Se dice que es el más grande, el más solo, el más seco y donde las estrellas brillan mejor que en ninguna parte del mundo.
Como la reina aquella, estaba equivocada.
Hay un desierto más bello, más solo y más espantoso, donde las estrellas suspiran al ver la terrible belleza y donde cualquier persona puede visitarlo si tiene coraje, buen estado físico y el don de la aventura, de otra manera huirá atemorizado o quizás salga ... muerto.
Danakil.
Hasta el nombre es magnífico.
¿Por qué pienso en un lugar que jamás conoceré?
¿Por qué miro y vuelvo a mirar las fotografías que abundan en internet?
¿Por qué me obsesiona la imagen de los niños cargando tablas de sal, un trabajo excesivo para cualquier niño que debería estar jugando en la escuela?
“La National Geographic lo definió como el «lugar más cruel de la Tierra» ("Cruelest Place on Earth")”.
No es la belleza, es la pobreza, la vida extrema que deben soportar los seres humanos debajo del cielo.
Duele. (En realidad duelen tantas cosas).
¿Vivirán contentos los afar en esas condiciones?
¿Se habrán acomodado al momento y circunstancias de la vida que les ha tocado?
¿Será verdad que a todo se acostumbra el hombre?
¿Será suficiente elevar una oración y luego seguir la vida corriente?
¿Habrá para ellos el agua necesaria este año?
¿Se puede hacer algo?
¿Qué?
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Dios y Señor nuestro, ruego por los afar confiando en Tu Palabra:
Convierte el desierto en estanques
de agua
y la tierra seca en manantiales.
Allí establece a los hambrientos
y fundan una ciudad en que habitar.
Siembran campos, plantan viñas
y logran abundante fruto.
Los bendice, y se multiplican en gran manera;
y no deja que disminuya su ganado.
Salmos 107:35-38
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