Día del amor (3)

Las historias de amor son como las olas que besan tus pies, los refrescan y gentilmente se retiran.
Vuelven una y otra vez a acariciarte hasta que pierdes el temor a la inmensidad de las aguas.
¿Me amarás?, pregunta el mar en cada movimiento ¿dejarás de temerme?
Personas aman a otras personas, algunos aman la velocidad, los libros, los animales, la música o las artes.
Además de mi devoción a Dios, amo el mar.
Como don Nicanor (*) en su poema “Se canta el mar”, mi impresión fue idéntica cuando a los doce años viajé a conocer el Pacífico.  

“Sólo debo agregar que en aquel día 
Nació en mi mente la inquietud y el ansia 
De hacer en verso lo que en ola y ola 
Dios a mi vista sin cesar creaba. 
Desde ese entonces data la ferviente 
Y abrasadora sed que me arrebata:
 Es que, en verdad, desde que existe el mundo, 
La voz del mar en mi persona estaba.” (Fragmento)

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Oh Señor, 
¡cuánta variedad de cosas has creado! 

Las hiciste todas con tu sabiduría;

 la tierra está repleta de tus criaturas. 

Allí está el océano, ancho e inmenso,

rebosando de toda clase de vida, 

especies tanto grandes como pequeñas. 

Miren los barcos que pasan navegando,

y al Leviatán, al cual hiciste para que juegue en el mar. 

Todos dependen de ti para recibir el alimento según su necesidad. 

Salmos 104:24-27

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( *) Don Nicanor Parra, ver aquí:

 http://www.nicanorparra.uchile.cl/antologia/poemasyantipoemas/secantaalmar.html