martes, 25 de agosto de 2015

Sajarse.

Mi abuela sajaba aceitunas para sacarles el amargor.
Los profetas paganos se sajaban el cuerpo en sus sacrificios cruentos.
Algunos indígenas pre-hispánicos se cortaban la piel en juegos competitivos.
Las chicas de hoy usan hojas de afeitar, corta-cartón, cuchillo  o pequeñas puntas filudas para hacer lo mismo, sangrar. Una forma de liberación.

La sobrina de una amiga está en el hospital.  Se le pasó la mano al cortarse.
Mientras tomamos té nos cuenta la dramática vida de una pequeña de solo 13 años, testigo de la infidelidad de su padre, el dolor de la madre y otras circunstancias que no deberían tocar a los niños, pero que sí, sufren las maluras de cabeza de los padres.
Nos inclinamos en un momento de oración y rogamos por ella, por la familia que en algún momento ha perdido el rumbo.

Duele saber que las niñas modernas  (…tanto adelanto, mi Dios, tanta ciencia, tanta tecnología, y no hemos podido solucionar los problemas cotidianos de convivencia)  se realizan ligeros cortes en brazos y muslos como método para liberarse de presión y de angustia.
Me llama la atención que se ha vuelto común.


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Cuidado con despreciar a cualquiera de estos pequeños. 
Les digo que, 
en el cielo, 
sus ángeles siempre están en la presencia de mi Padre celestial 


 Mateo 18:10 (NTV)


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2 comentarios:

Susana dijo...

Es terrible que pasen esas cosas. Un beso.

ojo humano dijo...

Y terrible y un problema que la sociedad no le ha tomado el peso.