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martes, 10 de enero de 2017

Tía.

El calor no da tregua, miro por la ventana, resplandecen las buganvillas, no sé cómo soportan la resolana todo el día.
Me resguardo en la parte menos soleada de la casa, preparo una limonada y espero la llamada.
Tengo la certeza que llamará, tal vez tarde un poco, no tengo prisa, solo una ligera ansiedad, bebo lentamente, siento el ácido en la garganta, no me importa, solo deseo que el teléfono suene.

Observo el teclado negro, tiene una leve capa de polvillo, debo limpiarlo más seguido.
Alguien grita en la calle entre los autos “a los ricos helados”. Los automovilistas compran, cualquier hielo sirve para disminuir el bochorno.
Siento la melodía pegajosa de la llamada, respondo con mi mejor voz, tratando que no se note el temblor. -Tengo buenas noticias -oigo la voz lejana-, ha nacido.
Felicitaciones, eres tía de una preciosa niña.


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Hay un momento bajo el cielo para toda actividad:
 El momento en que se nace,
y el momento en que se muere;
el momento en que se planta,
y el momento en que se cosecha;
 el momento en que se  ...

 Eclesiastés 3:1-2
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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Pequeñas alegrías.

Ella añoraba que,  en esos momentos cumbre de una reunión,  alguien tocara su hombro y le profetizara.
No sabía bien lo que deseaba, una epifanía, una revelación, una palabra que la guiara en ese futuro hipotético y crucial, algo extraordinario y definitivo.
Era invisible a todo profeta.
Nadie tocó su hombro, no sintió ese estremecimiento –sus amigas se lo describían-  ni vio el cielo abierto con una luz cegadora que, a la manera de Moisés,  le dejara el rostro resplandeciente. O como Jacob soñando una escalera al cielo.
Se dedicó a trabajos viles buscando la aprobación del Santo. Hurgó en sus recónditos pensamientos una brizna de maldad. Lloró en tiempos oscuros de oración, saboreó la hiel de la soledad.
Años de opaco servicio templaron el carácter, le dieron certezas, aprendió a juntar pequeñas alegrías. Se hizo amiga de gente común, supo que la vida es un conjunto de esto y lo otro, que nada sucede por casualidad, tuvo esa rara lucidez de saber que su camino era el adecuado. 
Cuando murió vio dos ángeles que venían a buscarla.
Esa fue mi abuela.


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 Su patrón le dijo: “¡Muy bien hecho!
Eres un buen siervo y digno de confianza.
Como fuiste fiel con poca cantidad,
te pondré a cargo de mucho.
Ven y alégrate con tu patrón”.

Palabras de Jesús en Mateo 25:21 (PDT)

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jueves, 13 de octubre de 2016

"Nadie sabe para quién trabaja" (*)

Aquella noche el rey Asuero –insomne- pidió los libros de las historias reales, en ellos halló una deuda impaga.
- ¿Qué se ha hecho en beneficio de este hombre?, preguntó.
- Nada, respondieron los asistentes.
- ¿Cómo se debe tratar al hombre a quien el rey desea reconocer sus servicios?, preguntó a su ministro Amán.
-“¿A quién va a querer honrar el rey sino a mí?”, pensó el ministro, su amistad con el monarca estaba en el punto más alto.
- Mi rey, que se mande traer un vestido que usted haya usado, un caballo en el que haya montado y que se le ponga en la cabeza un adorno real. La vestidura y el caballo deberán entregarse a uno de los funcionarios más ilustres del rey, para que vista al hombre a quien el rey desea honrar, y que lo pasee a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: “¡Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar!”
-Ve de inmediato —le dijo el rey a Amán—, toma la vestidura y el caballo, tal como lo has propuesto, y haz eso con Mardoqueo, el que está sentado a la puerta del palacio. No descuides ningún detalle de todo lo que has recomendado.
Así Amán –verde de envidia- tomó la vestidura y el caballo, ordenó vestir a su enemigo con ropas reales y organizó un paseo por la ciudad con la proclama: “¡A este hombre el rey ha deseado honrar!”



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Un soplo nada más es el mortal,
 un suspiro que se pierde entre las sombras. 
Ilusorias son las riquezas que amontona,
 pues no sabe quién se quedará con ellas. 
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? 
¡Mi esperanza he puesto en ti! 


Salmos 39:6-7 

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(*) Dicho popular :
 Una persona trabaja esforzándose mucho, pero al final otro goza del fruto de su trabajo.



viernes, 16 de septiembre de 2016

¿Ser aval? ¿No serlo? He ahí un enigma.

Vivió en esa casa catorce mil seiscientos días.
Cuarenta años.
Hoy la lanzaron a la calle  (¿no es eso un acto de violencia?).
Cuando vislumbró aquellas nubes oscuras en el horizonte se paralizó.
Primero la muerte de su madre, al año siguiente el padre, luego su hermana menor y ahora la pérdida de la casa familiar.

Deuda de su hermana que pidió un préstamo, su padre puso la garantía, nunca pagó, casa embargada, casa rematada, desalojo.
Julita (mi casera donde compro verduras) se lamenta con el que tenga paciencia de escucharla.
El decreto judicial no se puede revertir –dice con serenidad-, todo esto es herencia de mi hermana y sus malas decisiones.
-Nunca-,  me dice,  nunca sea aval de nadie, Ud. no sabe quién saldrá perjudicado.

¿Aceptar la propuesta de avalar?
¿Retirarnos al lugar de espectador?
Tú, ¿qué dices? ¿Estás dispuesto a pagar por otro?




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“Observé algo más bajo el sol. 
 El corredor más veloz no siempre gana la carrera 
y el guerrero más fuerte no siempre gana la batalla. 
Los sabios a veces pasan hambre, 
 los habilidosos no necesariamente son ricos, 
y los bien instruidos no siempre tienen éxito en la vida. 
A todos les llegan buenos y malos tiempos.

 (Rey Salomón en Eclesiastés)


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lunes, 12 de septiembre de 2016

Caminos con obstáculos.

Quería escribir sobre el “terremoto” sin alcohol, que se toma a granel en estas fiestas patrias, pero no pude.
Quería escribir sobre las fiestas dieciocheras que tienen a todo el mundo (chileno) alterado, pero no pude.
Se me atravesó en la mirada una muchacha invidente.

Me siento frívola después de verla caminar titubeante en la fila del Banco, guiada por un hombre de edad mediana que le habla al oído con cariño.
Al salir ha tropezado con la pierna de uno que espera, pide disculpas y sigue tomada del brazo de su acompañante.
Sortea airosa las escalinatas, lenta y cuidadosa  (¡Dios!, se ve tan frágil). Si no anduviera acompañada, el camino sería una verdadera tragedia. Ese camino que yo hago sin preocupaciones mayores, casi con indiferencia, para ella es toda una aventura.
 
Aunque la ciudad ha progresado colocando bajadas en las esquinas y ha pavimentado veredas, los que carecen de sus ojos apenas pueden salir, a menos que sea en compañía de alguien.



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 No coloquen tropiezos en el camino del ciego; 
demuestren que respetan a Dios, 
porque yo soy el SEÑOR.


Levítico 19:14

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lunes, 29 de agosto de 2016

Joven y millonario.

Aprobó todos los estudios, incluyendo ética y teología.
Cantó místicas canciones
Oró con dedicación por los misioneros en el mundo
Una cosa te falta –oyó la voz- vende lo que tienes y regálalo a los pobres. Luego hablamos.

Cabizbajo se volvió hacia el hogar donde lo esperaban sus muchas riquezas.



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 Dijo Jesús:
¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!

Lucas 18:24


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jueves, 18 de agosto de 2016

Las llaves perdidas.

 Desde el día que perdió el manojo de llaves no volvió a ser la misma.Una desazón permanente se le atravesó en la garganta.
La comida antes deliciosa se le tornó insípida, la preocupación obstruye el paladar.
Qué decir del sueño, las cinco de la mañana escuchando el canto de las aves nocturnas, practicó todas las recetas, leche tibia, infusiones, hoja de naranjo, dormir no era prioridad. Solo recordar por milésima vez el camino recorrido entre la llenura y el vacío de sus manos.

Barrió por completo la casa, cambió de posición los muebles, hurgó en todos los bolsillos, trastornada, inquieta. Ni un sonido metálico que aliviara su fiebre.
Encontró cosas inverosímiles, papeles olvidados, cartas de su madre, regalos aún envueltos, fotografías de momentos felices, boletos recortados o timbrados.
Sentada en el piso volvió a viajar, revivió los rostros amados, la ansiedad cedió paso a una especie de felicidad, la de los recuerdos atesorados en recónditos espacios cerebrales.
Regresó a la joven que fue, amada y admirada.

Cuando llegó del largo viaje al pasado, las llaves habían perdido todo valor.
Llamaré al cerrajero, pensó, y esa noche durmió como decimos en Chile “a pierna suelta”.


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 Hay una temporada para todo, 
un tiempo para cada actividad bajo el cielo… 
Un tiempo para buscar 
y un tiempo para dejar de buscar.

 Eclesiastés 3: 1 y 6

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Ilustración gracias  a:
http://www.saroltaban.com/

lunes, 11 de julio de 2016

Zorzal, amigo ausente.

Ahora que ya no está.
Ahora que se ha ido.
Ahora que he aprendido a aceptar la ausencia y el paso de los años.
Tal vez…, solo tal vez pueda escribir sin nostalgia, más bien con gratitud.
Una amiga me pide que cuente su historia, la nuestra.

Era el verano más bochornoso de los últimos años.
Varios pichones cayeron de las palmeras, algunos terminaron entre los dientes de los gatos, otros intentaron emprender el vuelo sobre árboles más pequeños.
Un grito destemplado se escuchó en todo el jardín.
Era una pequeña cría de zorzal que alborotaba en el techo, quizás los padres lo empujaron a volar y en el intento se quebró una pata.
Aterrorizado apenas dejó que lo tomara.
Un poco de agua, palabras de calma y manos seguras, poco a poco dejo de gritar.

¿Qué comen los zorzales?
Google en eso es un maestro. Comió y bebió como si hubiera estado en ayunas por semanas.
Con el paso de los días el pichón me adoptó como su proveedora, su sirvienta incondicional.
Si no despertaba temprano me picoteaba la mano.
Si no le daba comida a ciertas horas, vociferaba hasta que lograba su objetivo.
No aceptó una jaula, deambulaba por toda la casa, desafiando cualquier peligro.
Por primera vez supe lo que es tener un jefe que controle el tiempo, a dónde vas y cuándo vas a volver.
A medida que crecía también aumentaban sus exigencias.

¿Amarán las aves?
¿Tendrán sentimientos parecidos a los humanos?
Fue el verano más atareado, cuidando esa vida frágil y expuesta a la voracidad de otras especies.
Cuando nos fuimos de vacaciones, se sentó en el vehículo como si fuera suyo, llegamos a la casa en la playa y adoptó el espacio como propio.
Quería estar siempre cerca, se dormía en el escritorio cuando trabajaba o en mi falda cuando me sentaba a mirar televisión. La tele era su pasatiempo favorito.

Aprendió pronto a volar y empezamos a sacarlo al jardín.
Mientras yo leía él picoteaba el pasto o se instalaba en mi hombro.
Con su canto característico de zorzal animaba cualquier espacio.
Un día voló hacia el limonero.
Otro hacia el naranjo.
Sus exploraciones eran cada vez con giros más amplios y seguros.
Su pata estaba sana y sus alas fuertes.
Al final del verano hizo un vuelo más alto, más allá del jardín y no volvió.
Le puse en el patio su comida favorita, una amplia fuente con agua, no volví a verlo.



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 Y Dios creó los grandes monstruos marinos 
y todo ser viviente que se mueve, 
de los cuales, según su especie, están llenas las aguas, 
y toda ave según su especie. 
Y Dios vio que era bueno.  
Dios los bendijo, diciendo: 
“Sean fecundos y multiplíquense, 
y llenen las aguas en los mares, 
y multiplíquense las aves en la tierra.”

Génesis 1:21-22


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Escribo esta historia para Matilda, con cariño.




miércoles, 6 de julio de 2016

Pequeñas historias de cuello y corbata (2)

Heredó de su madre una casita en la comuna más populosa de Santiago.
¿La arrendaré?, se preguntó.
No, soy poco sagaz, los arrendatarios pueden ser deshonestos, después voy a tener mil problemas, creo que es mejor venderla.
Y cavilando, cavilando, vendió la herencia. 
Tenía una pequeña cuenta de ahorro en el Banco Estado. Allí colocó su dinero después de todos los trámites, impuestos y demases.

Una compañera de trabajo con la que habitualmente almorzaba le dio el dato de AC Inversions, una financiera que daba mejores intereses que el Banco.
-Te apuesto que estás ganando un moco-, le dijo. Si el Banco te paga un 0,5 % acá te dan de 5 a 7%. La oferta era tentadora.
Mary lo pensó largamente y le dijo a su amiga que prefería la seguridad del Banco.
Cada día era un tema recurrente.
Estás perdiendo plata. Es un muy buen negocio. Soy tu amiga, jamás te engañaría. Es una empresa seria.
Así, día tras día, como la gota que horada la piedra. 
Aceptó ir a conocer la empresa.
Oficinas en pleno Centro de la Capital. Nada de lujosas, gente trabajando, todo muy formal.
Le explicaron detalladamente el sistema de inversión y las ganancias que podría tener en el transcurso de un año.

Estos días he leído las noticias.
Entre los miles de engañados que han perdido importantes sumas de su patrimonio, me salta a la vista un nombre, Mary….
Toda su herencia se esfumó en la mayor estafa piramidal de los últimos años.
Según las autoridades judiciales será difícil recuperar algún dinero.


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 "Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. 
Por codiciarlo, 
algunos se han desviado de la fe 
y se han causado muchísimos sinsabores."


El apóstol Pablo a en carta a Timoteo 6:10


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lunes, 4 de julio de 2016

Pequeñas historias de cuello y corbata (1).

No tuve ninguna desconfianza -dijo cuando la entrevistaron-, se veía un joven tan decente, iba vestido con terno y corbata.

Estafadores de “cuello y corbata”, se califica a esa especie que con cierto dominio del lenguaje, envuelven a sus víctimas, como lo hiciera antaño la serpiente con Eva.
Se acercan a la salida de los bancos cuando los ancianos reciben su jubilación o alguien descuidado muestra una abultada billetera.
Se aproximan con simpatía a preguntar algún dato. Entablan una conversación amena, son maestros de la comunicación. Agradables hasta en los gestos.
Van hasta donde la víctima permita.

Ella era una vecina sola, cerca del barrio donde viví por algunos años.
Desde el día del asalto -donde limpiamente, sin violencia física, le quitó toda su mensualidad-, no volvió a ser la misma.
Contaba la historia, consternada que un joven “tan encantador, vestido de terno y corbata”, la hubiera timado sin apenas darse cuenta.
Nunca volvió sola al Banco. Pero, aun acompañada, el mal estaba en su mente, no lograba reponerse de la impresión. Cada mes iba con menos ánimo, como si la imagen del muchacho la rondara en las puertas.
Poco a poco perdió el apetito y fue paulatinamente decayendo hasta un final triste de hospital.

¿Por qué no sospechó que era una treta desvergonzada para despojarla de sus pocos pesos?
¿Cómo prevenir el engaño?
¿Por qué la corbata es un símbolo de confianza?



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No hurtarás.


Lucas 18:20

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jueves, 30 de julio de 2015

Ventana de lluvia.


¿Qué hacer en una tarde de lluvia?
Algunos cocinan sopaipillas, no es mi caso, detesto la casa con olor a fritura.
Leer es un buen panorama, pero si una gotera persistente interrumpe, la concentración se va en un tris.
Mirar por la ventana, última alternativa y observar el río que va por la avenida donde algunos infortunados chapotean sin posibilidades de volver rápido a casa.

De pronto surge entre la bruma de agua una imagen impresionante.
Un hombre vestido formalmente con terno, camisa blanca y corbata, mojado hasta los huesos,  lleva debajo del brazo un ataúd blanco, pequeño, como si cargara una caja de regalo.
Me sobrecoge verlo tan indefenso, no sé si va llorando o es la lluvia.

Preguntas, ¿carga un bebé dentro del féretro? ¿A dónde se dirige? ¿Es un padre y ha muerto su hijo? ¿Es un sepulturero pobre que no le alcanzan las monedas ni para un taxi?
Aun con la alegría de la lluvia, mirar por la ventana a veces suele ser muy triste.


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 Cuando cruzan el valle del Llanto,
lo convierten en manantial;
hasta las lluvias tempranas
cubren el valle con sus bendiciones.

Salmos 84:6 (TLA)


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Fotografía tomada de aquí:

miércoles, 3 de junio de 2015

Ebrios (2)

“Para que se haga hombre”, dijo el padre y le extendió la copa.
Tenía no más de 6 años.
Sabido es que en Chile (no sé si en otros países) los progenitores dan una copa de vino a sus hijos pequeños con la fe primitiva que eso les preparará para la vida. Faltará el pan, los zapatos o la leche, pero ¿licor?, no, señor, eso no puede faltar.
Porque como decía el apóstol Pablo –aquí sacan la teología popular- “le recomendó a su hijo Timoteo que bebiera una copita para sus dolores". Y con todo desparpajo lanzan “¿ve que hasta la Biblia recomienda el vino?”.
Toda una filosofía.

Mi abuela murió cuando yo era pequeña.
Al mes fuimos a visitar su tumba, colocarle algunas flores y llorar su ausencia.
Mi tío Enrique –hombre de fácil sonrisa-, nos invitó a unas bebidas. Una copa de vino, para especificar. Una ronda para todos –y como dice nuestra Presidenta- para todas.
Incluyéndome.
A mis escasos 5 años bebí, no recuerdo cuánto. Solo recuerdo la curadera, el mareo rabioso, el deseo de seguir bebiendo y la posterior resaca. Un dolor de cabeza que no se lo doy a nadie, gracias a Dios nunca volví a sufrirlo. Porque, claro está, no me volví a curar. Con una vez basta y sobra.

¿Mi tío? Murió abstemio después de pasar las “mil y una” con un vicio del demonio. Nunca se casó (¿qué mujer se atrevería?), no tuvo ningún hijo y anduvo 30 años de su vida alcoholizado.
Cuando me cuentan las bondades del licor les comento “a otro perro con ese hueso

Como dice el rey aquel con tamaña sabiduría:


 “¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares?
 ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas?
 ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados?
 ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! 
No te fijes en lo rojo que es el vino, 
ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; 
porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. 
Tus ojos verán alucinaciones, 
y tu mente imaginará estupideces. "


(Proverbios  23: 29-32 NVI)




(fotografía gracias a mirófotografos)



jueves, 28 de mayo de 2015

Pequeñas historias del Metro (5)

( Estación de Metro decorada con mosaicos, Puente Alto)

La vida a la salida del Metro bulle como bullía -guardando las proporciones- en los alrededores del estanque de Betesda.
Gente con hambre que busca –por el olor- algo de comida al paso.
Muchachos que salen de clases, ateridos pidiendo un café “bien calientito”.
Madres con niños comprando una sopaipilla con mostaza o padres que llevan alguna golosina a sus retoños que esperan en casa.
Todo es rápido, queremos llegar al calor del hogar pronto.

Entre esos vendedores está Anita. Ofrece alfajores –pequeños dulces de galletas rellenas con manjar-, para ayudar con algún dinero a su madre y hermana pequeña.
Es emprendedora la Anita. Poderosa en carácter y temperamento. No hay frío que la detenga, protestas callejeras o garúa en ciernes. Verano, invierno, cada mañana, parece que la hubieran plantado en la vereda.
En su mano una caja primorosamente decorada exhibe su mercadería y la sonrisa ¡esa sí que es sonrisa!

Converso a veces con ella. Es un deleite su lenguaje, poco habitual en personas que se dedican a vender en la calle. Me cuenta que está terminando la carrera para ejercer de parvularia. Estudia por las noches. Pronto podrá dejar el negocio, tal vez en un año y dedicarse a la docencia, que claro, no es tan bien remunerada pero es más estable, con un contrato y buen horario. 
Me cuenta de su madre que elabora los dulces, según ella “tiene mano de monja”.
Cada vez que bajo del Metro paso a desearle bendiciones.


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 Entonces llegué a la conclusión 
de que no hay nada mejor que disfrutar de la comida y la bebida, 
y encontrar satisfacción en el trabajo.
 Luego me di cuenta de que esos placeres 
provienen de la mano de Dios.

Eclesiastés 2:24 (NTV) 


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martes, 26 de mayo de 2015

Pequeñas historias del Metro (4)

Apresurado vuelve del trabajo.
En casa esperan una mujer, cuatro niños, un perro chihuahua y un pequeño jardín.
-¡Papá!, gritan al unísono cada vez que aparece en la puerta ¿qué nos trajiste? Suficiente con un caramelo o unas galletas compradas a la salida de la estación donde bullen vendedores de toda clase voceando la más amplia variedad de golosinas.

Aquel atardecer la línea 1 del Metro había sido tomada por activistas y tendrían que esperar unos minutos, tal vez horas, nada se sabe. Los altavoces indican cada cierto tiempo llamando a la paciencia, que ya se arreglará la falla. Los pasajeros pierden la parsimonia habitual rompen el silencio, primero en voz baja, luego en un tono más alto, alguien escucha la radio en su celular y les trasmite las noticias. Unos muchachos han atentado contra un negocio contiguo al Metro, hay muertos. 
La incertidumbre castiga los cuerpos, la mente, los pensamientos se atropellan, los nervios empiezan a surgir en actitudes peligrosas, alguien llora, otro se tira el cabello, todos se agitan, se mueven dentro del mínimo espacio.

Cuando llega a casa –casi a medianoche- los niños se habían dormido, la esposa le sirve una sopa caliente, la televisión multiplica la noticia, el bombazo en una de las estaciones ha dejado dos muertos y ocho lesionados. Se sienta a tomar la sopa  y por primera vez en sus 29 años siente que la vida es frágil, inclina la cabeza y da gracias a Dios.

Inestabilidad social.



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Somos tan solo sombras que se mueven
    y todo nuestro ajetreo diario termina en la nada.
 
Amontonamos riquezas sin saber quién las gastará.  
  Entonces, Señor, 
¿dónde pongo mi esperanza?
 Mi única esperanza está en ti.

Salmos  39:6-7 (NTV)

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Fotografía del Metro Santiago-Chile, de fondo la Cordillera de los Andes.



sábado, 16 de mayo de 2015

Pequeñas historias del Metro (2)

 
¿Cómo puedo vivir sin tu amor?
¿Cómo sigo respirando si me has abandonado? 
Regreso del cementerio y los que me rodean lo ignoran.
No saben que mientras más repleto va el Metro, más solo me siento.
¿Habrá entre todas estas personas un alma caritativa que me escuche? Cada uno va conectado a su música, su radio, su lectura, su mundo.
Todos se aprietan entre sí como buscando disminuir la soledad, pero son solo cuerpos que sudan y comparten un minuto trivial. Nadie sabe nada de nadie, solo el roce al que se han adaptado les advierte la presencia de los otros.
La soledad del que ha perdido la mujer amada.



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 Es mejor ser dos que uno, 
porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. 
Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; 
pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas.

Eclesiastés 4:9-10 (NTV)

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(Fotografía del Metro, Santiago, Chile)

Pequeñas historias del Metro (1).


Estaban predestinados.
Respiraban el mismo aire contaminado de Santiago.
Habían nacido con un par de días de diferencia.
A ambos les gustaba el color verde, cantar al son de un piano en cualquier templo, la Cordillera de los Andes y el Pacífico eran sus paseos favoritos.
Ella reciclaba, él pertenecía a la brigada para salvar animales.

Un día se cruzaron en el Metro, ella iba de ida a su hogar, el corría a su turno de trabajo.
Se miraron, ambos sabían que mucho les unía.
Ella miró hacia la ventana, él descendió del carro cuando las puertas se abrieron.
Nunca volvieron a encontrarse.
Líneas paralelas.



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 En él asimismo participamos de la herencia, 
pues fuimos predestinados conforme a los planes 
del que todo lo hace según el designio de su voluntad...


Efesios 1:11


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(Fotografía del Metro de Santiago, Chile)

miércoles, 15 de abril de 2015

Chaqueta de piel.

 
No había nacido defensa animal.org.
Ni protección animal o algo semejante.

Mamá guardaba en un closet con llave su chaqueta de piel de conejo, regalo de una amiga de la abuela que tenía más "lucas" (*) que nosotras.
Un día se la pidieron prestada para ir a una fiesta de matrimonio.
Un rotundo no fue la poco asertiva respuesta.

Mi madre era una mujer dadivosa, caritativa, de mano generosa, hasta que alguien le tocaba el tema de la famosa chaqueta. Ahí era intransable.

Cierto día (yo era muy joven para entender las pasiones humanas) sentí un grito que traspasó toda la casa. Corri al dormitorio con todos los temores juntos. Allí mi madre abrazaba su chaqueta, como se acuna un bebé que acaba de fallecer, la piel de conejo inservible, enteramente estropeada.

¿Qué había sucedido?
Una gota traviesa se había colado durante meses, sutil y persistente sobre el closet, arrastrando agua y polvo mojando por completo la prenda. Imposible recuperarla.

Mamá lloró.
Esa fue la primera y última vez que la vi aferrarse a algo suntuario.



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A su vez, quiero que las mujeres se vistan con modestia, 
con respeto hacia los demás y con decencia. 
No se adornen con peinados exagerados, 
ni oro, ni perlas, ni ropa costosa, 
sino adórnense con buenas acciones. 
Es lo apropiado para las mujeres que dicen honrar a Dios.


Primera carta del apóstol Pablo a Timoteo 2:9 -10  (PDT)

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*Luca, billete de valor, modismo muy  usado en Chile.



lunes, 10 de marzo de 2014

Impuntual.

Nunca llegó a tiempo a ninguna parte. 
El día de su funeral esperamos más de dos horas, según explicó su familia, había ordenado que nadie la viera sin acicalarse como es debido, causa primaria de la impuntualidad.
- ¡ Jamás saldré a la calle sin maquillaje !, me dijo un día. 
Cuando se dignó a aparecer hasta el clérigo se había dormido en un asiento, el cementerio había cerrado y las plañideras ya no tenían lágrimas.



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Hay una temporada para todo, 
un tiempo para cada actividad bajo el cielo. 
Un tiempo para nacer y un tiempo para morir. 
Un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar. 


 Eclesiastés 3:1-2 


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miércoles, 22 de enero de 2014

Otras humillaciones.

Estoy en la fila del banco. 
Un hombre anciano se acerca a la caja. 
Espera algo. 
Es pequeño, usa camisa abotonada a pesar del calor, el pelo con gomina, formal y sobrio. De pronto alza la voz venciendo la timidez, resuena el espacio aséptico y silencioso: “he hecho fila por años, a mi edad ya es difícil esperar media hora, señor…“ (se dirige al cajero) 
El hombre de la caja lo mira con cierta indiferencia, “tiene que esperar”, le dice ásperamente. 
El anciano vuelve a protestar, alguien de la fila le cede el lugar, todos nos sentimos incómodos, la humillación ajena es casi tan dolorosa como la propia. 
Alguien de la fila también levanta su voz, apoyando. 
Antes que se arme un enredo y aparezca el jefe, el cajero llama al anciano, cuenta uno a uno los billetes, lentamente, como si atendiera a un niño. A estas alturas, con el dinero en sus manos, el anciano recupera la ecuanimidad, se retira dando gracias tímidamente. 


----------------------------------------------------------------. 

El humilde se alegrará de nuevo en el SEÑOR 
y los necesitados encontrarán felicidad en el Santo. 
El dictador dejará de existir, 
el arrogante no permanecerá… 

Isaías 29:19 
 -----------------------------------------------------------------.

jueves, 14 de febrero de 2013

Día de amor (4)

Las historias de amor son como una avenida de árboles en medio de la ciudad.
Los visitantes los admiran y luego se van.
Pasan los años y los árboles siguen ahí, dando sombra en verano, refugio a las aves, oscilando en la brisa con un perfumado canto y declarando la guerra al cemento.
Las historias de amor son imperecederas.
¿Es el amor a Dios una pasión vivificante? Fanny Crosby nos dice que sí en sus más de 8.000 himnos y poemas.
Por un lamentable accidente a los 6 meses de edad quedó ciega, sin embargo ese no fue impedimento para que se dedicara a la docencia y a su ministerio.
 Sin duda el amor a Dios es la fuerza de los miles, no, de millones de seres humanos que se aferran a una adoración que los llena de felicidad.
Yo soy una más entre todos, aunque todavía no escribo una canción digna de cantarse.


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Pues éste es el amor a Dios: que obedezcamos sus mandamientos.
 Y sus mandamientos no son difíciles de cumplir.
 Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. 
Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. 
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

 1 Juan 5:3-5

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