Paso por la puerta de una iglesia.
En el estacionamiento una lujosa carroza fúnebre espera.
Miro hacia adentro -la curiosidad es la madre de todos los vicios, ay, Señor-, dos mujeres sentadas en la amplia sala más el párroco y el hombre de la empresa.
Ninguna flor.
Me pregunto ¿quién llevará el féretro afuera?
¿Le pedirán ayuda a algún asistente?
¿O al cuidador de autos?
Y mientras camino por la vereda recuerdo el velatorio de aquel muchacho que escribí el año pasado, acompañado de pobladores, bien regado, muchas canciones, paseo incluido por todo el barrio.
¿Mueren los pobres más dignamente que los ricos?
No creo.
La soledad es inherente a ambos, hay pobres que los lanzan a una fosa común sin que nadie los reclame.
“La muerte tiene una mirada para todos”, dijo el poeta, sea alguien amistoso, popular o misógino.
---------------------------------------------------------------
¿Quién puede vivir sin ver la muerte?
¿Quién puede salvarse del poder del sepulcro?
Salmos 89:48
-----------------------------------------------------------------