viernes, 8 de mayo de 2020

¿Cómo aprendemos a morir?

Alguna vez conté de mi abuela Juanita y su muerte.
He estado en distintos momentos finales de personas queridas y no todas tienen la misma disposición para lo inevitable.
Cuando visitamos una madre nos dijo: -Si hay alguien con fe, por favor ore por mí; no deseo dejar solos a mis hijos pequeños.
Una anciana se rindió con un largo suspiro. Un hombre se confesó y tuvo palabras de arrepentimiento.
Si leemos algunas biografías podremos observar casos tan distintos. Personas que mueren despotricando contra todo y otros agradeciendo a Dios,  rodeados de su familia. 
¿Qué hace la diferencia? 
Mi sencilla opinión es que necesitamos saber de antemano nuestra mortalidad y aceptarla. 
El sabio escribió: “Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada ni esperan nada, pues su memoria cae en el olvido.” (Eclesiastés 9:5 NVI) Comprender la realidad nos ayudará a apreciar cada  amanecer  en toda su dimensión. 
Por estos días los medios nos dan  enormes cifras de personas que han fallecido por el covid-19, sin contar accidentes u otras patologías. Es como una competición tácita de cada país, una vergonzante mercadería noticiosa, quién presenta las más cuantiosas estadísticas. 
Cada número es una vida, una familia, madres que dejan hijos huérfanos, abuelos que son privados de ver sus nietos crecer, padres, tíos, hijos que rompen el corazón de sus progenitores; no son solo cifras, por favor. 
Vivir es nuestro motivo principal. 
Pensamos que morir es para otros,  así como lo presentan las noticias, solo una cifra que va en aumento.  Hasta que una llamada nos despierta, mi amigo A. ha dado positivo en covid-19. Nos estremecemos como si el Heridor de Egipto tocara la puerta. 
No se nos enseña a bien morir. 







5 comentarios:

Susana dijo...

Sobre todo cuando es inesperado. Un beso

ojo humano dijo...

Así es, Susana, yo creo que es difícil estar preparados cuando hay tanta vida por vivir.
Dios nos ayude a ser sabios.
Un abrazo.

Silvia Parque dijo...

Estoy de acuerdo en que hay que prepararnos para vivir con conciencia de muerte y tratar de estar listos para ese momento; sin embargo, no creo que ninguna persona ordinaria esté lista para morir en medio de esta tragedia -no sé si sea la palabra, pero ahora mismo me lo parece-. Está bien que mueren los pequeños y que hay muertes inesperadas, pero estas formas son tan tristes... ojalá encontremos formas de vivir duelos colectivos.
De corazón deseo que tu amigo se encuentre bien.

ojo humano dijo...

Ya está en casa, gracias a Dios. Pasó durísimos días, pero venció.

Silvia Parque dijo...

¡Qué bueno! Gracias a Dios.