No más tóxica que la bella hortencia, la hiedra, el chamico o aquel inocente suspiro.
No puedo evitar la fascinación que me provoca.
Crece en el jardín escandalosamente bella, cautivando la mirada de los transeúntes.
Este año se ha desarrollado para todos lados, exhuberante, resistente y desordenada. La dejo que crezca como ella quiera, ya dejó sin vida a la rosa que la acompañaba, mucha cercanía no le agrada.
Alguien me solicita una flor de regalo ¿cómo podría negarme si cada año se multiplica?
Cultivar flores es cada día más raro.
El agua de la ciudad sube a precios exhorbitantes, los edificios se alzan como la solución para familias pequeñas (los jóvenes apenas desean procrear un hijo, en algunos casos ninguno).
Las casas con jardín se vuelven difíciles de hallar, como la poesía, el cultivo de flores es un lunar en medio del cemento. Por cierto, un lunar muy lindo, pero poco práctico.
Tal vez en el futuro se pueda conocer solo por internet estas especies tan raras como la strelitzia de mi huerto.
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Ya brotan flores en los campos;
¡el tiempo de la canción ha llegado!
Cantares 2:12
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