Tener un enfermo en casa es todo un tema.
Cambio de rutinas, modificación de las comidas, imprevistos en los horarios, deterioro en la economía.
En ningún país es un chiste enfermarse, tener un accidente o sencillamente que te pille mal parado un catarro. Todo cuesta un dineral, la persona se hace dependiente de otros o del sistema público, en fin, un revés.
Sabiendo todo el trasfondo, Jesús tuvo tanta compasión por los enfermos y sus familiares. En los evangelios no se relata que enviara a alguien de vuelta sin sanidad., el evangelista Mateo dice: “Al caer la tarde le trajeron muchos endemoniados, y Jesús, con solo su palabra, expulsó a los demonios y sanó a todos los que estaban enfermos, para que se cumpliera lo que dijo el profeta Isaías: Él tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras dolencias. “ (Cáp. 8:16-17)
Mi enfermo particular está en franca mejoría, gracias a Dios y la mano bendita de los cirujanos que lo operaron. Gran tarea de los galenos, a veces nos atienden un poco brusco tal vez para esconder una excesiva compasión. Observándolos mientras espero llego a entender que en ellos se manifiesta el amor de Dios, sean creyentes o agnósticos.
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