Oigo la naturaleza, potente como enjambre sudoroso en la ciudad plena.
Camina conmigo entre los hibiscos relucientes del verano,
observa el cielo de arreboles
y tomemos una selfi que eternice
el tiempo irreversible.
Guarda en la piel el calor dorado y luminoso.
Una provisión de fuego para los días gélidos
que no tardan en llegar.
Se previsor, llena tus ojos del rojo de las rosas
y tus pulmones del olor a los damascos.
Tendrás una reserva esplendorosa donde
refugiarte confiado en el día infeliz.
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Oh, Dios
Tanto el día como la noche te pertenecen;
tú creaste el sol y la luz de las estrellas.
Estableciste los límites de la tierra
e hiciste el verano, así como el invierno.
Salmos 74:16-17
tú creaste el sol y la luz de las estrellas.
Estableciste los límites de la tierra
e hiciste el verano, así como el invierno.
Salmos 74:16-17
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(Fotografía del hibisco que cultivo con esmero)