viernes, 31 de octubre de 2014

¿Por qué soy pentecostal?

Decir “soy pentecostal” es semejante a decir “soy marciano, diaguita o kawésqar ” aunque nada de eso es parecido, ni de cerca.
Un estereotipo.
Un mote.
Una etiqueta que la sociedad adhiere sobre aquellos que no entiende.

Ciertos amigos me han preguntado por las costumbres que identifican a los evangélicos pentecostales (algunos les llaman "canutos") y cuál es la diferencia con los bautistas o presbiterianos. 
Sencillamente soy pentecostal porque creo en el Espíritu Santo como Dios ¿es tan raro tener una fe más allá de las runas, el horóscopo o el tarot?

Creo que el Espíritu Santo imparte dones a los seres humanos, sí, creo en la continuación de los dones hasta hoy, dones de sanidad, acciones extraordinarias y profecías que se cumplen.
Creo que el poder del Espíritu levantó a Jesucristo de los muertos y SÍ, creo que Cristo está vivo.
Creo que Dios sana por diversos medios, incluyendo los médicos, la imposición de las manos y la oración de fe.

Creo que a veces pueden suceder experiencias místicas y trascendentes, aunque algunas estén al borde del animismo, eso no les quita valor a las verdaderas..
Creo que hay un mundo espiritual que habitualmente no percibimos.
Creo que el Espíritu nos ayuda a rogar, aunque a veces no comprendemos algunas situaciones; su poder nos fortalece para vivir la vida devota hasta el final.

Soy una pentecostal respetuosa de otras posturas, a cada persona le amanece a diferente hora, la revelación de Dios es amplia, más allá de nuestros pequeños parámetros con los que aprendemos a defendernos.
Si alguna cosa he aprendido es esta: mi hermano no es mi enemigo, aunque no piense ni sienta igual a mí. Creo que el Cuerpo de Cristo es más amplio, trascendente y eterno que nuestra modesta Comunidad, defensora de la "sana doctrina" (otro día podemos hablar de eso) y las buenas costumbres.
¡Ah!, también creo en la evangelización mundial, el perdón de las ofensas, la ayuda a los necesitados y la solución de los problemas por medio del diálogo.

Y sí, me gusta la música con guitarra, banyo, acordeón y cualquier instrumento que no suene como tarro.



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No permitan que se hable mal del bien que ustedes hacen, 
porque el reino de Dios no es cuestión de comida ni de bebida, 
sino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.


Romanos 14:16-17
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5 comentarios:

Fernando dijo...

Es difícil no estar de acuerdo con tu post, Ojo Humano, si uno lee el Evangelio. Jesús anuncia varias veces que vendrá el Espíritu, y el Espíritu aparece al menos en su bautismo. No podemos pensar que eran metáforas o imágenes literarias, sino Alguien real, distinto de Jesús, distinto del Padre.

Y no sólo eso, claro. A nuestra propia vida viene el Espíritu Santo, si lo sabemos ver. No comprendemos algo y lo acabamos comprendiendo. No tenemos fuerza para hacer algo y lo acabamos haciendo. Eso no puede ser mérito nuestro, hay alguien que nos tiene que empujar suavemente, y ése es el Espíritu.

Me alegro de lo de la música, oye.

ojo humano dijo...

Es esencial vivir con el Espíritu de nuestro lado, de otra manera se nos haría bien complicada la vida.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola Ojo Humano,

Aprovechando un poco de tiempo libre se me ocurrió pasar a saludarte.
Al igual que Tú, me considero un pentecostal de tomo y lomo. Creo en la obra del Espíritu Santo en su iglesia hasta el día de hoy. No obstante, creo que como pentecostales hemos cometido un error garrafal, y esto es, creer que somos dueños exclusivos de la obra y manifestación del Espíritu Santo. Personalmente, no considero correcto subestimar la obra del Espíritu Santo en las congregaciones cristianas históricas, llámense bautistas o presbiterianos. Ellos también creen en el Espíritu Santo como Dios, aunque no creen en la manifestación de algunos de los dones en nuestros días. No olvidemos que el Espíritu Santo, durante la reforma protestante, usó hombres radicalmente cesacionistas, Lutero, Calvino, Knox y otros que dieron sus vidas por llevarnos nuevamente a la Biblia. Posteriormente el Espíritu Santo usó a los puritanos, de los cuales muchos eran cesacionistas como es el caso de Jonathan Edwards. Este hombre a través de sus obras ha bendecido y desafiado generaciones a experimentar un avivamiento personal y comunitario, donde el único enfoque sea la exaltación de Dios y no del hombre.
Otro punto en el cual hemos fallado los pentecostales, es que hemos cambiado la verdadera obra del Espíritu Santo por experiencia "emocional y religiosa", en algunos casos, no siempre, y simplemente porque hemos carecido de discernimiento. Por lo mismo hemos generado discípulos débiles, emocionales e inmaduros (me incluyo), que finalmente terminan desprestigiando el evangelio. Es aquí donde juega un papel importante la "sana doctrina" en el discipulado. No podemos olvidar que el Espíritu Santo siempre nos llevará primeramente a Cristo y su palabra, la cual Él inspiró. No podemos separar la obra del Espíritu Santo de la "Sana doctrina". Debo reconocer que a mi también me saturan los videos en youtube de los "pseudoapologétas" y "defensores del evangelio. No obstante, la biblia nos ordena contender por la verdad y a defender nuestra fe. En muchos casos el tema son las formas en cómo se hace, y en cuanto a eso tenemos que ser lo más fieles a la palabra de Dios, y no atacar a quien se nos ponga por delante y que piense distinto a nosotros. El principio de todo es el amor y el Espíritu Santo siempre nos va a direccionar hacia allá.

Abrazos y que Dios te bendiga.

Tu amigo y compañero de oración.

Luis Santos Vera.

ojo humano dijo...

Querido Luis, gracias por tu comentario, muy ilustrativo y completo.
Tal vez deberías tener un blog, ayudaría a muchas personas.
Un placer leerte y ser tu amiga.
Un fuerte abrazo.

Silvia Parque dijo...

Cuando me hice cristiana no sabía qué apellido tenía la comunidad a la que pertenecía. Yo les decía a los conocidos a los que contaba la novedad: de los que sí bailan y sí pueden tomarse unas cervezas :)
Me ha gustado mucho leer tu entrada.