Despierto esta mañana después de las largas fiestas nacionales con
un sentido de perplejidad frente al silencio de las calles. Pocos vehículos,
como si la ciudad entera sufriera una resaca instalada en el cemento, las
rejas, las piedras, los árboles, las aves apenas se escuchan, los gatos duermen
lánguidos.
Es jueves. He consultado mi agenda, trámites pendientes.
No sé si es la primavera o el ambiente, de pronto una dejadez, un sentimiento
de inutilidad de las pequeñas cosas cotidianas, ir al mercado a comprar comida a
las mascotas, cocinar algo liviano. Para
revertir el desánimo me instalo a leer 1 de Corintios, un corto proyecto para
octubre. Todo gira en torno al amor, me pregunto, como esos estudiantes lentos, Dios ¿y qué es el amor? Porque lo que se desprende
de la Epístola no tiene nada que ver con ese sentimentalismo que nos desgasta y
nos pone nostálgicos escuchando boleros trasnochados del “año de la cocoa”.
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“Todo
lo que hagan, háganlo con amor”
Corintios 16:14
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(La fotografía, una persona da de comer a un ave, Kay Nietfeld)
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