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viernes, 16 de noviembre de 2018

Gracia de Dios y libre albedrío (parte dos)


Tenía tantas posibilidades.
Un trono
Un reino
Todos los reinos del mundo
Pero eligió los clavos y la cruz.


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Él, cargando su propia cruz, 
fue al sitio llamado Lugar de la Calavera 
(en hebreo, Gólgota). 
Allí lo clavaron en la cruz.

Evangelio de Juan 19:17

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: “Es por gracia que han sido salvados, 
por medio de la fe, 
y esto no de ustedes mismos, 
es el don de Dios, 
no por obras, 
para que nadie pueda jactarse”

 (Efesios 2: 8-9 NVI).

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viernes, 20 de julio de 2018

El sagrado pan.

Ninguna duda, las adicciones son universales y traspasan toda clase social.
Las hay legales, ilegales, simples y fatales.
Todo puede suceder cuando se es incondicional de lo que sea.
Se puede una volver hasta coleccionista de una tendencia, sea culinaria, deportiva, política, intelectual o mística.

En mi caso, -lo confieso- mi debilidad es el pan.
Parece algo inocente, pero el doc de mi corazón me ha mandado a la nutricionista para que baje la ingesta de carbohidratos, “mejor es prevenir que lamentar”, me ha dicho con esa cara de sabelotodo que ponen doctores cuando te dan un veredicto.
Mi pan de cada día, todos los panes del mundo, pan de campo, tortilla de rescoldo, la maravillosa marraqueta, hallulla, bocado de dama, pita, de queso, croissant, dulcino, con aceitunas, con cebolla, arepa, negro integral, a la sartén, amasado con ajo, dobladitas, con semillas, cuadrado, redondo, rectangular, bollo, con cebollas como la focaccia, baguette, de maíz, de arroz, el sorprendente naan, todo vale.
Me invitan a una fiesta, ahí está una mesa con bocados deliciosos…de pan.
En un asado que se precie no puede faltar…el pan.
Desayuno, tostadas con mantequilla.
Onces, churrasca con queso o palta.
De noche, sopita de pan con cebolla y merquén.
Mi amiga Nona va a comer a los chinos (ellos solo sirven arroz) y lleva su pan en la cartera.
El pan es una devoción diaria, con su ritual de degustación incluido. Por algún motivo nos decían de niños que “no debes botar el pan, porque es la cara de Dios”.
La meta, un pan al día. ¿Quién puede soportar ese racionamiento?


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32 Jesús les respondió: 
—Les digo la verdad, no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, fue mi Padre. 
Y ahora él les ofrece el verdadero pan del cielo, 
 pues el verdadero pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo. 
 —Señor —le dijeron—, danos ese pan todos los días. Jesús les respondió: 
—Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; 
el que cree en mí no tendrá sed jamás. 
 Pero ustedes no han creído en mí, a pesar de que me han visto.

Evangelio de Juan 6:32-36

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viernes, 25 de mayo de 2018

Pertenecer.

"De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido
a Quién prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida."

(Jorge Luis Borges, fragmento)

La mujer me extiende -amistosa- su oscura mano con un vaso de agua.
Hay en su gesto una bienvenida a la colectividad, la confianza ancestral que te da derecho para hablar, opinar, participar y –tal vez- hacer alguna tarea designada por los jefes de la tribu.
Yo,  que he sido un pájaro –amiga de cuanta ave cruce el cielo-, me siento cohibida, la perspectiva de pertenecer me da escalofríos.
Pertenecer (un verbo que me cuesta conjugar), adquirir un lenguaje críptico, común a los de ese signo, vestir para no desentonar, obedecer leyes tácitas o escritas, de ningún modo traspasar los límites.
A cambio, pertenecer.
Una seguridad que el lugar dónde estás sentada no se moverá fácilmente, la certeza de compañía, consejo, confianza, palabras importantes en el “día malo” que a todos nos espera.

La soledad –dicen- no es una agradable compañía. Por cierto, esa es una verdad a medias.
Cuando estas solo no corres el riesgo de traiciones y la libertad es menos mítica, se disfruta el tiempo vagabundo, aunque siempre está la tentación de observar desde una orilla a la cofradía.
 Aun así, aunque se demore, la pertenencia es ineludible, aun cuando te defiendas, llega el día que alguien o algo te pilla volando bajo y ¡hete ahí!, quedaste atrapado en la red.


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(Jesús les dijo)
"Ustedes no me eligieron a mí. 
Más bien, yo los elegí a ustedes, 
y los he puesto para que vayan y lleven fruto, 
y su fruto permanezca; 
para que todo lo que pidan al Padre en mi nombre, 
él se lo conceda."

Evangelio de Juan 15:16


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viernes, 13 de abril de 2018

"Hablar bien de aquellos que hablan mal de ti”.

El predicador inicia su exposición con esta premisa:
- Hoy quiero proponerles algo práctico, “hablar bien de aquellos que hablan mal de ti”.

Cosa difícil has pedido, dijo el profeta aquel.
Me pregunto qué tan complejo podría ser.
Hablar es un verbo que pareciera estar en vías de extinción.
Cada día que pasa nos volvemos más monosilábicos.

Tal vez ya es hora (" y ahora es") de tomar ciertas decisiones y ejercitarse en aquello que nos habló en  el Monte.
-Ustedes también han oído que se dijo: “Ama a tus semejantes pero odia a tus enemigos”. 
Pero yo les digo que amen a sus enemigos y pidan en sus oraciones por los que los persiguen. De esta forma, ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que el sol salga tanto para los malos como para los buenos y que la lluvia caiga tanto para los justos como para los injustos. 
Si ustedes solamente aman a los que los aman, ¿creen que merecen alguna recompensa por eso? Incluso los cobradores de impuestos aman a sus amigos. 
Y si ustedes sólo son buena gente con sus amigos, ¿creen que están haciendo algo fuera de lo común? Hasta los que no conocen a Dios son así. 
 Por eso, sean ustedes perfectos así como su Padre que está en el cielo es perfecto. 
(Evangelio de Mateo capítulo  5)

Tal vez si empiezo por lo que propuso el predicador sería un buen inicio.
Ahí vemos cómo nos va.




(Ilustración tomada de la Web)

viernes, 30 de marzo de 2018

El único viernes.

 “Yo entiendo la necesidad de la sangre. 
Me abrazo a tu sacrificio. 
¿Pero la esponja amarga, 
la lanza cortante, 
La escupida en tu rostro? 
¿Tenía que ocurrir eso en la cruz?”
Hay un día perfecto en la historia humana, un viernes grandioso (tal vez solo comparable con el inicio de la creación), no hubo antes otro igual ni lo habrá después.
El viernes de la crucifixión del Cristo, el enviado de Dios.
El día de la renuncia total.
El de la soledad absoluta.
El dolor inconcebible.
El terror del abandono.
Un día relatado en miles de libros, papiros, pergaminos, piedras, hojas sueltas, nadie ha llegado al centro de su significado, apenas un vislumbre, como por un espejo antiguo, oscuramente, dice el apóstol.
¿Qué tenía de particular ese sexto día judío elegido para morir?


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"Al mediodía toda la tierra quedó sumida 
en oscuridad hasta las tres de la tarde. 
A las tres de la tarde Jesús gritó fuerte: 
«¡Eloí, Eloí! ¿Lema sabactani?» 
que significa: «¡Dios mío, Dios mío! 
¿Por qué me has abandonado?"

Evangelio de Marcos 15:33-34
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(Pintura del  mexicano  Ricardo Cruz Fuentes)

domingo, 24 de diciembre de 2017

Jesús nació ¡¡¡ ALELUYA !!!

"Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor.
Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo.

En aquel momento aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: 
«¡Gloria a Dios en las alturas!
¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!»

Cuando los ángeles se volvieron al cielo, los pastores comenzaron a decirse unos a otros: —Vamos, pues, a Belén, a ver esto que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado.
Fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el establo.
Cuando lo vieron, se pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño, y todos los que lo oyeron se admiraban de lo que decían los pastores.
María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente.

 Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho.

Evangelio de Lucas 2:11:17



lunes, 18 de diciembre de 2017

Mi perdida Navidad ¿a dónde se iría?

Os desafío –dijera un español-, os desafío a que encontréis un pesebre o una tarjeta con ilustraciones de la Natividad de Jesús en el barrio Meiggs o en otro barrio comercial.
¡Ah!, qué difícil tarea nos habéis encomendado.
Más aún, os desafío a ver en las noticias un titular acerca del nacimiento de Jesucristo, el Señor.
Poco, poquito, nada nadita.
Todo será un pascuero fuera de época (tenemos 34 grados a la sombra), le  acompañan renos desnutridos, luces doradas, plateadas, flores del inca, pinos plásticos, muñecos de nieve y locura temporal generalizada por adquirir.
Locura por tener miles de adornos, la casa con más decoración, la más brillante, muchas luces que titilan y claro está, regalos, ah, sí, muchos regalos.
No habrá otro día para regalar, no habrá ese chiche primoroso, no habrá otra ocasión, el mundo se termina la noche de la cena navideña, con pavo, por supuesto, si no hay pavo es que estamos en la pobreza más absoluta.

¿Y Jesús?
¿Quién es Jesús?
¿Es esa escultura de un crucificado que exhibe sus carnes en la iglesia de la esquina?
Siento que he perdido mi Navidad y eso me deja perpleja.
Ni siquiera me alcanza para pena, es asombro, la rara certeza de lo inevitable.
La Navidad actual podría ser la antigua fiesta de los saturnales, porque esta, lo que se llama nacimiento de Jesús, ni por dónde.
Mi Navidad –y la de muchos- es un 24 de diciembre de adoración a Jesucristo, el nacido. El Hijo del Hombre y a la vez Hijo de Dios, misterio insondable, digno de respeto y confianza, digno de devoción y alabanza, digno de nuestra atención y amor entrañable.
Mi Navidad perdida son canciones, himnos, villancicos, olor a anis y pan dulce, aire de paz y alegría, tal vez un vestido nuevo, necesario para el verano, saludos con buenos deseos para el año que se aproxima. 
Y es, sin duda alguna, el deseo esencial, que Dios esté en cada acto.
Os prometo, me arrodillaré y adoraré a Jesucristo y le diré –como cada día- que si Él no está en este lugar o en cualquier otro, ninguna fiesta tiene sentido, porque Él es “Dios con nosotros”, el encarnado para nuestro bien.
Le agradecemos que haya dejado su gloria para habitar en la tierra.

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  Y ahora, concebirás en tu vientre, 
y darás a luz un hijo, 
y llamarás su nombre JESÚS.
 Este será grande, 
y será llamado Hijo del Altísimo; 

Lucas 1: 32

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jueves, 7 de diciembre de 2017

Regalos de Navidad.

Después del trasnoche de la Teletón y del partido de Colo-Colo, hay en nuestro barrio un silencio apenas roto por el sonido del ventilador de mi PC.
Escribo y pienso.
Voy sintiendo la noche, cómo pesa sobre la ciudad, las luces de la calle titilan anunciando que un Niño viene en camino, cada año se renueva el milagro de la vida que emerge, poderosa e insondable.

Escucho algunas canciones navideñas, Santa la noche, alabanzas al Rey.
Y una no tan evangélica,That old feeling, de Bob Dylan.  Pura nostalgia.

Me gusta la música, la navideña y la otra.
Aparte de la locura temporal que nos posee desde los primeros días de diciembre, me dedico a pensar en el Nacido y en los nonatos. Quizás sea porque este año se aprobó la ley de aborto, si María hubiera quedado embarazada en estos días lo más probable es que las vecinas le sugirieran que abortara el bebé, tal vez en esos tiempos se respetaba la concepción como el acto sagrado que es.

Por cierto, la potente vida renace en el jardín, la   familia pata se agranda con cuatro patitos iguales a su padre. ¿No es un maravilloso regalo de Navidad?


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 «Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, 
y le pondrás por nombre Emanuel, 
que significa: “Dios está con nosotros.”»

Mateo 1:23 

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jueves, 23 de noviembre de 2017

Último viaje.

Todos se fueron.
Hoy el último.
Quedamos tú y yo en la gran manzana
Ah, sí, las aves que regresan cada año
Y han preparado sus nidos
Los mirlos que hurgan restos en la pizzería
Los buses van repletos de rostros cansados
Pies dolidos, corazones rotos
Nunca dejan de moverse
El silencio les es negado
Todos se van
Obligatorio es tener un boleto
Yo espero en la puerta.


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"Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy 
Dijo entonces Tomás: 
―Señor, no sabemos a dónde vas, 
así que ¿cómo podemos conocer el camino?
 ―Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. 
Nadie llega al Padre sino por mí. 

Evangelio de Juan 14:4-6
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Recordé esta antigua canción:

 


jueves, 16 de noviembre de 2017

Aprender a estar enfermos.

No nos gusta ninguna enfermedad.
Nos disminuye.
Duele.
Nos priva de placeres.
Nos pone de mal humor.
La vida cambia radicalmente.
Mi amiga Isa. sufre la enfermedad de Crohn.
Liz quedó ciega a sus 27 por el lupus.
Vero vive con dolores musculares generalizados.
El hermano de Ri postrado con sida.
Mamá murió de cáncer.

Pienso en Jesús que sana.
La Iglesia en general (evangélica) cree en la sanidad divina y la proclama.
Pienso en Jesús a la orilla del estanque de Bethesda, lleno de enfermos. Solo sana al paralítico. ¿Por qué solo uno? ¿Era más merecedor que los otros? 
Y no hablemos de las expectativas que  se generan acerca de Dios, siderales, como si Él estuviera obligado a mantenernos sanos “ad infinitum”, mientras le damos al cuerpo como “bombo en fiesta”.

Pienso en aquellos que son sanados ¿llegan a ser más fieles y comprometidos con su fe? ¿Son más agradecidos y felices al recibir un milagro?
Pienso en los que no son sanados y deben desarrollar la paciente espera, en especial el sistema público, siempre saturado.

Hago observaciones personales acerca de las motivaciones para mantenernos en la media de los niveles (léase glicemia-hipertensión-colesterol)  y me doy cuenta que cada uno somos un mundo y necesitamos recetas distintas, nuestro cuerpo responde a estímulos tan diversos que apenas estoy empezando a entender algunas cosas.

Una candidata sostiene que sanos o muertos, porque nuestro sistema de salud es insostenible, faltan especialistas y todo se soluciona con un pararetamol o una caja de ibuprofeno.
Promete reformas, otros antes que ella prometieron lo mismo, una vez en el gobierno se dan cuenta que el problema era más complejo y difícil de solucionar y volvemos a dar pastillitas.

No sé si deberíamos entregarnos, levantar las manos y rendirnos, perder una lucha agotadora, quedarnos quietos y esperar que el cuerpo se defienda en lugar de amargarnos.
Mi amigo Fe sostiene que tenemos la capacidad de sanarnos con ejercicio, harta agua y ocio (¡vaya!).
No sé.
Seguiré estudiando y experimentando, como dijo un antiguo presidente "en la medida de lo posible".




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"Recorría Jesús toda Galilea, 
enseñando en sus sinagogas, 
proclamando la Buena Nueva del Reino 
y curando toda enfermedad 
y toda dolencia en el pueblo." 
Mateo 4:23 

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Ilustración: El ángel herido 
Hugo Gerhard Simberg

lunes, 6 de noviembre de 2017

Beber o no beber.

Bebo mate.
Bebo té.
Bebo leche sin lactosa.
Bebo agua, con gas y sin gas.
Bebo infusiones de hierbas (léase menta, paico, melisa, rosa mosqueta).
Bebo café de higo y trigo, una mezcla tostada, exquisita.
Bebo jugos de fruta.
Bebo leche de almendras.

Dejo de beber mate por razones digestivas.
Dejo de beber té, un doctor naturista dice que inhibe la acción del hierro.
Retomo el mate, la fuerza del placer se impone, reconozco mi debilidad.
Bebo té masala, cuando una amiga me invita. Nunca tan fome ¿no? Hacer un desaire no es estiloso ni educado.
Me abstengo de bebidas espirituosas, motivos sobran.

Mi tío Enrique sostenía que “entre beber y no beber, es mejor beber”, razón por la que “empinaba el codo” cada fin de semana, llegaba a casa arrastrando los pies, gracias a Dios no tenía documentos de conducir. Alguna vez llegó en una patrulla de carabineros, mi madre roja de vergüenza.
No podemos vivir sin beber.
El quid está en qué consumir.
Y si alcohol ¿no sería de sabios pasar las llaves o volver en uber?

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 "Y en el último día, el gran día de la fiesta, 
Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz, diciendo: 
Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba
 El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: 
“De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva.” 
 Pero El decía esto del Espíritu, 
que los que habían creído en El habían de recibir;..."

Evangelio de Juan  7:37-39

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jueves, 2 de noviembre de 2017

Conmemoraciones y verdades.

"Yo Soy la Verdad"
(Jesús).
Escucho la pregunta en un programa de radio, “y ¿qué es la verdad?", refiriéndose  a las últimas noticias mundiales.Disquisiciones más, disquisiciones menos, ninguno de los tres locutores puede definirla y se van en chanza, cada uno pone su cuota de humor y risas sin llegar a ningún puerto (por decirlo de alguna manera).
En Septiembre y Octubre se acumulan conmemoraciones de índole diversa.
Los medios informativos desempolvan viejas historias de revoluciones, reformas, torturas, crímenes, enjambres de incertezas que pretenden acercarse a verdades definitivas. Como si cada año se fuera avanzando en un laberinto interminable de verdades colectivas en asociación con las personales.
No comprendo ese afán por desenterrar muertos.
¿Es el pasado una escuela?
Como mi amigo bloguero Fernando comenta “Como habrá leído, la región española de Cataluña ha iniciado el proceso para independizarse. Se da por supuesto que va a haber violencia por ambos lados. ¿Es que nunca aprendemos de nuestra historia?”

¿Qué tan verdadera es la realidad colectiva o personal?
¿No es una interpretación de acontecimientos que pasados los años vamos recreando?
El día de ayer, alegre y triste feriado dedicado a “todos los santos” del mundo será contado (y tal vez cantado) desde las diversas miradas. Para unos fue un descanso a mitad de semana, para otros un trabajo ganancioso en los cementerios. ¿Quién puede abarcar la verdad de un solo día en la historia, aun si este fuera el 18 de septiembre de 1810 o el 31 de octubre de 1517?

“La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo vio jamás; quien lo ha dado a conocer es el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre.” Evangelio de Juan 1:17-18 Jesús mismo lo afirma “yo soy la Verdad”.
Si toda nuestra vida está ajustada a su Palabra y a Su voluntad sin duda no andaremos deambulando con medias verdades o navegando en ficciones.
Encontramos un centro real en Jesucristo para vivir la certeza de cada día, de otra manera todo se vuelve "inamible".  Eso.


lunes, 2 de octubre de 2017

Distribuir, un don necesario.

Se espera mucho.
Se espera que seas buen ciudadano, ni gordo ni flaco, ni alto ni bajo, ni pobre ni rico, que cumplas el deber cívico, servicio militar al día, papel de antecedentes sin mancha, hoja de ruta sin multas.
Se espera.
Que seas prudente, ni tanto ni tan poco, ni grosero, ni tan fino.
Que pagues las deudas, desde el nacimiento hasta tu féretro.
Que dejes una herencia en contante y sonante todavía se estila, no solo una herencia espiritual.
¿Débitos?, impensable.
En fin, se espera mucho.
Cuidar a los padres cuando son viejitos.
Voluntaria en las damas de blanco, de rojo o de amarillo.
Donar para la Teletón cada año, al Instituto Nacional del cáncer, a la Cruz Roja, al terremoto de México, a los mendigos del barrio...
Una buena propina al mesero.
Ir a sufragar aunque se caigan los patos asados.
Buen ciudadano, buena amiga, que cedas el asiento, que renuncies, ¡ah!, la renuncia, “cosa difícil has pedido",  dijo el profeta.
Mil pedidos pendientes.
Los recursos que Dios  pone en las manos  necesitan ser distribuídos sabiamente.
Necesito ese don.


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 Den, y recibirán. 
Lo que den a otros les será devuelto

Palabras de Jesús en el evangelio de Lucas 6:38
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(Ilustración gracias a: Juan José Merello.)

lunes, 11 de septiembre de 2017

Conversaciones de sobremesa.

 "No hay nada como naufragar en el océano infinito del amor de Dios".

Conversamos con algunos amigos en la sobremesa de un buen almuerzo.
Las declaraciones grandilocuentes de algunos personeros de la presidencia y sus detractores nos desconciertan.
Para unos este gobierno está haciendo historia cambiando una gran cantidad de leyes que -según ellos- darán un giro a nuestro país (no se explicita si el giro es más a la izquierda o al centro).
Para otros es el peor gobierno que hemos tenido, justamente por las leyes que se están promulgando.
¿Vivimos una ficción?
¿Alguien mueve los hilos y nosotros no sabemos nada de nada?
¿Cómo puede escribirse nuestra historia cuando hay tanta diferencia en cada mirada?
Cero objetividad.
Cero imparcialidad.
Cero pensamiento crítico.
Es como si estuviéramos en medio de dos “barras bravas” peleadas a morir.
-Bueno, acota uno de los comensales, para algunos todavía Allende es lejos el mejor gobernante que hemos tenido. Y para otros el peor. No hemos cambiado demasiado en nuestras percepciones.

No sé si en todos los países será así.
Muy poco he salido de Chile, no tengo punto de comparación. Imagino que algunos serán más ecuánimes, otros más beligerantes, al final del día si no hay una devoción por Dios, la política, el grupo, el clan o su equipo favorito se transformará en una religión.
El dogma no se puede discutir.
Claro que nada de lo que sostenemos  tibiamente o a ultranza da el ancho para una “guerra santa”.
¿O sí?

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 El que ama a su padre 
o a su madre más que a mí, 
no es digno de mí. 
El que ama a su hijo 
o hija más que a mí, 
no es digno de mí.
El que no toma su cruz y me sigue, 
no es digno de mí. 
El que halla su vida, la perderá; 
y el que pierde su vida por causa de mí, 
la hallará.


Evangelio de Mateo 10:37-39

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lunes, 14 de agosto de 2017

Los ritos sociales.

De niña detestaba los rituales.
Tal vez porque mi infancia fue libre o tal vez por el trabajo de mamá,  me dejaba mucho tiempo libre para disponerlo como quisiera.
Si fuese hoy estaría –sin duda- horas navegando por internet o haciendo zapping en los canales de cable.

Los rituales me incomodaban, a veces me ponían triste, en general los evitaba con excusas como “tengo mucho que estudiar” y otras parecidas.
Y cuando digo rituales me refiero a bodas, cumpleaños, onomásticos, las fiestas patrias, las vacaciones o los años nuevos.
Con el tiempo uno aprende –dice el poeta- y va cambiando algunos paradigmas un poco antisociales y se rinde al amor, la amabilidad y acepta algunas invitaciones, las que nos permitan el trabajo y las responsabilidades hogareñas, por cierto.
La vida tiene sentido en los ritos, las fechas, los signos, las banderas.
Cada pueblo tiene los suyos, cada comunidad se identifica con formas, Jesús fue insoportable a la sociedad farisea porque traspasaba esas formas que les daban sentido de pertenencia y les unían como nación.

Los evangélicos tenemos ritos propios e inalterables, no pocos (tal vez algún día nos atrevamos a detallarlos con la colaboración de algún amigo-a).
Los chilenos somos distintos en rituales a los peruanos, argentinos o venezolanos que han llegado por estas tierras.
Con el advenimiento de otras etnias y otras costumbres estamos aprendiendo que no somos el centro del universo y que hay otras conductas tan bellas y válidas como las nuestras para celebrar lo que sea.



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 Había un hombre allí que tenía una mano paralizada, 
y como buscaban la manera de acusar a Jesús, 
entonces le preguntaron: 
—No se debe sanar en el día de descanso, ¿verdad?

Jesús les contestó:
—Si alguno de ustedes tiene una oveja 
y en el día de descanso esta se cae en un pozo, 
no es verdad que va y la saca del pozo?  
¡Pues un ser humano vale más que una oveja! 
Por lo tanto, está permitido hacerle bien a la gente 
en el día de descanso."

Mateo 12:10-12 (PDT)

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lunes, 7 de agosto de 2017

Una Biblia nueva.

Hace unos días compré esta Biblia, NVI, para uso personal.
Tengo 14 traducciones en formato digital, pero no hay caso, me sigue atrapando la edición impresa, soy un espécimen que necesita papel en todas sus versiones, blanco, de colores, couché o hasta roneo.
Mis dedos añoran la suavidad de las hojas, los oídos buscan –entre tanto ruido infortunado- el sonido apacible al dar vuelta las páginas. Hay una paz cómplice entre libro y lectora, aparte del lenguaje, el color o la grafía.
Venía de regalo una tarjetita para separar las lecturas (si quieres alguna vez regalar un libro, ese es un buen detalle).
Me instalo a hojearla “a lo pentecostal”, donde una abre las páginas se inicia una lectura, sin un método temático u ordenado. Ya habrá tiempo para intentar un estudio libro por libro o exegético, tomar apuntes o hacer comparaciones.
De momento me deleito en este libro nuevo, sin brizna de polvo o marcas de otros dedos.



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 ―Señor —contestó Simón Pedro—, 
¿a quién iremos? 
Tú tienes palabras de vida eterna. 
Y nosotros hemos creído, 
y sabemos que tú eres el Santo de Dios.

 Juan 6:68-69 NVI
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miércoles, 2 de agosto de 2017

Ajiaco, recetas chilenas.

Se ha puesto de moda ofrecer en los restaurantes "ropa vieja", o sea, comida reciclada.
Sucede, en la cocina quedan restos, a veces papas, a veces pollo, a veces carne.
No llegaron todos los invitados, no supimos calcular, en fin, podemos reutilizar el alimento sin que pierda su calidad y transformarlo en un buen plato nuevo.
Restos de un asado nos sirven para este sabroso caldo, especial para el invierno.
Unos 300 gramos de carne asada la picamos en tiritas (Si no hay se puede hacer con posta cruda).
4 papas cortadas en juliana no muy delgadas.
1 cebolla, cortada en pluma.
1 zanahoria en juliana (tiritas)
1 huevo.
2 dientes de ajo
1/2 pimentón cortado en tiritas.
1 cucharada sopera rasa de harina.
Cilantro picado.
Ají  a gusto.
1 cubo de caldo concentrado de carne.
Sal y aliños a gusto, particularmente solo empleo orégano.
Preparación:
Sofreir la carne y los aliños, colocar  3 o 4 tazas de agua fría.
Agregar el caldo concentrado y dejar que la carne suelte sabor.
Agregar la zanahoria y la cebolla, luego de unos 5 minutos  las papas.
Cocinar unos 20 minutos más, hasta que las papas estén blandas.
Agregar la harina disuelta en un poco de agua fría
Batir el huevo, agregarle de a poco el caldo de la cocción.
Apagar el fuego. Colocar el huevo, revolver.
Poner cilantro para servir y el ají en un plato para que cada comensal le coloque lo que desee.
Sencillo, y como dicen las chicas modernas "ayudamos al planeta" (y de pasada al bolsillo personal).



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No se preocupen tanto 
por las cosas que se echan a perder, 
tal como la comida. 
Pongan su energía en buscar la vida eterna 
que puede darles el Hijo del Hombre. 
Pues Dios Padre me ha dado 
su sello de aprobación.

Jesús en el evangelio de Juan 6:27

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(Fotografía gracias a Juan Pablo Turén)

jueves, 20 de julio de 2017

¿Sirve de algo orar?

Nos pidieron que oráramos.
Oramos.
Unos con más fervor –sin duda-, otros con menos. Unos con más fe, otros no demasiada. Pero aun así esperábamos una respuesta positiva a nuestras oraciones.
¿Qué estuvo mal?
¿Por qué el resultado no fue exitoso como esperamos?
Oramos para que viva y se muere.
Oramos para que sane y se enferma más.
Oramos para que se legisle en justicia y se aprueba exactamente lo contrario.
¿Son infundadas nuestras peticiones?
¿Debemos dejar que los ríos fluyan con su destino establecido?
¿Sirve de algo orar?
Estas y otras preguntas me mantienen despiertan hasta la madrugada.
Poco a poco voy recordando historias de oraciones fallidas, el rey David rogando por la vida de su hijo (2 Samuel 12:16-18),  el Señor Jesús hablando con Pedro (Lucas 22:31-32).
No siempre la respuesta es un sí rotundo como nuestra futilidad desea.
A veces nos confundimos con tanta historia que leímos en las “Mil y una noches” y pretendemos de Dios esa especie de genio de la lámpara que deberá conceder nuestros deseos porque somos castos-honrados y bien pensantes.
¿Por qué no logramos conectar nuestros intereses con los propósitos de Dios?
Tal vez la oración debería ser un hábito como la comida diaria.
Como lavarse el rostro.
O andar en bici.
Un acto natural permanente, un teléfono al Padre para saber hasta cuándo debemos insistir.
A veces tenemos la certeza pero seguimos suplicando majaderamente, sin entender (o entendiendo) que no se hará nuestra voluntad –por perfecta y justa que nos parezca- sino la de Dios.
Tal vez la oración no es para que Dios "haga algo" sino para someter mi rebelde  voluntad a la suya.
Tengo mucho que cultivar todavía (y no son plantitas herbales).



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 ...yo he rogado por ti, 
para que no te falte la fe. 
Y tú, cuando hayas vuelto, 
deberás confirmar a tus hermanos.

Lucas 22:32

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miércoles, 21 de junio de 2017

Una persona común.

Escuchamos encendidos sermones.
Promesas sublimes.
“Cuando seas mayor Dios te usará para grandes cosas”.
“Dios tiene un plan maravilloso para tu vida”
“Sigue tus sueños, tú tendrás un gran futuro”.

¿Dónde quedaron esos ofrecimientos?
¿En qué recodo del tiempo se perdió la grandilocuencia?
¿Cuántos de nosotros somos “grandes”? (Y por cierto, ya llegamos a mayores).
Ni profetas, ni misioneros, ni predicadores, ni exitosos, ni elocuentes.

Común.
Exactamente eso, común.
Casi invisible.
Ejecuto cada día actos pequeños, visito una enferma, doy un pan con algo adentro, un vaso de agua, una taza de té, canto una canción que nadie –excepto Dios- escucha.
Escribo palabras breves –ni me atrevería a publicar un libro-, hago rogativas que muchas veces no resultan como las espero, voy a funerales –este año ha sido el peak-, riego las flores. Cuido unos patos que a nadie importa si viven o mueren (a mí obvio que sí), me levanto con la esperanza que este día suceda algo extraordinario de parte de Dios, como decía el cantor aquel “una luz segadora, un disparo de nieve”, lo más cercano ha sido el viento impetuoso que botó las hojas de las palmeras, por un momento pensé que alguna terminaría en el suelo.
¿Soy infeliz porque no tengo un nombre en los periódicos?
¿Me siento postergada porque mi rostro no triunfa en las páginas sociales?
¿Me consume el desasosiego porque perdí el tiempo en actos insignificantes, a veces modestos y anónimos?
En absoluto.
He recibido más de lo que he dado.
Me han amado más de lo que he amado.
He sido bendecida más allá de mis limitaciones.
Él me ha guardado de noticias catastróficas.
Tengo entero el esqueleto y conste que he tenido caídas espectaculares.
Mi corazón no sabe de taquicardias.
Es verdad, nunca soñé demasiado, ni fui “aspiracional”.
Nunca escalé una montaña para batir un record o corrí una maratón, cuando voy al volante mi velocidad es la que estipula la ley, 60 Km/por hora en la ciudad, 90 en carretera.
Mamá decía (con alguna razón), que su hija no tenía ambiciones.
Yo estuve –y estoy- dispuesta a los trabajos nimios, ocultos, sin gloria.
El único deseo que tengo (en eso me declaro aspiracional)  no lo he logrado aún, tal vez deje la vida en el intento, sencillamente ser como Cristo.

 
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 "Y cualquiera que como discípulo dé a beber 
aunque sólo sea 
un vaso de agua fría a uno de estos pequeños,
 en verdad les digo 
que no perderá su recompensa.”

Mateo 10:42 (NBLT)

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lunes, 19 de junio de 2017

Quebrados.

 "El 41% de los chilenos está endeudado 
o le cuesta llegar a final de mes. 
Esto corresponde a casi 7.000.000 de chilenos.

Francisco sale de la oficina del prestamista como sonámbulo, el sol mortecino de otoño apenas entibia su angustia.
Las deudas lo abruman.
El colegio de los niños, las cuentas básicas vencidas, la cuota del depto., la tarjeta del supermercado,  la mantención del auto…
El cambista apenas cubre lo más elemental y un 10% de interés le roerá los huesos.
Piensa alternativas, un tercer trabajo, mudarse de barrio, declararse en quiebra… Ninguna lo satisface.
Los cambios por apuro agravan la situación, lo sabe por su padre que pagó las deudas con cinco años de prisión. Lo sabe por su madre que encaneció en un día. Lo sabe por su hermana que se casó con un campesino con plata para sacar la familia de la quiebra, olvidó todos sus sueños de profesional.
Ensimismado tropieza con los cartones que obstruyen la vereda, el hombre sentado sobre ellos le extiende una mano rugosa, patrón –le dice-, yo también un día vine a esa oficina. Lo perdí todo ahí, apunta hacia la casa de usura.
Francisco se estremece, como un poseso huye del lugar, ha visto –por un segundo- su futuro.



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  Las semillas que cayeron entre los espinos 
representan a los que oyen la palabra de Dios, 
 pero muy pronto el mensaje queda desplazado 
por las preocupaciones de esta vida, 
el atractivo de la riqueza 
y el deseo por otras cosas, 
así que no se produce ningún fruto.

Jesús en el Evangelio de Marcos 4:18-20 


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