sábado, 9 de octubre de 2010

Mentiras blancas.


El título de este post es una gran mentira.
Las mentiras no tienen color -¿quién inventó eso de mentiras blancas?-, son incoloras, aunque si  quisiéramos  graficarlas serían negras.
Hablábamos con Juanita acerca de las mentiras que cuentan las madres a los niños y me  dijo con cierta tristeza: “Negro fue el día que supe  la verdad respecto del hombre que predicaba, que se decía santo detrás del púlpito, que engañaba a su esposa con una bella señorita…de su propia iglesia.  Mentira negra que marcó mi vida adolescente”.

Pena.

¿Por qué mentimos con tanto descaro?
El hombre del saco, el Viejo Pascuero, el ratoncito de los dientes,  o ya de adultos “no estoy para nadie” o la típica “dile que no estoy”, “yo te llamo”, “te ves regia”, “mañana te pago”,  “mi carabinero, es que no vi la luz roja”,  en fin, hay de todo.

No podríamos ser tan cínicos como Pilato y preguntar con cierto tono inocente: “¿Qué es la verdad?”, cuando la tenemos delante de nuestros ojos.

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 Renovaos en vuestro espíritu
y vuestros pensamientos,
y revestíos de la nueva naturaleza, creada por Dios
en justicia y santidad verdaderas.
Dejando, pues, la mentira,
cada cual diga siempre la verdad al hablar con su prójimo.


Efesios  4:23-25 (Castilian)

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