viernes, 11 de enero de 2013

Si el Señor no...



Después de los trámites me detengo a mirar los titulares en el kiosco de diarios, vitrineo las revistas y converso con la diarera.
Llega una mujer preguntando algo, no le pongo mucha atención entretenida en la lectura de las noticias. De pronto alza la voz y empieza a sollozar,  la miro y me impresiona la angustia de su voz.
La escuchamos –la señora de los diarios y yo-, nos cuenta su calvario con el hijo adolescente que ha caído en las drogas, que se ha ido de la casa, que lo quiere internar, que el muchacho hasta ha llegado a robar, está flaco como cadáver, que…
Desesperada, inconsolable, demacrada, tal vez lleva noches sin dormir.
Las revistas con sus títulos frívolos parecen reírse  del dolor.
Le tomo un brazo, le ofrezco oración, “Dios no escucha”, me dice con desaliento “por todos lados han rezado tanto”, termina.
Ay, Dios ¿de dónde sacar una palabra poderosa que dé esperanza al corazón de una madre? ¿Dónde hallar la solución para los tantos hogares que sufren el flagelo de vivir con padres, hijos, madres alcohólicas, toxicómanos o adictos al juego?

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Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
cuando todo el mundo se levantó contra nosotros,
 nos habrían tragado vivos...

 Como las aves, hemos escapado
de la trampa del cazador;
¡la trampa se rompió,
y nosotros escapamos!
Nuestra ayuda está en el nombre del Señor,
creador del cielo y de la tierra
.


Salmos 124 (NVI)
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