Todo tiempo pasado no fue mejor.
Ni peor.
El presente es el mejor tiempo, las oportunidades que no tomamos están en eso que rememoramos como un ejercicio de consuelo inútil.
Las oportunidades soñadas todavía no llegan.
¿Por qué desesperar?
Disfruto la tarde de otoño, la tibieza del sol mortecino, la luz blanda del día, observo el afán de las aves preparando nidos.
Otro verano vendrá, otra primavera, por el momento esto es lo que tengo, una limpieza al jardín, la poda de las rosas...la amistad, las voces furtivas de los transeúntes, la risa de los alumnos que regresan a casa, la lluvia que escurre entre las plantas ¿no es precioso lo que Dios da?
Quisiera seguir el gran consejo del apóstol Pablo: "Y sean agradecidos", como un principio aplicable a todos los instantes.
Alguien dijo que las grandes espectativas generan grandes frustraciones (o algo así), particularmente creo que si uno da gracias a Dios todo será una bendición, las espectativas !ah!, esos castillos en el aire, esas danzas de humo...solo Dios sabe lo que podemos administrar.
Por ahora, me dedico a podar el jardín. Mi Señor merece que lo realice a conciencia y lo mejor que pueda, aunque soy neófita en jardinería.
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“El sol no volverá a ser tu luz durante el día,
ni te alumbrará más el resplandor de la luna,
porque el Señor será para ti una luz perdurable;
tu Dios será tu gloria.
Isaías 60:19 (RVC)
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(Escribo estas palabras recordándote y orando para que el Altísimo Dios y Padre te acompañe en esos difíciles caminos por los que te has propuesto andar.)