lunes, 21 de julio de 2014

Torta de merengue y lúcuma.

Cada vez que enfermaba -especialmente en invierno-, mamá llegaba de su trabajo con un trozo de torta. 
Mamá murió hace unos años y con el invierno ha llegado el resfriado. 
Mi Padre no deja los detalles al azar (por cierto, es un decir, no creo en el azar) 

¿Por qué somos objeto de amor? 
¿Por qué se nos ama? 
¿Por qué el Padre se preocupa de nuestras vidas mínimas? 
El asombro me sobrecoge. 
El asombro y la gratitud. 

Estoy consciente de la desgracia universal, la condición deteriorada de muchas mujeres, el abandono de niños, la desventura de muchachas en la flor de la vida. 
Personas a las que destruyen sin misericordia. 

¿Merezco este amor si –al igual que miles - no he hecho nada? 
Toca el timbre. 
Mi amiga Xim extiende sus manos y me abraza. 
Luego abre la cajuela del auto y me alarga un albo paquete, la miro con un gran signo de interrogación. 
-Tú sabes que te aprecio, dice y vuelve a abrazarme. 
Como las brisas cálidas del invierno, como el Raco que baja de Los Andes y bendice la ciudad, ella llega a mi puerta con el regalo de sus manos. 
-La hice yo, me explica. 
Sus manos maravillosas endulzan la vida de otros (y a mi). 

Cierro la puerta y recuerdo al apóstol: “Pero Dios, cuya misericordia es abundante, por el gran amor con que nos amó, nos dio vida junto con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado), recuerdo a Lope de Vega: “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?/ ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío …” recuerdo las veces que Xim ha llegado, siempre con una sorpresa.

Coloco el paquete sobre la mesa, descubro su esplendor y tomo esta imagen. 
La eternidad en un clic.
Y escribo.
Escribir es mi forma de agradecer, un homenaje que puedo dar por la amistad. 

Y mi oración de cada día por ti, Xim,   "¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia!   
¡Que el Señor alce su rostro sobre ti, y ponga en ti paz!"





2 comentarios:

Fernando dijo...

Caramba, Ojo Humano, tienes motivo para estar agradecida a tu amiga: la elaboración de esa maravillosa tarta le ha llevado mucho tiempo, sin duda. Son admirables los detalles, como los adornos. Todo demuestra mucho amor y mucho afecto, mil veces más que si te hubiera comprado algo caro.

Felicidades, pues.

ojo humano dijo...

Es verdad, los detalles grandes o pequeños hacen nuestra vida más grata. La amistad es un bien grandioso y yo soy afortunada.