viernes, 12 de junio de 2015

Pecados financieros: tacañería.

“Mano de guagua”, le decían.
Él alegaba que era ahorrativo, que la vida de pobreza es dura, que nadie te da una mano cuando caes en la indigencia.
Gran error.
La vida de pobreza no es más cruel que cualquiera de los males que aquejan la raza humana.

Es más sencillo soportar la necesidad económica que la falta de amor, la incredulidad, una enfermedad terminal en plena juventud, la consternación al perder un hijo, el abismo de la soledad, la perversidad de un enemigo.

Aquella historia del joven rico es tan vigente hoy como lo fue en otra época.
Y la orden de vivir dando no se ha derogado para este siglo, por el contario, sigue siendo una fuente de bendición para el donador.


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Que cada uno dé como propuso en su corazón, 
 no de mala gana ni por obligación, 
porque Dios ama al que da con alegría. 
Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, 
a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, 
abunden para toda buena obra. 

2 Corintios 9:7-9



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(Fotografía de  Noel Feans)

2 comentarios:

Fernando dijo...

El tema del dinero es complicado, Ojo Humano. En España se decía "el dinero no da la felicidad", pero desde hace años se añade "... ¡pero ayuda a conseguirla!". Mucha gente ha empeorado su situación económica, y aunque es cierto lo que tú dices (que es peor la soledad o la enfermedad) no se debe minusvalorar la seguridad de espíritu que nos da.

ojo humano dijo...

Sin duda, Fernando. Todo está estructurado en base al dinero y esa es nuestra realidad desde que nacemos. Pero llevar a extremos ese deseo de poseer también va contra los principios naturales y evangélicos. Nuestra sociedad es bien solidaria, pero observo las personas más jóvenes y son un tanto más egoístas, tal vez por el tipo de costumbres que hemos ido cambiando.