lunes, 9 de febrero de 2015

Prácticas obsoletas (parte 1): puntualidad.

 "No por mucho madrugar amanece más temprano".
"A quien madruga, Dios le ayuda".
"Mejor nunca que tarde". George Bernard Shaw.
"Mejor tarde que nunca"
"La puntualidad es una virtud si no te importa sentirte solo".
Autor desconocido.

He hecho una encuesta, bien básica y local.
Y he llegado a la conclusión que los chilenos somos top en impuntualidad.
En mi congregación 3% asistentes llegan media hora antes del horario establecido.
Un 10 % a la hora.
Casi un 90 % atrasados, cinco, diez, treinta minutos.
Y no falta alguno que llegue cuando nos estamos despidiendo, despistado total.

Ni hablemos de bodas, donde la novia siempre debe llegar atrasada, una amiga nos hizo esperar ¡dos horas!. Pensamos que había dejado plantado al novio.
Ser puntuales ya no es un plus, ni una virtud o una buena costumbre en mi país.
Es casi ofensivo ser puntual.
Es un reproche silencioso, es exponer la descortesía, la falta de respeto por el tiempo ajeno.
Es sacar a flote una conducta nada de considerada. Eso no se perdona.
Es como gritar en la vía pública “ladrón, ladrón” a alguien que está robando. Un amigo se ganó un puntazo en el vientre por poner en evidencia pública a un "lanza", estuvo varios días al borde de la muerte.

Exponer los defectos públicamente no deja de tener sus bemoles.
Muchas costumbres tratan de sostenerse en el tiempo - la puntualidad era bien vista, tanto como la “palabra de honor”, la austeridad, el buen nombre o la veracidad-, pero cada época tiene sus propias decadencias, tanto que se transforman en nuevas tendencias aceptadas e impulsadas por los llamados progresistas que desean cambiarlo todo.

Con el tiempo me he acomodado al cambio.
¿No es eso lo que hacemos incorporando las tecnologías y adminículos al uso hogareño?
Sería fatal vivir sin electricidad, agua potable, cocina a gas o refrigerador.
 Tal vez no vale la pena estresarse por los impuntuales –una amplia mayoría- y sentarse a esperar leyendo un buen libro, tejiendo un mantel para decorar una fiesta especial o escuchando un concierto en el celu.

Y sonreír cuando la de marras nos atosiga con excusas, que “el taco” no me dejaba avanzar, el transantiago venía a paso de tortuga, no puedo salir sin mis pestañas o tuve una llamada de última hora.

El pastor Rick Warren dice en alguna parte: “En las creencias esenciales tenemos unidad. En las creencias no esenciales tenemos libertad. En todas nuestras creencias mostramos caridad”.

¿Cambiar la praxis nacional del retraso? 
¿Se podrá?


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Pagad a todos lo que debéis: 
al que tributo, tributo; 
al que impuesto, impuesto; 
al que respeto, respeto; 
al que honra, honra.
 

Romanos 13:7

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