Mucho de lo que seremos tiene que ver con las decisiones que tomamos bajo esa influencia.
El que una vez me enseñó a doblar papel con santa paciencia llega a casa esta semana.
Origami, papiroflexia o cocotología.
También me enseñó a construir volantines de los más variados diseños, trajo a Rocky (mi perro) y me dio lecciones de sociabilidad que todavía estoy intentando practicar.
Leo algo de las disciplinas espirituales, acerca de la oración, la meditación, la lectura sagrada, hábitos que necesito practicar cada día un poco más. El origami tiene mucha similitud con ellas, hay que sentarse y abstraerse. Hay que olvidar el mundo y concentrarse. Hay que practicar el arte de la paciencia, dejarse moldear, aprender flexibilidad, la imprevista figura en qué nos vamos transformando.
La fragilidad del papel, tan grácil como la vida humana.
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Tú (Señor), con tus propias manos me formaste;
dame la capacidad de comprender tus mandamientos.
Cuando me vean los que te honran, se alegrarán,
porque en tu palabra he puesto mi esperanza.
Salmos 119:73-74
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