viernes, 13 de junio de 2014

Partido Chile vs. Australia.

Me rindo. 
Después de practicar una absoluta indiferencia, luego una oposición pasiva y por último un sufrido silencio, casi tildada de antipatriota, lo reconozco, he sido superada por la marea roja. 
Por todos lados escucho el sonar de las bocinas, las famosas “vuvuzelas” invaden las calles, la tv. está inmirable, mis vecinos de los departamentos nuevos han llenado de banderas chilenas sus terrazas, las paradas de buses repletas de peatones esperando un bus que no aparece, desesperados por llegar a sus hogares a la hora del partido Chile-Australia, todo tema se ha postergado por 90 minutos.
La vida parece detenida en las imágenes de la pantalla, en todo lugar. 
El aire huele a asado, abandonadas en mi reja han quedado botellas vacías de cerveza que han dejado los transeúntes.
La loquita del barrio pasa hablando incoherencias sin mirarnos, solo ve los amigos invisibles con los que se ríe o pelea, de la fiesta callejera no se percata.
Es la media hora previa y las aceras poco a poco van vaciándose. 
Yo abro una etiqueta con “deportes”, en este blog. Me da vergüenza poner fútbol. 
Y pienso que nuestro evangelio no ha sabido imbuir de pasión la vida de los creyentes, eso me apena. 
Tal vez por eso los deportes masivos han tomado un lugar desmesurado. 



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Entrénate para una vida dedicada a Dios. 
El ejercicio físico te sirve de algo, 
pero una vida dedicada a Dios te trae bendiciones 
tanto para la vida presente 
como para la del mundo venidero. 

1 Timoteo 4:7-8 (PDT) 
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2 comentarios:

Fernando dijo...

Ay, Ojo Humano, igual que hace 4 años el Mundial nos vuelve a enfrentar: España perdió 1-5 con Holanda, tiene que ganar a Chile y Australia por muchos goles, si empata o si gana por poco puede volverse a Madrid en 10 días. Tenemos miedo a Chile, conocemos bien a Alexis, todo es complicado para nosotros.

Exacta la reflexión final: ¿qué hemos hecho mal los cristianos para que la gente se apasione con el Francia-Bosnia y le dé igual Cristo?

ojo humano dijo...

Sí, ay, Fernando.
Por estos lados también se respira la incertidumbre.
Cualquiera que gane o pierda es digno de su profesión, como alguna vez leí a Whitman: "¡Las batallas se pierden con el mismo espíritu que se ganan!"