jueves, 24 de enero de 2013

Mundos de papel.


Nos sentamos a recortar papeles, revistas y periódicos.
Ellos y yo.
Ellos, niños pequeños con diversidad de intereses.
Uno juega con su avión.
Otro quiere jugo.
La de más allá solo mira.
Niños distintos, ajenos, desordenados, vitales, divertidos, modernos, con celular (y Tach), e-mail, facebook y todas esas lindezas.
Son los de nuestra Comunidad cristiana evangélica. ¿Quién lo hubiera pensado cuando los vimos nacer?
Trabajamos en un collage de papel (aunque son modernos les encanta embetunarse con cola fría), todos ensimismados pegando, escuchando la música de las hojas que alborotan cuando las recortamos.
Una casa a este lado, un árbol, un arroyo, poco a poco va emergiendo de  los dedos diminutos el paisaje que está en cada cabeza. Todos  distintos, todos alegres, un poco torpes, un poco irreales.
Un mundo interior repleto de matices, formas, detalles.
Tal vez, digo, solo tal vez, podríamos sentarnos una tarde y volver a la infancia, llenarnos las manos de pegamento, sentir la textura del papel, olerlo, rasgarlo, transformarlo en mundos de colores con formas extrañas y ficticias.
Es  posible que las manos puedan volar.


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Enseña al niño

a seguir fielmente su camino,  
y aunque llegue a anciano

no se apartará de él.


Proverbios 22:6
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3 comentarios:

Fernando dijo...

Qué bonito, Ojo Humano.

Pollo con almendras dijo...

Dan ganas de embetunarse las manos con pegamento. A ver si me animo y lo hago hoy mismo. Te cuento.
Cariños, amiga

ojo humano dijo...

En realidad la paso muy bien cuando me toca trabajar con los niños y las niñas. Nos turnamos cada domingo.

Gracias por animarme con sus comentarios.