Mientras escribo la tierra oscila de manera suave y persistente.
Espero que el movimiento siga su curso normal, espero...
A veces se intensifica como hace algunas horas. Un sismo profundo, largo, como un suspiro de la tierra, extenso y hondo.
Este ha sido diferente, un terremoto sin hipocresías. Otros son arteros, pegan el sacudón sin aviso.
La gente no corre, los buses pasan repletos, es la hora de regreso a casa.
No hay gestos de pánico.
Mis vecinos en los edificios bajan a la calle de manera mesurada, todos saben qué deben hacer.
Nos reunimos en nuestra Comunidad, es la hora del culto, alguien coloca una canción en el equipo, al final salimos al patio –la zona de seguridad- y cantamos “a capela”.
Bajo el cielo arrebolado de la tarde oramos por la paz del país. Nunca la devoción había tenido tanto sentido, estamos juntos, la tierra tiembla, la oración nos une.
La noche ha quedado muda.
Cada uno se ha retirado a su casa, estas ocasiones unen la familia más que las Fiestas Patrias.
Todos respiramos tranquilos, lo peor ha pasado.
Si hemos de creer al salmista, Dios ha pasado por Chile de nuevo.
------------------------------------------------------------------------
Las nubes derramaron torrentes de agua,
los cielos retumbaron, y atronaron tus rayos;
los cielos retumbaron, y atronaron tus rayos;
resonó en el torbellino la voz de tu trueno;
tus relámpagos iluminaron el mundo,
y la tierra tembló y se estremeció.
tus relámpagos iluminaron el mundo,
y la tierra tembló y se estremeció.
Salmos 77:17-18
--------------------------------------------------------------------------