Tal vez no sea la única, hasta las canciones proclaman "por siempre joven".
Hay todo una industria de la juventud, se lucha a "brazo partido" por mantener ese "divino tesoro", se gasta en cremas, tratamientos y mil adminículos para ser y parecer joven.
Ayer vi que la vejez no es detestable, no más de lo que un muchacho de 20 pudiera ser. Podemos concordar que de 30 o 40 años ya piensan, sienten y parecen ancianos.
Estoy en la parada del bus, un hombre pequeño, delgado, bastante mayor se sienta a mi lado y por esas empatías sociales nos ponemos a conversar.
Le calculo más de 90 años.
Lúcido, inteligente, culto, con un gracioso sentido del humor, en suma, encantador .
Me cuenta que trabaja en una oficina del Centro de Santiago, media jornada, se traslada en Metro y cumple su horario sagradamente, aunque no tiene gran necesidad de trabajar.
Quiere mantenerse vigente, activo, informado y vital.
Lo miro casi boquiabierta. Cuando los muchachos no quieren progresar y desean todo gratis, he aquí un frágil anciano que desea contribuir a su entorno con un aporte positivo.
Dicen que la tendencia mundial es una vejez sana, esperamos que sea como lo dice el salmista:
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Los justos florecerán como las palmeras;
crecerán como los cedros del Líbano.
Serán plantados en la casa del Señor,
y florecerán en los atrios de nuestro Dios.
Aun en su vejez darán frutos
y se mantendrán sanos y vigorosos
para anunciar que el Señor es mi fortaleza,
y que él es recto y en él no hay injusticia.
Salmos 92:13.15
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