jueves, 23 de abril de 2015

Medio pelo.


Ni ricos como Salomón.Ni pobres como el indigente de mi barrio.
Ni fríos ni calientes, como la iglesia de Laodicea.

Antiguamente se decía despectivamente "chileno de medio pelo".
Ni pelo largo como propaganda de Wella,  ni corto tipo pixie.
Melena, por decirlo así.
El origen se remonta a la época de la Colonia.
Nuestros amigos de urbatorium lo describen de manera magistral.

Clase media -dicen hoy- emergente.
Casi todos somos de esa clase... creo.
Lo que me preocupa nos es la casta, la alcurnia, el color o cuánto hay en la cuenta bancaria, menos el pelo, por supuesto.
Ni siquiera la belleza tan efímera y relativa (la modernidad brinda una amplia gama con toda clase de accesorios, ninguna excusa para andar dándoselas de fea).

Mi problemática va por otro camino, es el asunto de  no ser santa, siempre al borde de la maldad, ese sutil pensamiento inicuo, la persistencia de la duda.
En la media.



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"...para poder servir a Dios sin temor,
en santidad y justicia,
    mientras vivamos."


Lucas 1:76
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2 comentarios:

Fernando dijo...

Me llamó la atención lo de "clase media emergente", Ojo Humano: en España antes todos estábamos ahí, se trataba de que los hijos vivieran mejor que lo que lo habían hecho sus padres. Desde hace años somos "clase media decreciente": la sanidad, la educación, los sueldos, todo será peor para los hijos que lo que lo fue para los padres. Una pena.

Me quedo con el último párrafo. "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?" También yo me siento siempre "al borde de la maldad", al borde del pecado.

ojo humano dijo...

Sí, Fernando, tal vez debí agregar esa sabia frase de León Bloy "Solo hay la tristeza de no ser santos".
Pero, bueno, se vive encomendándose al Espíritu que nos ayuda en nuestras debilidades.
Buen fin de semana ¿ya es primavera en pleno?