martes, 18 de enero de 2011

¿Anacrónico?

Como los zapatos taco aguja, las tacitas chinas para el té, los sombreros de copa o el himno  Castillo fuerte, un comentarista sostiene que el evangelio (y los evangélicos) es un anacronismo, algo ajeno a la modernidad, la ciencia y los medios que nos rodean. Más aún si cantan en sus reuniones masivas “Firmes y Adelante”.
Vaya.

Nada más lejos de la verdad.
¿Puede el espíritu humano prescindir del amor?
¿Pueden las personas –modernas y científicas- despreciar la misericordia como un bien?
¿Hay menos problemas mentales hoy que en el tiempo de Jesús?
¿Los hombres han resuelto sus conflictos existenciales?

¿Son más felices porque son más prósperos, saben más del mundo que les rodea y viajan a las estrellas?
¿Han resuelto sus diferencias con palabras de paz y buena voluntad?
¿Hay menos presos en las cárceles, menos enfermos en los hospitales, menos enajenados en los siquiátricos?

¡¿De qué anacronismo me están hablando, porfa?!
  

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Jesucristo es el mismo
ayer
y hoy
y por los siglos.

Hebreos 13:8
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