domingo, 12 de julio de 2015

¡Oh, la lluvia!

¡Por fin ha llegado!
Esperábamos como novio frente al altar, espectántes, ansiosos, cada día mirábamos el informe del tiempo y nada, abril "aguas mil" sumergido en smog, mayo, junio, ahogados en humo, restricciones de todo tipo,  de vehículos, ejercicios, paseos en bici, gimnasia en los colegios, todo porque la lluvia, cual novia caprichosa, se negaba a venir.

De pronto el horizonte se oscurece.
La brisa vespertina humedece el ambiente, presentimos las nubes sobre la Cordillera de los Andes, un anciano declara con alegría, "mañana lloverá". Todo se conjuga para dar la bienvenida a la ausente, la bienamada, la que alegra el corazón de los humanos.

¿Qué sería de nosotros sin la lluvia?
Un hombre puede vivir sin mujer, puede soportar que lo dejen "plantado" en la iglesia frente a cientos de invitados, nosotros no existimos sin ella.
Nunca como este año supimos cuánto la amamos y necesitamos.

Tal vez se hizo de rogar por eso, para que la apreciemos en toda su grandeza, para que seamos agradecidos de los dones que se nos dan .

 Para que reconozcámos lo frágiles, precarios y dependientes que somos.
Hemos salido a las calles a celebrarla. La hemos abrazado y hemos dado gracias a Dios por el regalo inmerecido.



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Tú, Dios nuestro, derramaste abundante lluvia,
y a tu exhausta tierra infundiste vida. 

 En ella, oh Dios, habitan los que son tuyos;
tú, por tu bondad, das al pobre lo que necesita.


Salmos 68:9-10)


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viernes, 10 de julio de 2015

Pata, aves y libre albedrío.


¿Crees que Dios tiene un propósito para cada vida?
Los teólogos escriben sesudos estudios acerca del "libre albedrío", la libertad de escoger y la soberanía de Dios. En algún tiempo me embelesaba en sus páginas.
Hasta que me volví "pajarera".
Siempre estuve rodeada de aves, mi madre me ordenaba alimentar el gallinero, las aves están en el ambiente, sobre los árboles, sus cantos lejanos suenan traslapados con el rugir de los buses y el tráfico de la ciudad.
Hasta que llega un zorzal a casa y deja un corazón quebrado (el mío) por su ausencia.

Ahora heredamos una pata, blanca, conversadora y exigente como dueña de fundo.
Uno cree en su libre albedrío, en la libertad de escoger, pero tal vez es al revés, ellos nos escogen, poco a poco nos atan con lazos de amor, nos rodean con regalos graciosos, nos alegran, buscan encantarnos, tal vez tienen temor que los abandonemos como otros lo hicieron.
En el mundo hay miles de patas y patos, faisanes, pavos reales preciosos, como el Principito encontró su rosa especial, esta pata  -coja pa’ más remate-, es la mía, la que me ha tocado en la vida y es mi responsabilidad cuidarla, amarla como a cualquier personita.  


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Tú (Señor) eres el que envía las fuentes por los arroyos;
Van entre los montes;


 A sus orillas habitan las aves de los cielos;
Cantan entre las ramas.


Salmos 104:10 y 12

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La ilustración es de Charley Harper, un espectacular conocedor e ilustrador de aves.







miércoles, 8 de julio de 2015

Agradecida de los productores.

Este último tiempo, mientras he compartido algunas recetas de comidas chilenas, he pensado en aquellos que proveen los ingredientes básicos para elaborarlas.
El sembrador de papas.
La cosechadora de uvas.
El productor de paltas.
El camionero que traslada carne.
El criador de pollos.
La que cultiva especias.
El elaborador de envases.
El que se dedica meticulosamente –aun en las madrugadas- a producir el pan de cada día, pan sabroso y tibio que llega a nuestra mesa antes que abramos los ojos.
El pescador que, en una noche negra, se aventura más allá de la playa para que yo disfrute una merluza fresca y hasta fileteada.
Miles de personas trabajan para darme de comer y beber.

Delante de Dios pido bendiciones para cada uno (a), Dios bendiga sus manos y dé fuerza a sus cuerpos, inteligencia a sus ideas, alegría en lo que producen.
Soy una agradecida especialmente del agricultor, un trabajo de gran valor y fe, riesgoso cuando las lluvias esquivas dan una magra cosecha que a veces no alcanza ni para cancelar los gastos.

Mi amigo F.  es mediero de un cultivo de papas en el Norte.
El año pasado le pidió a todo el mundo conocido que rogáramos por su siembra, una plaga se había instalado en el país y corrían riesgo de perderlo todo. 
Nuestras oraciones fueron -por gracia de Dios- contestadas positivamente.


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Así que llegué a la conclusión 
de que no hay nada mejor que alegrarse
 y disfrutar de la vida mientras podamos.
 Además, la gente debería comer,
 beber 
y aprovechar el fruto de su trabajo,
 porque son regalos de Dios. 


Eclesiastés 2: 12-13 (NTV)

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domingo, 5 de julio de 2015

La sombra del naranjo.

 


Me reconcilio con la poesía 
mientras camino por un huerto solitario
rodeada de naranjos 
y mi sombra se proyecta  entre el verde de  las hojas. 









viernes, 3 de julio de 2015

Recetas chilenas: parrillada.

Sí, ya lo sé, la parrillada no es típica de Chile, pero es  la comida que más personas reúne, sin ninguna duda. No conozco a “nadie” que rehúse a una invitación de carnes blancas o rojas asadas al fuego o como mis amigas vegetarianas, ellas asan verduras, la cuestión es juntarse y disfrutar un momento de comida y risas.
La convocatoria a una parrillada significa un tiempo de celebración, informal, sabroso, divertido. Los muchachos modernos comen de pie alrededor del fuego, carne y pan. Eso de las papas y ensaladas es cosa de mujeres, argumenta uno. Las familias prefieren una amplia mesa donde todos pueden servirse lo que cada uno prefiera.
Es lejos la comida más conversada…si no hay partido de fútbol entremedio.

Ingredientes para 4 personas (carnívoros y vegetarianas) :
1.500 grs. Carne roja, lomo veteado, abastero o sobrecostilla (en algunos súper venden “asado americano”, es bien blando y sabroso).
 4 tutos de pollo condimentados con sal y orégano.
4 chuletas de cerdo (o costillar).
4 tiras de longanizas.
4 cebollas ( 2 para asar y 2 para ensalada).
2 berenjenas,
2 zapallo italiano (zucchini)
2 puerros,
2 pimentón (todas las verduras partidas por la mitad y aliñadas)
8 papas cocidas con cáscara.
1 lechuga de su preferencia.
1 Kg. de tomates, cilantro picado.
1 limón para limpiar la parrilla (me resulta mejor que la cebolla)
1 bolsa de carbón de 3 kilos aproximado.
Sal.

Preparación:
El carbón abundante, las brasas nunca demasiado encendidas, la parrilla puesta ni tan baja ni tan alta, los ingredientes previamente preparados, y sí, me gusta con unas papas cocidas + lechugas + chilena” + pebre.
Cuando el fuego esté a punto colocar las carnes limpias del exceso de grasa y asar por unos 15 minutos. Particularmente le coloco la sal al darla vuelta. Vigilar que no se queme. Colocar las verduras, verificar la sal. Encender el horno de la cocina a calor muy bajo y en una fuente adecuada poner lo que se va asando, mantener el calor. 
Por cierto, la mesa Jag Grill  de la foto me ha parecido un estupendo invento si somos habitué de la parrilla. Conozco personas que todas las semanas se juntan para disfrutar un asado (si el bolsillo da para tanto).

Por estos días he experimentado con un brasero de mesaresulta muy cómodo  asar para pocas personas.


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El que come de todo, come para el Señor, 
y lo demuestra dándole gracias a Dios; 
y el que no come, para el Señor se abstiene,
 y también da gracias a Dios.   
Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo,
 ni tampoco muere para sí.  
 Si vivimos, para el Señor vivimos; 
y si morimos, para el Señor morimos.
 Así pues, sea que vivamos 
o que muramos, del Señor somos.

Romanos 14: 6-8


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miércoles, 1 de julio de 2015

Recetas chilenas: merluza frita.

A los evangélicos también les gusta el asado, el fútbol (más si ganamos) y las vacaciones en la playa.
Algunos piensan que es un tanto mundano” y que debemos abstenernos de gritar un buen “gooooooool” (por estos 50 días sin tele me conformo con escuchar a mis vecinos cuando Chile anota).
Y si de vacaciones en la playa se trata, nada mejor que disfrutar una rica –riquísima- merluza frita (el galeno de mi predilección me permite una fritura cada tres o cuatro meses y me ha dado una larga charla de los aceites quemados, bla-bla-bla.)

Tips: Para que el rebozo, batido o tempura que recubre el pescado quede crujiente mezclo la harina de trigo con harina de maíz.

Ingredientes: (6 personas)
- 6 pescadas limpias (merluza o congrio, los pescaderos modernos la dan fileteada, sin espinas, genial).
- Sal y pimienta.
- Harina de trigo, harina de maíz (5 cucharadas de cada una)
- 2 huevos
- Aceite para freír, 750 cc.
Preparación: Lavar los trozos de pescada, secar bien, colocarle sal y pimienta, reposar en el refri mientras preparamos el batido.
En una fuente amplia batir los huevos, agregar las dos harinas, la sal y un poco de agua bien fría hasta obtener una mezcla semi-líquida.
Calentar el aceite en una sartén amplia, sumergir la merluza en el batido y freír por ambos lados.
Usar una espumadera es esencial para que no se desarme el pescado.
¿Cómo saber si el aceite está a punto? Poner un diente de ajo en la sartén, mirar si se dora está listo.

Cuando el pescado esté dorado sacar y poner en una fuente para horno sobre papel absorbente.
Dejarla en el horno a calor mínimo mientras se fríe en resto, servir calentita.
Lo ideal es acompañar con ensaladas pero si no puedes prescindir de los carbohidratos, un buen puré “la lleva”.
El detalle de unos trozos de limón y pebre mejoran la presentación.


Nota: En el Norte de Chile sirven un sándwich de pescado frito en una marraqueta (pan batido) con lechuga y tomate, espectacular.



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 Si el Señor comió pescado ¿por qué no nosotros?

"Le dieron un pedazo de pescado asado. 
Jesús tomó el pescado y lo comió delante de ellos."


Lucas 24:42-43


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lunes, 29 de junio de 2015

Recetas chilenas, algunos tips.

 
Los cristianos también comemos (algunos piensan que vivimos ayunando).
No somos ni sibaritas ni ascetas. Nos gusta la comida como cualquier mortal, bien cocinada, saludable y -en la medida de lo posible-, en buena compañía.
Los evangélicos chilenos gozamos -como todos nuestros compatriotas- con una rica empanada para las Fiestas Patrias o una cazuela calientita en invierno.
Hemos heredado de la cocina mapuche, apetitosa y sana, recetas llenas de buen vivir y sabores diferentes que disfrutamos en nuestra infancia sureña.

Mis amigas (os) me han pedido que les dé un par de  secretos de recetas que he compartido en alguna celebración. Es un hobby que me ha dado muchas alegrías. El sonido más gratificante para una cocinera es cuando el comensal prueba y exclama, mmmmm…, suspiro y luego con los ojos medio en blanco pronuncia, ¡qué rico!, ¿me das un poquito más?

Tengo algunos tips para empezar:
* Toda preparación debe hacerse para disfrutar, el que cocina y el invitado (a).
* A cada receta hay que darle el tiempo que requiere. Particularmente cocino a fuego lento, valorando cada componente.
* No está de más decir que ingredientes, utensilios y ambiente debe ser previamente higienizado lo mejor que se pueda.
* Disponer de recipientes, ollas, un buen cuchillo y otros complementos para comodidad del que trabaja.

* Alguien sostiene que el toque “amor” es fundamental, yo difiero un poco, creo que a la cocina hay que respetarla, dedicarle tiempo y seguir las recetas (o lo que una ha descubierto) con las medidas y combinaciones correctas. La prueba es que he cocinado unos esperpentos y a pesar que los he hecho con mucho cariño, me han resultado unos bodrios.
 * En el arte de cocinar más vale seguir los consejos de los que saben y no improvisar cuando tenemos una celebración importante. Los experimentos es mejor dejarlos para esos días de invierno, encerradas en nuestro hogar mezclando sabores.

* Recordar que lo más importante es la comodidad y deleite de los invitados. Saber qué les gusta es esencial. Nada más fome , una invitación donde sirvan carne de cerdo sabiendo que hace años no la consumo. Me recuerda aquella fábula que leímos en el colegio.
* Nunca está de más darle un vistazo a las fechas de vencimiento de los ingredientes. Una harina vencida es fatal.
* En este último tiempo he intentado tener un menú de invierno y otro de verano para aprovechar los bajos precios y la abundancia de cada  estación.

 Cocinar es agradable, definitivamente.



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 Señor:
 “Haces que crezca la hierba para el ganado, 
y las plantas que la gente cultiva 
 para sacar de la tierra su alimento: 
el vino que alegra el corazón, 
el aceite que hace brillar el rostro, 
y el pan que sustenta la vida.” 

Salmos 104: 14.15


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miércoles, 24 de junio de 2015

Paseo de otoño en Santiago.

Nos sentamos en la plaza bajo el tenue sol de otoño que ilumina los paseantes dándoles un aire de fantasía.
Las palomas revolotean y los gorriones pelean por las diminutas migas de pan esparcidas entre las baldosas. En el quiosco central suena una música de Mozart, tal vez el Concierto N° 9.

En unas pequeñas mesas algunos hombres juegan ajedrez. Una madre sube a su hijo a un caballo de madera para que el fotógrafo los inmortalice mientras sonríen, se besan, las manos enlazadas en un instante de dicha.
Más allá un pintor retrata una muchacha que permanece quieta como una misteriosa monalisa. La brisa es apacible, como si no quisiera interrumpir la placidez del momento.

Recuerdo el poema de Nicanor Parra, "hay un día feliz". 
No se puede dudar, éste es el reino/ Del cielo azul y de las hojas secas/ En donde todo y cada cosa tiene/ Su singular y plácida leyenda:/ Hasta en la propia sombra reconozco/ La mirada celeste de mi abuela./ Estos fueron los hechos memorables/ Que presenció mi juventud primera,/ El correo en la esquina de la plaza/ Y la humedad en las murallas viejas./ ¡Buena cosa, Dios mío! nunca sabe/ Uno apreciar la dicha verdadera,/

Tarde  perfecta.
La felicidad de las cosas simples.
Plaza de Santiago, kilómetro cero.


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Este es el día que hizo el Señor;
    nos gozaremos y alegraremos en él.

Salmos 118:24

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viernes, 19 de junio de 2015

Música pentecostal.

Llegan con sus mandolinas, un banyo y una guitarra.
Cinco mujeres y un hombre.
Es extraño, son chicas modernas, cibernautas, chatean y tienen facebook, visten pantalones, gorros bolivianos, usan aros brillantes y se hacen trencitas y mechas californianas en la cabeza.
Sin embargo cuando empiezan a rasguear los instrumentos adquieren ese aire pentecostal que me cuesta describir, entre respetuoso y antiguo, entre místico y alegre, la cara cambia de expresión, se concentran como si el Espíritu estuviera soplándoles al interior una melodía que solo ellas escuchan.

La música evangélica es variada, ecléctica, todos los estilos, desde himnos luteranos hasta el notable hip-hop que algunos interpretan en buses del Transantiago o en espectáculos callejeros. La música pentecostal es inconfundible, sentimental y rítmica. Apegada a una tradición de cuerdas y tonos menores. Generalmente lleva al auditor a la emoción y a veces hasta las lágrimas, enraizada en lo más profundo de las iglesias sureñas autóctonas, sufridas en la esperanza de un mejor acontecer.
La música pentecostal cala directo al corazón.

Tal vez porque ser pentecostal es un sentimiento, una certeza de pertenecer, la canción ahuyenta las tristezas y te da fuerzas para vivir.
Algunos sostienen que no existe algo como “música cristiana” y les encuentro bastante razón. Pero si me preguntan por la  música pentecostal, respondería que sí, que la hay y es diferente, tal vez única en su género, como lo es el gospel, el jazz o la cumbia.
Amo la música con toda clase de instrumentos, de cualquier época, de todo país, todos los estilos ¿tú también?


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¡Alabado sea el Señor al son de trompetas!
¡Alabado sea el Señor con salterio y arpa! 
 ¡Alabado sea al ritmo del pandero!
¡Alabado sea con flautas e instrumentos de cuerda!
¡Alabado sea con campanillas sonoras!
¡Alabado sea con campanillas jubilosas!
 ¡Que todo lo que respira alabe al Señor!
¡Aleluya!

Salmos 150: 3-6 (RVC)
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Una muestra aquí:



jueves, 18 de junio de 2015

Pecados financieros: derroche.

No puede conservar una moneda en el bolsillo. Literalmente.
Toda el sueldo lo usa en pocos días, el resto del mes pide prestado.
Como decimos en Chile “le debe a cada santo una vela”.
Gasta más de lo que gana.
Consume más de lo que ingresa.
Disfruta sin fijarse en cantidades.
Es inmoderada en las comidas, mano abierta en las propinas, derrochadora por excelencia.
Cualquier ingreso es poco.

¿Qué le hace falta a mi amiga Ja…?
Unas clases básicas de matemáticas, un cuaderno de entradas-salidas, una buena calculadora y un poco de sentido común.
A muchos nos ha pasado en la vida, nos fuimos de casa -donde no teníamos idea lo de pagar cuentas-, recibimos nuestro primer dinero y lo gastamos todo en un anillo de oro (eso hice yo, y me lo robaron al mes siguiente).
Otros se enfiestan hasta el desvanecimiento.
O se van de shopping y compran de un cuantuay con la excusa que “está de oferta”.

No es fácil aprender el manejo sabio del dinero.
Sea poco, sea mucho, la administración es una ciencia que se aprende pasando hambre y vergüenza (si no has estudiado concienzudamente), a menos que desees vivir endeudado per saecula saeculorum.


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 El que es inteligente obedece la ley; 
el que todo lo malgasta,
 llena de vergüenza a su padre. 


 Proverbios 28:7 

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lunes, 15 de junio de 2015

Pecados financieros: avaricia.

Quería tenerlo todo, mi amiga Beatriz.
Un gran automóvil, buena casa con piscina, un departamento en alguna playa top para rentar si alguna vez llegaba la vejez y la mejor jubilación. Joyas de oro, porque el papel se desvaloriza, me decía.
Trabajaba para eso.
Largas jornadas laborales, desde antes que saliera el sol hasta muy entrada la noche.

Su hermana contrajo matrimonio con un buen hombre que la amaba. Su patrimonio ascendía a dos hijas encantadores, una casa heredada de sus suegros, un perro fiel y una gata independiente.

Beatriz rara vez asistía a los cumpleaños de sus sobrinas a pesar de las insistentes invitaciones, rara vez llegaba con algún regalo.
Los fines de semana se encerraba en casa a trabajar en el PC, observar los movimientos de la Bolsa de Santiago y dedicarse a cuidar sus joyas, pinturas y antigüedades de alto valor.
El “único despilfarro” –según sus palabras- era comprar crema anti-age de buena marca. No usaba jabón porque resquebrajaba la piel y mantenía un control férreo sobre los gastos.

Con apenas 42 años le diagnosticaron un aneurisma cerebral que -sin aviso- le descontroló la vida, felizmente sin consecuencias fatales.
Hoy sus días transcurren entre los controles médicos, las sobrinas la han adoptado para turnarse atendiéndola con dedicación de Florence Nightingale y las tardes bucólicas en la casa de su hermana, alejada del "mundanal ruido". Lejos está aquel tiempo de codicia y desmedido amor por las riquezas.

La visito en ocasiones, aún tiene rasgos del antiguo hábito, ciertos tics que conservan las personas avaras, pero el amor y los cuidados familiares producen milagros.
Tal vez con el cariño constante de su hermana y el tiempo pueda ser dichosa más allá de las posesiones materiales que –por cierto- ayudan pero no son el único leitmotiv de una sana existencia.


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También les dijo: 
«Manténganse atentos 
y cuídense de toda avaricia, 
porque la vida del hombre no depende
 de los muchos bienes que posea.»


El Señor Jesús lo dijo en: Lucas 12:15

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viernes, 12 de junio de 2015

Pecados financieros: tacañería.

“Mano de guagua”, le decían.
Él alegaba que era ahorrativo, que la vida de pobreza es dura, que nadie te da una mano cuando caes en la indigencia.
Gran error.
La vida de pobreza no es más cruel que cualquiera de los males que aquejan la raza humana.

Es más sencillo soportar la necesidad económica que la falta de amor, la incredulidad, una enfermedad terminal en plena juventud, la consternación al perder un hijo, el abismo de la soledad, la perversidad de un enemigo.

Aquella historia del joven rico es tan vigente hoy como lo fue en otra época.
Y la orden de vivir dando no se ha derogado para este siglo, por el contario, sigue siendo una fuente de bendición para el donador.


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Que cada uno dé como propuso en su corazón, 
 no de mala gana ni por obligación, 
porque Dios ama al que da con alegría. 
Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, 
a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, 
abunden para toda buena obra. 

2 Corintios 9:7-9



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(Fotografía de  Noel Feans)

miércoles, 10 de junio de 2015

Pecados financieros: usura.

Me prestó dinero.
En aquella época mis finanzas estaban en el suelo.
Quebrada, es la palabra.

Fui a su oficina, tenía una próspera fábrica de bolsas de papel…y facilitaba efectivo.
Al 20 % mensual.
La tasa legal era máximo 5 %.

Tomé el préstamo apretando los dientes. Comer era más urgente que los escrúpulos.
Caminé de regreso a casa bajo un tenue sol de otoño y oré mirando al cielo, creyendo que detrás de ese color desvaído, Dios tendría misericordia de mi calamitosa administración.
Lloré en plena calle con desesperanza.

La usura me robó un par de años.
Terminé de pagar mis deudas con la ayuda del Señor, grandes esfuerzos, muchas oraciones y una noche en el hospital de urgencias con un patatús nervioso que casi me exporta al otro mundo.

Parte de mi capital intangible es saber que jamás cobraré un % a quien le preste, porque ahora -después de la crisis- Dios me ha dado para hacerlo.


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 Quien su dinero no dio a usura,
Ni contra el inocente admitió cohecho.
El que hace estas cosas, no resbalará jamás.


Salmos 15:5


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(Pintura de Quentin Massys, el cambista y su mujer)




lunes, 8 de junio de 2015

Ebrios (4)

Dicen –no me consta- que los ebrios tienen una larga vida. Si alguien no los agrede en algún bar y los manda al más allá, obviamente. Porque si hemos de concordar es que los curados son porfiados, a veces muy violentos y algunos bastante groseros pues pierden parámetros de conducta y las inhibiciones propias del comportamiento social.

Pedro era joven, tal vez unos 35 años, padre de una bebé, trabajador y buen marido.
Hasta que llegaba el viernes.
Especialmente el viernes de paga.
Ahí se olvidaba de todo, solo quedaba delante de sus ojos la mesa con los amigos, las copas y las risas.
Hasta muy entrada la noche regresaba a casa como podía.
Aquella ocasión descendió del bus, la instabilidad del cuerpo lo hizo caer con tan mala fortuna que una de las ruedas le tomó la pierna dejándosela atrofiada para siempre. Los intentos del chofer que rápido lo llevó a los primeros auxilios fueron inútiles, la operación duró algunas horas, la convalecencia unos meses y la invalidez hasta hoy.
Camina con dificultad.
Una muleta a cada lado, sin prótesis que le ayude. Su mujer me cuenta que jamás ha vuelto a beber.



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 No se embriaguen con vino porque eso les arruinará la vida.
En cambio, sean llenos del Espíritu Santo, 
eviten las canciones de taberna, 
alaben a Dios con himnos y canciones del espíritu.



Efesios 5:18-19 (Paráfrasis)


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viernes, 5 de junio de 2015

Ebrios (3)

Tambaleándose y sostenido en un hilo invisible a punto de cortarse, entró en el templo.
Sentado en la última banca escuchó el sermón.
 Entre la embriaguez y el razonamiento sacó un pañuelo y rompió en llanto, ese lamento típico de ebrio arrepentido al que nadie le cree.
Hasta que sucede lo inesperado.
El Espíritu Santo le da un toque y el hombre salta de su asiento glorificando a Dios sin una pizca de vacilación.
 Desde ese día Rigo  hizo un giro en 180 grados.
Abandonó el alcohol –se hizo “canuto” ríen los amigos-, se dedicó a la familia, compró una Biblia y se matriculó en unos cursos por Internet para entender lo que leía.
Fanático susurran en el trabajo.
 Te lavaron el cerebro, le dicen los más cercanos.
Él, como si escuchara llover.
Sabe que su vida es otra, que recuperó el respeto de su familia y su propia estima.
Sabe que su encuentro con Dios fue real e imborrable.


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 Andan diciendo algunos: “Todo me está permitido”. 
Sí, pero no todo es conveniente. 
Y, aunque todo me esté permitido, 
no debo dejar que nada me esclavice.


1 Corintios 6:12 (BLP)

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miércoles, 3 de junio de 2015

Ebrios (2)

“Para que se haga hombre”, dijo el padre y le extendió la copa.
Tenía no más de 6 años.
Sabido es que en Chile (no sé si en otros países) los progenitores dan una copa de vino a sus hijos pequeños con la fe primitiva que eso les preparará para la vida. Faltará el pan, los zapatos o la leche, pero ¿licor?, no, señor, eso no puede faltar.
Porque como decía el apóstol Pablo –aquí sacan la teología popular- “le recomendó a su hijo Timoteo que bebiera una copita para sus dolores". Y con todo desparpajo lanzan “¿ve que hasta la Biblia recomienda el vino?”.
Toda una filosofía.

Mi abuela murió cuando yo era pequeña.
Al mes fuimos a visitar su tumba, colocarle algunas flores y llorar su ausencia.
Mi tío Enrique –hombre de fácil sonrisa-, nos invitó a unas bebidas. Una copa de vino, para especificar. Una ronda para todos –y como dice nuestra Presidenta- para todas.
Incluyéndome.
A mis escasos 5 años bebí, no recuerdo cuánto. Solo recuerdo la curadera, el mareo rabioso, el deseo de seguir bebiendo y la posterior resaca. Un dolor de cabeza que no se lo doy a nadie, gracias a Dios nunca volví a sufrirlo. Porque, claro está, no me volví a curar. Con una vez basta y sobra.

¿Mi tío? Murió abstemio después de pasar las “mil y una” con un vicio del demonio. Nunca se casó (¿qué mujer se atrevería?), no tuvo ningún hijo y anduvo 30 años de su vida alcoholizado.
Cuando me cuentan las bondades del licor les comento “a otro perro con ese hueso

Como dice el rey aquel con tamaña sabiduría:


 “¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares?
 ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas?
 ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados?
 ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! 
No te fijes en lo rojo que es el vino, 
ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; 
porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. 
Tus ojos verán alucinaciones, 
y tu mente imaginará estupideces. "


(Proverbios  23: 29-32 NVI)




(fotografía gracias a mirófotografos)



lunes, 1 de junio de 2015

Ebrios (1).

 Me has hecho Tú,
 ¿y ha de pudrirse tu obra? 
Repárame, pues ya mi fin se acerca; 
quiero huir de la muerte, 
mas me encuentra, 
y todos mis placeres son pasado.
 John Donne.

Nadie quiso hacerse cargo.
La madre –cansada de soportar por años un marido alcohólico- le negó el asilo.
Los hermanos –frenados por cada esposa- sostenían que no estaban en situación de recibirlo, cada uno cargaba sus propios problemas.
Los hijos sufrían su presencia, siempre ebrio, siempre al borde de la violencia o de escándalos callejeros.
La esposa había interpuesto una demanda para obligarle a un tratamiento terapéutico.
El estado dilataba ad infinitum una hora médica.

Un  ebrio consuetudinario –muchos pululan por nuestras calles- es una especie en alza dentro de nuestra sociedad. Los muchachos (en estos tiempos también las chicas), inician su carrera en las bebidas espirituosas desde muy pequeños, sin que se den cuenta el vicio los atrapa con garras férreas, difíciles de romper. Prometen dejarlo, se internan en una clínica, lloran, se arrepienten, toda la gama de metodologías no resulta, una y otra vez vuelven a caer en el líquido elemento como si se dejaran caer en los brazos de una amiga amorosa.

H. ya estaba terminal. Su vida era una constante irrealidad. Fue internándose en la inconciencia, un viaje del que no fue capaz de regresar.
La muerte –amante de todo ser humano- abrió sus brazos y le dio lo que todos le negaron, aceptación y descanso. Lo amó con su cuerpo descompuesto y maloliente, no tuvo escrúpulos para abrazarlo y conducirlo por los caminos intrincados de una nueva existencia, tal vez mejor, solo Dios lo sabe.
Bien dijo el poeta “la muerte tiene una mirada para todos” (*)



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Su destino final es el sepulcro; 
la muerte los va llevando como guía el pastor a sus ovejas. 
En cuanto bajen a la tumba,
 abandonarán sus antiguos dominios. 


 Salmos 49: 14 (TLA)


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(*) César Pavese.


jueves, 28 de mayo de 2015

Pequeñas historias del Metro (5)

( Estación de Metro decorada con mosaicos, Puente Alto)

La vida a la salida del Metro bulle como bullía -guardando las proporciones- en los alrededores del estanque de Betesda.
Gente con hambre que busca –por el olor- algo de comida al paso.
Muchachos que salen de clases, ateridos pidiendo un café “bien calientito”.
Madres con niños comprando una sopaipilla con mostaza o padres que llevan alguna golosina a sus retoños que esperan en casa.
Todo es rápido, queremos llegar al calor del hogar pronto.

Entre esos vendedores está Anita. Ofrece alfajores –pequeños dulces de galletas rellenas con manjar-, para ayudar con algún dinero a su madre y hermana pequeña.
Es emprendedora la Anita. Poderosa en carácter y temperamento. No hay frío que la detenga, protestas callejeras o garúa en ciernes. Verano, invierno, cada mañana, parece que la hubieran plantado en la vereda.
En su mano una caja primorosamente decorada exhibe su mercadería y la sonrisa ¡esa sí que es sonrisa!

Converso a veces con ella. Es un deleite su lenguaje, poco habitual en personas que se dedican a vender en la calle. Me cuenta que está terminando la carrera para ejercer de parvularia. Estudia por las noches. Pronto podrá dejar el negocio, tal vez en un año y dedicarse a la docencia, que claro, no es tan bien remunerada pero es más estable, con un contrato y buen horario. 
Me cuenta de su madre que elabora los dulces, según ella “tiene mano de monja”.
Cada vez que bajo del Metro paso a desearle bendiciones.


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 Entonces llegué a la conclusión 
de que no hay nada mejor que disfrutar de la comida y la bebida, 
y encontrar satisfacción en el trabajo.
 Luego me di cuenta de que esos placeres 
provienen de la mano de Dios.

Eclesiastés 2:24 (NTV) 


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