jueves, 29 de junio de 2017

Vivir más simple.

Se le llama “vida más simple”.
Mi madre le denominaba “apretarse el cinturón”. Construyó su primera casa propia a punta de ñeque, con esfuerzo, la vi levantarse de madrugada para ir al trabajo. Ni subsidio de gobierno ni préstamo bancario, solo persistencia.
Los chicos le llaman a la moderación “pobreza” y reclaman aunque dispongan del último modelo de smartphone, bici de titanio y mochila de marca costosa. Desean vivir la vida a mil, fiestas todos los viernes, salidas de Mall, cine, playa cuando hay fines de semana largos, tarjeta de crédito.

Ahorro no es una palabra muy popular.
Mi amiga Isa compró un departamento para rentar con sus reservas de varios años. Comidas modestas, poco o nada de salidas a restaurantes, cine en casa, paseos con invitación, fiestas austeras, nada de etiquetas lujosas, sencillez monacal.
Aún así, nunca dejó de dar sus ofrendas a la Iglesia, su aporte a las misiones y un paquete de mercadería mensual para los pobres. Ella sostiene que Dios bendice al que da.

Nuestra Comunidad evangélica ha ofrecido un mini-taller de finanzas. Vino un profesor dedicado a la Banca y bastante entendido en temas de inversiones. Nos proveyó de un presupuesto y algunos tips para invertir. Lejos de otras alternativas más riesgosas, la propiedad en Chile es la más rentable, sea un terreno pelado en el Norte, una casa de playa o un departamento en alguna comuna central.

Reconozco que el ahorro es mi lado flaco. Es la razón por la que uso agenda, lista del supermercado y billetera con lo necesario cuando voy al barrio Meiggs, antro de toda clase de ofertas, ofertones y gangas "imperdibles".

¿Dónde está la medida entre el ahorro y el consumo?
Tal vez aprender a vivir con sencillez como lo recomienda el evangelio, los proverbios y el sentido común.

El peligro está entre la avaricia y el despilfarro, un amplio espacio con infinitos intermedios.


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Ordena a los que se hacen ricos con las cosas del mundo 
que no se llenen de orgullo. 
Diles que pongan su esperanza en Dios, 
no en el dinero, porque el dinero no es seguro. 
En cambio, Dios nos da todo en abundancia para disfrutarlo.  
Diles que hagan el bien, 
que se hagan ricos en buenas obras, 
que den con alegría y que estén dispuestos a compartir.  
Si así lo hacen, estarán acumulando un tesoro en el cielo, 
que será una base firme para el futuro.
 Entonces podrán tener la verdadera vida.


1 timoteo 6:17-19 (PDT)
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4 comentarios:

Susana dijo...

Yo soy de natural austera. Un beso.

ojo humano dijo...

Es lo mejor, sin esfuerzo o penas.
Te felicito.

Fernando dijo...

Es un tema muy difícil, Ojo Humano. En ningún caso se debe gastar más de lo que se ingresa. Dicho eso, ¿uno ha de ahorrar todo lo que pueda?, ¿no debe darse nunca caprichos como comprar un buen vino o ir al teatro de vez en cuando?

Ambos excesos son malos. En España hemos inventado una palabra para que el que se excede en el recorte de gasto: "cutre". Es muy popular.

ojo humano dijo...

Es difícil, sin duda. Yo creo que todo radica en el hogar, para empezar. Los objetivos y lo que deseamos. Hay gente que se priva de todo y son infelices y hay otros que consumen de todo y son infelices. Aprender a vivir bien es todo un camino de cada día. Y claro, la Palabra de Dios ayuda mucho.