domingo, 8 de junio de 2014

Minuto de fama.

Ingreso a una librería cristiana, hojeo libros con entusiasmo,  tanta oferta me marea.
Cerros de libros por todos lados a precios diminutos.
Max Lucado (alguna vez fue inalcanzable para mi bolsillo) a 2 dólares, ¡Dios!, ¿vale la pena escribir si vas a terminar liquidado en una bodega?
Tal vez lo más grande de los grandes autores que terminan con sus libros en remate es esto, la posibilidad que personas con menos recursos puedan acceder a ellos.
Y más aún, me encontré con el día del 25 % de descuento ¡aleluya!
Mientras cancelo la cajera dice mi nombre para darme la boleta con el total.
Alguien que espera en la fila lo escucha y me dice ¿usted estudió en tal seminario?
-Vaya, sí.
-Yo fui alumno allí también, de una clase inferior a la suya, aclara.
Yo, en blanco. No me suena la cara ni el nombre.
Y él narra con lujo de detalles mi vida de estudiante, estoy tan impresionada que me quedo muda mientras él hace recuerdos de esos años maravillosos.
Nos despedimos con mutuas bendiciones.
Mientras regreso a casa no puedo dejar de sentir un asombro extravagante.
¿Cómo es posible que alguna vez haya impresionado a alguien que guardó en su memoria un nombre y un rostro tan común como el de cualquier chilena?
¿Cuántos recordarán mi defensa del idioma, los rasgueos guitarreros, las risas incontenibles en la hora de la cena, las bromas, las escapadas a casa de Febe a jugar tablero chino?
Hoy el Padre me ha dicho que,  aun en mi oscura y nada de original vida, alguien recuerda mi nombre, me ha distinguido entre la multitud y me ha destacado.
Por un minuto me he sentido extraordinaria.
Extraordinaria.
Suena bien.
Solo un minuto más, Padre, déjame disfrutar mi momento de fama.



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Hazme saber, Jehová, mi fin, 
Y cuánta sea la medida de mis días; 
Sepa yo cuán frágil soy. 
He aquí, diste a mis días término corto, 
Y mi edad es como nada delante de ti; 
Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. 


Salmos 39:4-5

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3 comentarios:

Fernando dijo...

Pues... ¡felicidades, Ojo Humano! Nuestra vida suele ser tan gris que es algo extraordinario que ese señor recordara tu nombre y tus experiencias de hace unos años. Haces bien en sentirte contenta, porque parece que somos como la arena del mar, que viene el agua y la borra.

Obed dijo...

Muchas veces nosotros hacemos cosas que a nuestros ojos parecen insignificantes, pero para los ojos de Dios y los demás son muy valiosas.

Solo debemos de pedirle gracia a Dios para que en todo lo que hagamos sea reflejado el nombre de Cristo.

PD: Yo también fue unos comprar libros en mi país (Guatemala) y no se porque ahora están más baratos... Dios es bueno para los que deseamos leer y tenemos poco presupuesto jajaja

ojo humano dijo...

Sip, Fernando, me sentí bien contenta. Aunque igual un poquito rara, la poca costumbre.

Obed, esa es la cuestión más importante, como nos mira el Padre. Y no sé porqué los libros han estado de ofertas, tal vez editan muchos y quedan resagados, bien para nosotros, ¡yo compre 20!, estoy preparada para el Mundial.
Gracias por la visita.
Un saludo desde Chile.