lunes, 15 de octubre de 2012

Injerto.


La Martita, nuestra vecina de años, tenía en su patio un manzano.
Tener un manzano es algo bueno, saludable y ecológico.
Sin embargo, más que todas esas bondades, el manzano era maravilloso.
Maravilloso y extraño.
Todas sus ramas producían manzanas, menos una. Esa producía unas grandes y jugosas PERAS.
Esta no es mini-ficción ni cuento breve. Es lo que vieron mis ojos y lo que disfruté en su día. De ambas frutas, ricas, saludables y sorprendentes.
Con el tiempo nos cambiamos de barrio, la vecina Marta murió, no sabemos qué pudo suceder con aquel árbol.
Tal vez todavía esté en aquella casa asombrando a todos los que lo ven.


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 Yo soy la vid y ustedes son las ramas.
 El que permanece en mí,
como yo en él,
dará mucho fruto;
separados de mí no pueden ustedes hacer nada.

(Jesús en el Evangelio de Juan 15:5)
 


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