Mamá siempre tuvo esas iniciativas emprendedoras para salir de la pobreza -por cierto-, nunca supe que éramos pobres hasta que fui mayor y Dios me dio otras condiciones económicas en su generosa gracia.
Mi madre fue el ángel que proveyó cada día nutrición, abrigo y cariño. Durante un tiempo nos dedicamos a la cría de conejos. También patos, gallinas y una huerta. Nunca faltó alimento en la mesa, un regalo a la vecina o una ayuda al más necesitado.
Mamá sabía de generosidad, sin duda alguna.
Mi amigo P. sale a cazar al cerro, llega a su casa y prepara un suculento plato de conejo escabechado, invita a los amigos a degustar un manjar.
Se agradece.
Algunos sibaritas cárnicos miran en menos este tipo de proteínas, nótese, es más saludable que el cerdo y el vacuno juntos. Tal vez esa sea la razón por la que algunos gobiernos promueven su crianza; quizás los conejos salvarán el mundo del hambre.
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Cuatro de las cosas más pequeñas de la tierra
son más sabias que los sabios:
las hormigas, pueblo que no es fuerte,
pero en verano preparan su comida;
los conejos, pueblo que no es vigoroso,
pero hacen su casa en la piedra;
las langostas, que no tienen rey,
pero salen todas por cuadrillas;
la araña, que la atrapas con la mano,
pero está en los palacios reales.
Proverbios 30:24-27
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