lunes, 9 de octubre de 2017

Un nuevo trabajo.

Inicié un trabajo nuevo.
Siempre lo desconocido provoca nerviosismo.
Se ha creado un proyecto en el Consultorio de Salud.
La jefa me lleva a conocer el lugar y me explica mis tareas.
Ayudar visitando a una cuidadora de personas postradas, compartiendo tiempo con ella, escuchar sus tristezas (que siempre las hay), compartir algunos ejercicios cognitivos, en fin, hacer su vida -ya dificíl- un poco más vivible.
Por cierto, nadie es dios para otro; el Dios verdadero, en el misterio de su misericordia, puede crear esperanza y descanso en este breve tiempo.
“Mi cuidadora” es una mujer esforzada y valiente.
Tiene la tarea de vigilar y atender una niña perturbada, un padre enfermo y una madre que apenas se levanta de la cama. ¡Vaya, todo el día sin parar!
Conversamos, el sol de la tarde nos pilla conociendo dos mundos distintos, intercambiamos  historias, risas, recuerdos de la memoria colectiva chilena.
En  la despedida me sonríe y dice “por favor, no me deje sola”.
Esa frase me estremece.
He prometido ser fiel a la tarea que se me ha confiado.
Me encomiendo a la gracia de Dios.



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Porque Dios no es injusto
 como para olvidarse de las obras
 y del amor que, para su gloria,
ustedes han mostrado sirviendo a los santos, 
como lo siguen haciendo.
  Deseamos, sin embargo, 
que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo empeño 
hasta la realización final 
y completa de su esperanza. 

Hebreos 6:10-11


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(Fotografía del chileno Sergio Larraín, tomada de dibam)

4 comentarios:

Susana dijo...

Quë gran labor. Un beso.

Fernando dijo...

Qué Dios te ayude, Ojo Humano. Es un trabajo difícil, es posible acabar en el desánimo o en la amargura. Pero tú y tu jefa sois importantes para esas personas, sin duda que tendrás esto siempre muy presente.

Espero que todo vaya bien.

ojo humano dijo...

Gracias, Susana. Espero que tengamos buenos resultados.

ojo humano dijo...

Gracias, Fernando. He puesto mi vida en manos de Dios, confío en Su ayuda y gracias.