a la entrada de la ciudad razona. 

(Proverbios 1:20-21 NVI)


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domingo, 11 de agosto de 2013

Atávica.



Todo iba bien en nuestra naciente amistad.
Ella obedecía, a veces hablaba en un idioma ininteligible, como si dudara entre acercarse con afecto o lanzar algún zarpazo, resabio de su vida callejera.
La alegría de tenerla en casa superaba el descubrimiento de una que otra mirada siniestra.
Todo iba bien hasta que llegó a mi cocina con un zorzal colgando de su boca.
La perdoné regañándola severamente. Salió farfullando algo que no logré comprender, por cierto, no fue nada amable.
Al día siguiente mató una paloma que se descuidó. La trajo a modo de presente. La sangre corrió en un hilo delgado por las baldosas recién pulidas. No fue suficiente mi rechazo, ni los gritos, ni los enojos.
El instinto asesino jamás ha disminuido, ni con cariño, ni reprimendas o amenazas.
Tiemblo cuando alguna tórtola baja al jardín, me estremezco al observar los zorzales, confiados en su vuelo de altura, pero bastará un descuido y terminarán tiesos.
Es terrible esta disyuntiva.
Matarla no puedo.
Desterrarla tampoco
¿Qué sería de ella cuando sufrió tanto botada en la calle?
Es gata, me digo, quizás con el tiempo logre domesticarla.
Mientras eso sucede cuido que no le falte alimento, ahuyento las palomas o los zorzales cuando los veo cerca...
Somos parte de una naturaleza voraz, aunque el metal o el  cemento trata de cubrirla con enormes edificios, nace y renace entre las raíces, entre los dientes, en el corazón.

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 Dios hizo toda clase de animales salvajes, 
animales domésticos 
y animales pequeños; 
cada uno con la capacidad de producir crías de la misma especie. 
Y Dios vio que esto era bueno.


Génesis 1:25


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(Fotografía de F.S)


sábado, 3 de agosto de 2013

Tiempo de contrastes.

Un amigo, fotógrafo él, repara en mi forma de tomar fotos, que está saturada y algunos detalles técnicos. Reconozco que no tengo escuela, apenas soy una aficionada (espero mejorar), pero de alguna manera quiero que el aromo brille, aunque la realidad supera con creces las imágenes.

Más aún cuando en esta época del invierno todos los árboles exhiben sus ramas desnudas,  el aromo alegra a cuantos pasan por el lugar. Dios lo ha creado para nosotrso y le agradecemos cada día por el perfume, el amarillo reluciente y la forma exhuberante.


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“La lluvia y la nieve descienden de los cielos
y quedan en el suelo para regar la tierra.
Hacen crecer el grano,
y producen semillas para el agricultor
y pan para el hambriento.
Lo mismo sucede con mi palabra.
La envío y siempre produce fruto;
logrará todo lo que yo quiero, 
y prosperará en todos los lugares donde yo la envíe.
Ustedes vivirán con gozo y paz. 
Los montes y las colinas se pondrán a cantar 
y los árboles de los campos aplaudirán. 
Donde antes había espinos, crecerán cipreses; 
donde crecía la ortiga, brotarán mirtos. 
Estas cosas le darán gran honra al nombre del SEÑOR; 
serán una señal perpetua de su poder y de su amor.” 


Dios lo dijo por boca del profeta Isaías 55:10-13 (NTV)

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Señor, yo quiero ser un árbol que dé buen fruto, que alegre la vida de otros, que cumpla el propósito para el que fui creada ...que se dé honra a tu nombre.


viernes, 26 de julio de 2013

El mensaje.

Aromo, aroma, aromatizado, aromado, siempre puntual a la cita de Julio, cuando todos los árboles duermen, él brilla, amarillo desmedido, esplendente. 
Cada persona que pasa respira hondo y sonríe llenandose los ojos de luminosidad. 

El aromo crece sin fronteras, como si quisiera alcanzar las nubes. 
Hemos querido cortarlo un poco, podarlo. Imposible, nadie se atreve. Cada año está más alto y hermoso. Cada año es un mensaje precursor que nos dice “viene la primavera, ya viene".

Lo observo cómo va cambiando y mientras lo miro recuerdo aquella comparación que hizo el Señor Jesús:  

También les contó una parábola: «Fíjense en la higuera y en todos los árboles. Cuando ustedes ven que brotan sus hojas, pueden saber que ya se acerca el verano. De la misma manera, cuando ustedes vean que todo esto sucede, podrán saber que ya se acerca el reino de Dios... Pero tengan cuidado que su corazón no se recargue de glotonería y embriaguez, ni de las preocupaciones de esta vida, para que aquel día no les sobrevenga de repente. » (Lucas 21:29-35) 






martes, 23 de julio de 2013

Comida light o ayuno.

Voy al cumpleaños de uno que no sabe todavía “discernir entre su mano derecha de su izquierda”.(*) 
Como toda fiesta de peques, mucho globo, juguetes extraños, piñata, dulces al mayor y un par de tortas, aunque el festejado lo único que le interesa es un balón blanco y negro. Apenas camina y ya patea con entusiasmo, tal vez llegue a futbolista como los que juegan en las grandes ligas, solo Dios lo sabe. 
La torta –dice la madre- está hecha con crema y mermelada light, invitándome a comerla con confianza. 
Particularmente no tengo dramas con las calorías -necesarias en este helado invierno bajo cero-, tampoco adhiero a las nuevas tendencias culinarias que todo lo transforman en un conteo de proteínas, grasas trans, carbohidratos, poca sal, nada de azúcar y otras lindezas. 
Porque ¡vaya!, cualquier galeno, terapeuta, vendedor de alfombras o hasta el que estaciona autos da recetas de dietas, como si fuese el evangelio. Es que vamos derechito a convertirnos en un país de obesos, citan, en especial desde que la OMS la calificó como pandemia ¿no estaremos exagerando? 

En nuestra Comunidad evangélica se aconseja luchar contra esos instintos sibaríticos o carnívoros que nos atacan cada cierto tiempo, en especial los fines de semana, en vacaciones o para las fiestas nacionales. 
Nuestro pastor sugiere el ayuno como disciplina espiritual sistemática, no habla de “bajas calorías” ni “dejen los carbohidratos”. 
De frentón ayuno. 
Un día a la semana a pura aguita o algún jugo de fruta natural (para los que toman medicamentos), bueno para el alma y de pasadita nos arregla la figura.
Algunos lo intentamos. A veces se nos “va en collera” (se pone difícil) y en la mitad del día asignado se nos olvida. 
En fin, volver a intentarlo la próxima semana hasta adquirir el hábito. 


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Consejo de Jesús:

Pero tú, cuando ayunes, 
perfúmate la cabeza y lávate la cara, 
para no mostrar a los demás que estás ayunando, 
sino a tu Padre que está en secreto, 
y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará. 

Mateo 6:17-18

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(*) Libro de Jonas 4:11 


viernes, 12 de julio de 2013

Biblias, versiones en español, cambios que vienen.

Hay en el léxico evangélico chileno una suerte de arcaísmo difícil de erradicar, aun cuando las traducciones de la Biblia lo están intentando. 
Hace algunos domingos nos visitó una chica de la Sociedad Bíblica, amena y simpática ella. 
Nos mostró ediciones antiguas, la primera versión de Casiodoro de Reina (1569), un monumento a la belleza.
Nuevos testamentos en mapudungún, griego, hebreo, y otra cantidad de idiomas, apenas pudimos observarlos, porque de lenguajes, con suerte hablamos el español , y de leerlo, menos. 
Ella dijo que los evangélicos chilenos amamos la Biblia Reina-Valera 1960, aunque ya es un poco difícil de comprender. 
En estos días busco una versión más moderna, aunque los acérrimos defensores de la Reina-Valera me dicen que es irreemplazable. Me inclino por la Nueva Biblia Internacional (NVI) o la Biblia Viviente (BV). O tal vez la Biblia de las Américas (LBLA) (¿qué me aconsejas Tamy?). 
Los cambios son siempre complejos y difíciles, pero el lenguaje es vivo y cambiante, aunque signifique lo mismo. 
Mi amiga Tere siempre habla de: 
“Redimir el tiempo”. 
Me llama: “Sierva bienaventurada”. 
Y me motiva a “no deje de congregarse”.
"Son incircuncisos de corazón”, cuando se refiere a los porfiados. 
ECT. 
Quizás las próximas generaciones…en fin, tal vez la palabra irreemplazable sea el afecto, el cariño, el amor.
love.
любовь
 кохання
 любов
 zaluba, obluba
 mīlestība
 liebe
 amour
 amore
Y vietnamita ¿cómo se dirá?


Para ver versiones de la Biblia en diversos idiomas aquí:

 

domingo, 7 de julio de 2013

Final feliz.


Pusieron sobre sus manos
Una cestilla con flores
-manos delicadas que cultivaron vidas-
Rosas escogidas, coloridas prímulas
Un pequeño hibisco
Pero no había fuerzas
Para admirar los colores
Ni necesidad de belleza
Con esfuerzo levantó los ojos
En su rostro la última sonrisa
Ángeles custodiaron su alma
Hasta la curva final.

La vi morir sin quejas y recordé aquellas palabras del salmista:  "Preciosa es a los ojos del Señor, la muerte de sus santos". 
Cantamos en su funeral, como los que entonan canciones en las noches, cantamos para no sentirnos solos, porque la muerte huye de las alabanzas (pensamos en nuestra mente infantil), porque tenemos pena y la música es un bálsamo o porque es la tradición para despedir los que amamos. 
 
A ella no le sucedió como la historia aquella, Dios dignifica a quienes lo aman y le sirven. Los jóvenes sacaron sus guitarras, uno vino con la flauta traversa, una señora mayor trajo su acordeón. La música sonó toda la noche, en la profunda oscuridad la casa toda iluminada fue un testimonio de nuestra gratitud. 
Ella no era particularmente hermosa. 
Ni tuvo mucho dinero, más bien de vida modesta. 
Ni procreó una gran familia. 
Ni predicó fogozos sermones o grandes conferencias.
Nunca apareció en los periódicos ni en titulares de televisión. 
Recatada y sencilla. 
Sin embargo vinieron de lejos a despedirla. 
Su profundo amor ahondó en el corazón de muchos. 
Su profundo amor  por Dios, por la vida, por el prójimo. 



domingo, 30 de junio de 2013

Lo que me pasa el domingo.

Al caer la noche del domingo, cuando todos se preparan para dormir y madrugar al día siguiente me sucede un fenómeno curioso (por ponerle un nombre). 
Una semana termina en la quietud de un día especial, el día que se reune la Iglesia, que reímos juntos, cantamos a nuestro Dios, oramos los unos por los otros -y por ti, hermana ausente-, nos sentamos a oír un sermón (generalmente estimulante), tomamos té o compartimos algún dulce hecho en casa con las visitas. 
El fin del día es un cierre y una evaluación. 
Algo hicimos, mucho queda pendiente. 

Otra semana se inicia. 
La perspectiva de nuevos trabajos, renovados sueños, alegrías que esperan el momento adecuado, páginas por leer, milagros inesperados. 
Las ideas bullen la noche del domingo, la planificación, haré esto, lo otro, visitaré una amiga, iré a la Estación Oración, el día de las frutas y verduras, los días de Pilates, la perspectiva de visitar la librería (y adquirir un libro a buen precio), cocinar algo raro pero que quede rico, escribir algo sorprendente (cuesta), cantar una canción nueva, orar en el Espíritu, lograr la comprensión de una Palabra en la lectura diaria… ¡ tanto por vivir desde el lunes, si Dios lo permite ! 


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Señor, 
Muéstrame tu misericordia por la mañana,
 porque en ti he puesto mi confianza.
 Muéstrame el camino que debo seguir, 
porque en tus manos he puesto mi vida. 

Salmos 143:8 (RVC)

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(Fotografía de Santiago, Chile, gracias a vagamundos.net).