Adictos al trabajo.
De lunes a domingo su mente, corazón y fuerzas están en
la oficina, la “pega”, oficio, empleo o labor habituales.
La pasión por lograr un espacio connotado en la sociedad,
el miedo a perderlo, el terror de los días feriados, algunos han llegado a decir
“gracias a Dios es lunes”, vuelven al lugar de seguridad, la oficina, su
escritorio, su sagrado metro cuadrado.
Acuérdese, le dijo el clérigo a mi amigo José, del día de
reposo, llamándolo a buscar la espiritualidad tan necesaria para sobrevivir en
las lides de las grandes ciudades. Mi amigo
-no sé si por dárselas de perito en la materia- le respondió con cierta ironía
“el diablo nunca deja de trabajar”, a lo que el ministro respondió afablemente,
“entonces fíjese en qué condiciones anda él”.
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Nada
trajimos al nacer y nada nos llevamos al morir.
La gente trabaja duro para conseguir cosas,
pero
cuando muere no puede llevarse nada.
Eclesiastés 5:15 (PDT)
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