martes, 22 de enero de 2013

Divago, debe ser el calor del verano.


Hace algún tiempo un amigo me dijo: “yo quiero vivir la vida  sin privarme de nada, quiero experimentarlo todo”.
Vaya, qué ambición.
La juventud exclama como el antiguo proverbio del profeta: “comamos y bebamos que mañana moriremos”, o como algunos filósofos de de la simpleza aseguran “después de esta vida no hay otra”.
Hay muchas formas de vivir.
Cada uno puede elegir la suya (si le es posible), y me parece increíble que tengamos esa posibilidad dada las circunstancias a las que fuimos sometidos.
O tal vez lo que llaman los teólogos “libre albedrío” sea una ilusión del sistema occidental que desea asegurar la idea de la libertad humana.
No lo sé.
Ni me preocupa demasiado cuando algunas de mis amigas –pensantes ellas- se intranquilizan con aquello de la “predestinación” y la “elección” de Dios sin que medie la intervención del hombre.
En realidad, Susana, no me preocupa que Dios elija o que el hombre elija su vida (o destino, como quieras llamarlo). Creo que Dios es bueno, santo, sabio y su intención no es condenarnos a vivir en la miseria o desesperación.
Tal vez sería más sabio confiar en Su Providencia antes que en  nuestro conocimiento limitado.
Basta mirar la profusa producción de mi jardín para comprender la magnífica bondad del Altísimo, su ley de siembra y cosecha inalterable a través de los siglos…
Auch…, esto parece un sermón, mejor lo dejo hasta aquí.
Déjate caer en los brazos de Dios y abandona el temor.
Su Gracia te ayudará.


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Si vivimos,

es para honrar al Señor,

y si morimos,

es para honrar al Señor.

Entonces, tanto si vivimos como si morimos,

pertenecemos al Señor.

Cristo murió y resucitó con este propósito:

ser Señor de los vivos y de los muertos.

Carta del apóstol Pablo a los Romanos 14:8-9

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(Fotografía del hibisco de mi jardín)





2 comentarios:

Fernando dijo...

Preciosa foto: gracias desde un Madrid helado.

No sé nada de teología. Nuestra experiencia diaria nos dice que podemos elegir entre hacer lo bueno y lo malo, y que eso es una decisión nuestra. Eso sí, puntualizado por lo que dices, Ojo Humano: nuestra naturaleza es muy débil, sólo con la gracia de Dios tenemos fuerzas para hacer lo bueno. Pero eso exige una decisión nuestra previa, me parece.

ojo humano dijo...

Estamos de acuerdo, el Espíritu nos ayuda, no hay manera en nuestra naturaleza.