sábado, 16 de mayo de 2015

Pequeñas historias del Metro (2)

 
¿Cómo puedo vivir sin tu amor?
¿Cómo sigo respirando si me has abandonado? 
Regreso del cementerio y los que me rodean lo ignoran.
No saben que mientras más repleto va el Metro, más solo me siento.
¿Habrá entre todas estas personas un alma caritativa que me escuche? Cada uno va conectado a su música, su radio, su lectura, su mundo.
Todos se aprietan entre sí como buscando disminuir la soledad, pero son solo cuerpos que sudan y comparten un minuto trivial. Nadie sabe nada de nadie, solo el roce al que se han adaptado les advierte la presencia de los otros.
La soledad del que ha perdido la mujer amada.



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 Es mejor ser dos que uno, 
porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. 
Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; 
pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas.

Eclesiastés 4:9-10 (NTV)

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(Fotografía del Metro, Santiago, Chile)

3 comentarios:

Susana dijo...

Hacer el camino en compañía vale la pena. Un beso.

Fernando dijo...

Bueno, Ojo Humano, eso es especialmente cierto cuando uno tiene un gran problema o una gran pena o ha recibido una mala noticia y va rodeado de gente alegre, feliz, indiferente a la desgracia de uno.

La foto es curiosa, pero la del post anterior era más elegante.

ojo humano dijo...

Sin duda, Susana, es mucho mejor ir bien acompañada por la vida.

Sip, Fernando, a menudo cuado más necesitamos un consuelo nos toca estar en medio de mucha gente que no sabe lo que sentimos. Así es -creo- en los Metros del mundo.
La foto quiere graficar eso.
Un abrazo.